El concepto del crepstaurante casual

M.B
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Nos metemos en los fogones de Eh Voilá, donde los crepes son los protagonistas, junto una cocina internacional, casera y natural

El concepto del crepstaurante casual

Gonzalo Soriano siempre había soñado con abrir una crepería. Era una de sus ideas desde que desde su Niza se vendían bocadillos o porciones de pizza en la calle Esgueva allá a finales de los 90. En 2003, con el traslado del Niza a su actual ubicación, cumplió ese sueño de la mano de su hijo, Mario. Así nacía el primer restaurante crepería de Valladolid –con permiso del Dolmen–.

Desde aquel sueño han pasado 16 años, un traslado, escenificado el pasado verano de 2018, a un cercano local en Marqués del Duero, y un nuevo concepto, el crepstaurante, con un apellido, casual. «Aquel verano de 2003 estuvimos realizando un sinfín de pruebas. Queríamos adaptar el crepe al gusto español», recuerda hoy Mario, socio gerente de Eh Voilá, uno de esos rincones desconocido en medio de la gastronomía castellana, donde prima la cuchara o el lechado; y otras veces adjetivado como un restaurante más informal. «Lo nuestro es cocina internacional, casera y natural con opciones para personas vegetarianas, celíacas y con intolerancias alimentarias», apunta Mario, que recuerda que el cambio a su nueva ubicación pretendía dar respuestas a las peticiones de sus clientes, que demandaban más espacio entre mesas y un local más restaurante.

Así, Eh Voilá tiene una capacidad para 76 comensales, incluso menos que su anterior local; mantiene su amplia oferta de crepes, más de una docena de salados y otros tantos de dulces, aunque cada vez apuesta más por introducir más platos y variedad, con carnes, pastas, lasañas... «tenemos una cocina más desconocida de lo que la gente cree».

Al mando de los fogones está, desde su apertura, Ana Belén Alonso. Ella comenzó dando, a través de una pequeña ventanilla, aquellos bocatas y porciones de pizza en el Niza; y hoy manda a un equipo de siete personas en Eh Voilá. «Cuando abrimos, la mayoría identificaba los crepes con algo dulce y llegamos nosotros con los salados», recuerda la cocinera sobre la innovación que supuso esta apertura. 

Desde 2013 mantiene algunos crepes clásicos, como sureña, ranchera o tejana, aunque de vez en cuando le dan una vuelta a la carta, viendo cuáles funcionan más o cuáles pueden introducir: «Por ejemplo, hace poco hemos probado uno con cochinita pibil. Vamos probando, en función de lo que nosotros mismos vemos o de lo que nos encontramos en otros sitios».

Eh Voilá abre todos los días menos los miércoles, tanto para comer como para cenar. Entre semana cuenta con un menú por 16,95 euros; además de con otros tres menús de grupo, que van desde los 17,95 euros por persona a los 25,95, en función de si se quieren entrantes o no.

Ensaladas, carpaccios, quiches, pastas, raclettes, carnés, postres... y crepes. «Nuestra carta es amplia y variada, y cada vez vamos introduciendo más platos. Los crepes siempre triunfan… ¿el secreto? Los productos, que son frescos y caseros, pero eso sirve para toda la cocina», aclara Ana Belén.

Porque Eh Voilá sigue siendo conocido por sus crepes, por esa tortita hecha con huevo, leche, mantequilla y harina de trigo... por los dulces, aunque ahí tiene mayor competencia con un amplio surtido de tartas; y, sobre todo, por los salados, los que le han dado el nombre en la ciudad.

Y ya el remate... ¿cómo se hacen? En Eh Voilá todos los pasos son artesanales. Primero se hace la masa, se le da forma, y luego se rellena, se cierra como un paquete y se calienta. Así es el crepstaurante.