Vinos, tapas y tenedores

Jesús Anta
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Vinos, tapas y tenedores - Foto: Jonathan Tajes

En realidad ya no existe la calle ‘del Correo’, aunque aún mantenga este nombre en las placas fijadas en la pared. Toda ella, desde Calixto Fernández de la Torre hasta la plaza de la Rinconada, ha adoptado el nombre ‘de Correos’, así, en plural,  que es como se llamaba el tramo donde en 1913 se levantó el edificio de Correos, o más correctamente, el Palacio de Comunicaciones. Lleva la firma del prestigioso arquitecto Jerónimo Arroyo. Pero la destrucción de la última planta y la torre de Correos en la década de 1960, truncó su aire palaciego convirtiéndole en edificio anodino.

Jerónimo Arroyo fue un polifacético profesional que también se dedicó  a la escultura, y que en lo que a arquitectura se refiere se le puede adscribir en el ‘modernismo’. La Casa del Príncipe, en la acera de Recoletos, también es de este arquitecto.

La calle, situada en pleno casco histórico y próxima a centros neurálgicos de la vida de Valladolid, como la plaza Mayor, Rinconada y de la Comedia, hacen de la misma una de las más concurridas en las horas del ocio tanto por los vallisoletanos como por los visitantes. Por eso no es de extrañar que la calle, así como todas las de su entorno, esté dedicada básicamente a la hostelería. 

No obstante, la hostelería y el hospedaje no son una actividad nueva en la calle, pues precisamente en ella estuvo una de las posadas más emblemáticas de la ciudad: el Caballo de Troya, que comenzó a prestar sus servicios en el siglo XVII. Actualmente ya no ofrece alojamiento, pero se ha convertido en un reputado restaurante. Según relata José Miguel Ortega en su libro ‘Cuatro siglos de hospedería en Valladolid’, frente al Caballo de Troya hubo un parador, y en toda la calle abundaban los mesones «de dudosa reputación». Del Caballo de Troya también partían y llegaban diligencias que comunicaban con varias ciudades.

En la acera de los pares también estuvo la histórica hostería La Cueva, que cerró  en 2014, y en 2015  el edificio fue declarado en ruina por orden judicial.

Otro parador había en la calle del Peso, con la que se cruza esta de Correos que estamos recorriendo. Un parador, llamado como la calle,  que es el actual Hotel Imperial, inaugurado en 1914 y cuyo comedor, llamado ‘de los Gallo’, está abierto al público por la calle Correos. Justo casi enfrente del tradicional restaurante Zamora, que inició su actividad en 1918 con el nombre de casa Pardo, por el apellido  de su propietario.  Y viene lo de Zamora porque algunos años después lo cogió el benaventano Pedro Zamora.

Por cierto, el nombre de calle del Peso se debe, según Agapito y Revilla, a que  este servicio, que garantizaba la fiabilidad de los pesos y medidas de las mercancías, estaba en la esquina de la anterior Casa Consistorial que miraba a la calle de Jesús.

Otro de los puntos de atracción de la calle Correos es el bar el Corcho, que desde 1988 ofrece unas croquetas de jamón de gran éxito entre el público. Mas, no debemos dejar pasar que  al principio de la calle está la pared lateral de la Criolla, un  bar que abrió sus puertas en 1933,  pero que cincuenta años después comenzó a adquirir una enorme reputación en el mundo de la hostelería vallisoletana, cuando se hizo cargo del mismo  Francisco Martínez (Paco).

Otros lugares de interés tiene la calle, y acaso podríamos citar la primera casa, que hace esquina con Calixto Fernández de la Torre, en la acera de los pares, pues su fachada de ladrillo conserva, junto con los balcones, el aire arquitectónico que en realidad tuvo la plaza Mayor y la mayoría de las casas que se fueron construyendo tras el devastador incendio de 1561. Y  el número 3, un edificio que tiene en su coronación la fecha de 1890, advierte en la placa que preside su portal que «Esta casa reúne las condiciones higiénicas prescriptas por las leyes»: Real Decreto de 1904. Apenas una decena de casas en Valladolid conservan esta curiosa placa.

Y, desde luego, la desembocadura de la calle en plaza de la Rinconada, nos regala una vista espléndida de la fachada de San Benito