Juan Villa: "Para mí Star Wars siempre ha sido un referente"

C.C. (Ical)
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Entrevista al artista asturiano, afincado en Valladolid desde los ocho años, inaugura el próximo sábado, 29 de octubre, en Valoria la Buena, la colosal exposición fan de Star Wars 'Puerto espacial'

Juan Villa - Foto: Eduardo Margareto ICAL

Con apenas ocho años, Juan Villa (Luarca, 1978) dejó atrás su Asturias natal para afincarse en Valladolid junto a sus padres. A orillas del Pisuerga siguió alimentando sus sueños de infancia, mientras su inagotable imaginario se enriquecía a golpe de películas de ciencia ficción, mucha serie B, el cine de terror de la Hammer y revistas especializadas. Todo aquello le empujó a formarse como escultor en la Escuela de Artes y Oficios de Valladolid, antes de apostar por el medio rural y decidirse a crear su propio taller, Prometeo Escultura, en Cubillas de Santa Marta. Allí, en plena Campiña del Pisuerga, lleva dos décadas convirtiendo en realidad todo tipo de criaturas, reales o imaginadas, que pueblan los oscuros misterios de la historia o las mentes de los escritores y directores más imaginativos de la ciencia ficción. Ahora, el próximo fin de semana, su proyecto más ambicioso y personal verá la luz: abre sus puertas en la localidad vallisoletana de Valoria la Buena 'Puerto espacial', una colosal exposición fan con infinidad de seres del universo Star Wars, que busca complementar la oferta de turismo familiar que ya emprendió hace tres años en 'El Castillo Encantado', a apenas once kilómetros, en Trigueros del Valle. 

¿Cuál es su trabajo? ¿Cómo resumiría lo que hace?

Digamos que soy un escultor que me dedico al atrezo, por definirlo con una palabra. Todas las técnicas que utilizamos son escultóricas, pero la nuestra no es una profesión al uso, sino la conjunción de muchas profesiones. Cuando estábamos haciendo la reforma de la sede de 'Puerto espacial' y venían los albañiles a hacer sus cosas, a nosotros un día nos veían soldando, otro cortando madera, otro pintando, otro modelando, y nos preguntaban ¿pero vosotros qué sois? No tienes un oficio claro, tienes que saber un poco de todo. Aquí hemos soldado, cortado chapas, remachado, modelado en barro, en plastilina, en impresión 3D, en fresado, modelado digital, pintura, pátinas, efectos… Es el mundo de la escultura aplicada al espectáculo o a los decorados y el atrezo. La mejor respuesta a tu pregunta quizá sea este sitio, 'Puerto espacial', que nace como fruto de una necesidad personal: desde que salí de la Escuela de Artes con veinte años siempre he estado trabajando para un montón de clientes; hemos hecho cosas muy chulas, que nunca hubiera imaginado que podría llegar a hacer, desde yacimientos arqueológicos a musicales como 'Billy Elliot', pero cuando llevas años trabajando a la carrera cada día, en cine, teatro, televisión… llega un momento en el cual te apetece hacer algo que de verdad te pida el cuerpo. 

Imagino que para dedicarse a esto es preciso preservar una parte importante del niño que fue. ¿Cómo lo consigue?

No puede ser de otra forma (ríe). Esta es la exposición que me hubiera encantado ver de pequeño. Recuerdo que de adolescente me llevaron a una exposición de coches de cine con el Delorean y demás, y aluciné. Me he criado en ese ambiente desde crío. Con mis padres siempre que viajábamos a una ciudad me llevaban a visitar los museos. Fuimos a Londres y la ciudad no la recuerdo bien pero en el Museo Británico estuvimos día y noche... Todo eso, junto con mucho teatro y mucho cine, que siempre me ha gustado, fue formando un ambientillo que nunca he perdido. 

¿Por qué acabó junto a su familia en la meseta castellana?

Mi padre era perito industrial y dirigía a una empresa conservera en Luarca en los 80. Aquello pinchó en unos años en los que Asturias empezaba a ir hacia abajo, con el cierre de astilleros y conserveras. Mi madre era maestra y pidió el traslado aquí, y con ella nos vinimos todos. 

¿Qué películas fueron decisivas para atraerle al mundo de criaturas y animales fantásticos que ahora recrea?

Si me dedico a esto es porque de niño, en mi Asturias natal en Luarca, las dos primeras pelis que vi fueron 'ET' y 'La historia interminable'. Me marcaron. Pero yo, lejos de solo verlas y fascinarme, dije: 'No, a mí me gusta esto pero quiero que la gente sienta esto mismo. Yo quiero hacer estas cosas y que la gente que se lo pase fenomenal, igual que yo.

¿Cuándo se dio cuenta del trampantojo que había detrás de todo eso, de cómo se hacían esas películas y de que alguien se ocupaba de ello?

Cuando ya era un poco más mayor. De adolescente empecé a localizar unas revistas que llegaban a España como 'Fangoria', que incluían un pequeño apartado de efectos especiales y que te contaban que había gente en España que se dedicaba a ello. Eso me interesó muchísimo. Me parecía increíble. En esas me enteré de que Colin Arthur (el responsable de los efectos especiales de 'La historia interminable' o del maquillaje de '2001', 'Conan, el bárbaro' y tantas y tantas películas) vivía y trabajaba en Madrid, en Paracuellos del Jarama, y daba cursos. Así que con 20 años allí me planté con una mochila para asistir a uno de sus cursos sin tener siquiera donde dormir. Aquello fue un punto de inflexión definitivo en mi vida. 

¿Qué descubrió con él?

A mí todo ese mundo me gustaba de antes, pero aquel curso me abrió los ojos y me permitió descubrir las infinitas posibilidades que existen. Es decir, este producto no se usa para esto, se usa para lo que tú quieras, para lo que tú te inventes, y de repente una espuma que era para hacer asientos se convierte en el relleno de un Jabba the Hutt o lo que se te pueda ocurrir. Aquello para mí fue como una explosión, me hizo darme cuenta de que no hay limitaciones. La única limitación la tengo yo conmigo mismo. 

¿Qué pasos fue dando para aprender el oficio, antes y después de aquel curso?

De pequeñito tuve mucha suerte al coincidir en los Maristas de Valladolid con profesores como Antonio Merayo o Santamarta, que enseñaban la asignatura de plástica y eran ceramistas. Eran artistas, y como a mí aquello me gustaba aprovechaba un montón sus clases. De ahí salté a la Escuela de Artes y Oficios de Valladolid, donde conseguí sacar mucho partido a mi paso por allí gracias a profesores como Carlos López o Benito Rodríguez Bulnes, y por supuesto todos los demás que tanto me aportaron. Después he seguido formándome con varios cursos en Cearcal de la mano de expertos como Manuel Román, el creador de Los Lunnis, unos muppets excelentes. Lo trajeron y aunque en aquel momento ya estaba a tope con 'Cuarto Milenio' fui de cabeza, porque aprender de gente con una trayectoria así es una oportunidad grandísima, es un regalo. Ahora lo último en lo que he estado trabajando son cuestiones como la impresión 3D, de la mano de José Luis del Olmo, un pionero en el tema en Valladolid. 

¿Cuándo decidió poner en marcha Prometeo Escultura?

Después de la Escuela de Arte estuve unos años junto a compañeros de clase haciendo trabajos para bares y cosas así, y siempre tuve la intención de crear mi propio taller. Pensé que sí podría dedicarme profesionalmente a ello y me animé. En 2002 decidí empezar a pelear: me vine a Cubillas de Santa Marta, compré un terreno, levanté la nave y creé el taller.

¿Por qué ese nombre?

Llegaba el momento de buscar un nombre comercial y tenía claro que no quería un nombre anglosajón. No me apetecía porque no me sentía identificado. Tenemos una cultura mediterránea estupenda, muy rica en mitología, y empecé a bucear en ella hasta que estaba casi convencido de llamar al taller Pigmalión, pero leyendo la historia de Pigmalion apareció Prometeo. Y dentro de todas las leyendas conocidas sobre la creación del fuego hay una pequeña variación, que es que hizo unas figuritas de barro y con el fuego que había robado a los dioses las dotó de vida. En ese momento dije: 'Ya está. No hay más que hablar'.

¿Por qué apostó por el medio rural?

Surgió de casualidad. Tenía una gran amistad con Liane Ruiz, que es una gran pintora hiperrealista de Valladolid. Ella siempre ha sido muy de vida natural y con mucha energía interior, y yo estaba sopesando dejar un pequeño taller donde estaba e instalarme por mi cuenta. Ella me comentó que paseando con su bicicleta había descubierto una zona estupenda, al lado del Canal de Castilla, y que había comprado una parcelita con la idea de montar allí su taller. La vi y me gustó, y pregunté: '¿Venden otra?'. Como sí la vendían la compré y unos años después construí en ella mi taller.

¿Qué posibilidades le brinda vivir y trabajar alejado de las grandes ciudades?

Yo hasta los 8 años me crie en un pueblo, en Luarca. Bajábamos al río a jugar, con seis o siete años ya nos dejaban bajar a la calle solos, y eso en Valladolid siempre lo he echado mucho de menos. Y ya no te cuento nada cuando por ritmo de trabajo estás todas las semanas metido en Madrid, en una espiral de lo que son estas ciudades, o cuando hemos viajado con las exposiciones y montajes de 'Cuarto Milenio'… Es una locura, y de repente estar aquí en un pueblecito es algo fenomenal. Y a raíz de la pandemia mejor aún. Yo no sé cómo se vivió el confinamiento en una ciudad, más allá de lo que vimos por la tele y lo que me han contado mis amigos. Además, durante ese periodo empecé a descubrir de verdad la vida en el pueblo, a hacer la compra en la carnicería del pueblo y demás, algo que antes no hacía. Ahora no lo cambio por nada.  

¿Cómo empezó a colaborar con la Sociedad Española de Criminología? 

Eran años en los que no existía internet, y la única publicidad que funcionaba era el boca a boca. Tú hacías la decoración de un bar y la gente iba allí, y quizá un cliente del bar necesitaba hacer una maqueta para una exposición, o colaborabas con un instituto y el marido de una de las profesoras era policía… Ahí coincidieron varias casualidades y di con Antonio Cela (secretario de la Sociedad Española de Criminología y Ciencias Forenses), que nos llamó para participar en 'CriminalizArte', una exposición que se le ocurrió montar donde relacionaba cómo se reflejaba el mundo del crimen en obras de la historia del arte. Nos pidió hacer una daga de un chamán, cabezas de jíbaro y una réplica de una cueva donde había un grabado del primer asesinato conocido. 

Y en esa exposición es donde le descubre el equipo de 'Cuarto Milenio', el programa de Iker Jiménez…

Fueron a grabar la exposición y les sorprendió lo que habíamos hecho. Recuerdo perfectamente la primera toma de contacto que tuvieron conmigo: Fernando Rodríguez, que entonces era el productor del programa, me llamó mientras yo estaba haciendo la compra en un supermercado. Me contó que habían visto nuestro trabajo en esa exposición y me preguntó si les podría hacer un mamut congelado. Le pregunté para cuándo y me dijo que para la siguiente semana, así que dejé allí mismo las cosas que estaba comprando y me fui a hacer el mamut. Y así hasta hoy.

Hace poco más de un año se ocupó de restaurar los muñecos originales de 'La bola de cristal', que ahora pueden verse en el Museu Internacional Titelles de Albaida, en Valencia. Imagino que le llenará de alegría haber podido recuperar algo tan emblemático para los niños de su generación.

Poder restaurar las marionetas creadas por Alejandro Milán para mí fue como restaurar un cuadro de Goya, de Velázquez, un Mondrian o el estilo que más te pueda gustar. Eso es arte. Que se utilizara para un programa de televisión o para otra cosa es lo de menos, pero estamos hablando de un patrimonio maravilloso, y que no se pierda es fundamental. Está mal decirlo, pero hay que contar que casi todo el material de atrezo que se crea para televisión acaba en la basura. Los muñecos originales de los electroduendes pudieron recuperarse por un cúmulo de casualidades, y es que para la primera temporada se fabricaron en vinilo, un tipo de plástico que era muy común en España entonces, pero envejecían un poco mal y en ese momento irrumpió el látex, que acababa de llegar desde Estados Unidos, y se hizo una segunda versión de las marionetas con la que se rodaron la segunda y tercera temporada, dejando las originales apartadas. Su creador se las llevó a Miami cuando se marchó a vivir a Estados Unidos, y allí se conservaron hasta que falleció, mientras que los muñecos de látex acabaron desapareciendo porque es un material muy perecedero.

¿Cómo ve la explosión actual del CGI en el cine? ¿Puede desvirtuar en cierta forma la magia de lo físico y lo artesano?

Nunca he creído en el enfrentamiento, y menos aún entre compañeros. Son herramientas artísticas que te permiten contar historias. Hubo unos años en los que parecía que el CGI iba a barrer con todo lo físico: con las maquetas, muñecos, muppets... De hecho hubo compañeros de profesión como Rick Baker que decidieron apartarse y dejarlo, pero ahora yo creo que se ha aposentado todo. Con el tiempo se ha demostrado que la fusión de técnicas y de experiencias es lo que nos hace mejorar. Ahora por ejemplo se utiliza la impresión 3D, pero luego se pinta con técnicas de pigmentos naturales, con goma laca o ceras. No te tienes porque obcecar en solo una cosa o la contraria. Hay que ver las ventajas de cada técnica. El CGI te permite agilidad, el maquillaje es bueno para un primer plano que requiere mucho realismo… Se puede llegar a un punto intermedio en el que tienes a un marionetista que te mueve una marioneta, que se graba y luego se retoca digitalmente.

Ha trabajado en televisión, en musicales, en cine, en museos… ¿De qué criatura o creación está más orgulloso?

Siempre de la siguiente. Esta semana por ejemplo hemos grabado un programa especial de Halloween para 'Cuarto Milenio' con unas máscaras y nos lo hemos pasado fenómeno. Ahora de lo que más orgulloso estoy es de 'Puerto espacial' y de 'El Castillo Encantado', que le tengo un cariño especial porque ha sido un proyecto muy pequeñito, levantado con mucho esfuerzo y sin ayuda de nadie, al cual la gente ha respondido y que nos está dando muchas satisfacciones. A raíz del proyecto expositivo el castillo se ha restaurado, y sabemos que seguirá ahí cuando nosotros ya no estemos. Eso me hace sentirme orgulloso. 

¿Cómo surgió aquel proyecto?

El alcalde de Trigueros del Valle, Pedro José Espinosa, era fan del programa de Íker y conocía mi taller en Cubillas. Ellos tenían un castillo, pero estaba abandonado, parado, a falta de restaurar... Como no iba la gente no les concebían subvenciones, como no estaba restaurado no iba la gente… Estaban en un bucle del que no sabían cómo salir. Él me preguntó si podríamos hacer algo con las figuras que yo creaba para el programa, y al principio Íker estaba animado, pero después de darle muchas vueltas me dijo: 'Al final esto va a ser un follón con la cadena, así que móntatelo tú por tu cuenta'. Y menos mal. Así que nos inventamos la historieta, yo sufrague los costes de construcción de los muñecos, Feroca nos patrocinó con los materiales que se utilizaron y el Ayuntamiento puso de su parte el sitio y la gestión. Ellos lo cuidan, pagan al personal contratado y la limpieza. Entre los dos llegamos al acuerdo de repartirnos a partes iguales lo recaudado con las entradas, y con ese dinero ellos son sostenibles, no les cuesta ni un euro tenerlo abierto, y con el dinero que sobra poco a poco van arreglando cosas que surgen en un sitio tan grande. Nosotros, de nuestra mitad, vamos recuperando inversión y a la vez añadiendo contenidos nuevos. Es fundamental renovar contenidos porque si no se estancaría. Ahora estamos pensando para mediados del próximo año en darle una vuelta a la exposición permanente.

¿Por qué ha decidido centrar ahora 'Puerto espacial' , su nuevo proyecto, en el universo de Star Wars?

Yo nací en el 78. No vi las primeras películas de la saga cuando se estrenaron en los cines, pero sí las vi tiempo después en proyecciones al aire libre que se hacían antes en la playa de Las Moreras. Me he criado en este mundo de la ciencia ficción, y para mí Star Wars siempre ha sido un referente, por la explosión de imaginación que supuso y por los cientos de artesanos de los efectos especiales que trabajaron en esas películas. 

¿Qué podrá encontrar quien se acerque a 'Puerto espacial' a partir del próximo fin de semana?

De todo. Mucha imaginación, mucha fantasía, ciencia ficción, robots, naves, extraterrestres de lo más variopinto, desde un mercado donde va a haber productos a la venta traídos de todas las partes de la galaxia, un hangar con réplicas de naves con mucho sonido muchos efectos visuales muy chulos, una cantina muy especial con personajes muy famosos de las películas, un sitio muy divertido tanto para los fans de la ciencia ficción como para todo tipo de público en general. Va a ser un espacio para toda la familia, para que los mayores recordemos otros momentos de nuestra vida y para que los más pequeños también disfruten. De repente, en medio de Castilla, aquí en Valoria la Buena, se van a sorprender con una propuesta de turismo que les va a permitir pasar un buen rato disfrutando de algo inaudito, algo que solamente podrían hacer en un parque temático en una gran ciudad.

¿Dado el amplio perfil de seguidores de Star Wars, no sé si esperan una gran parte de visitantes de fuera, no ya solo de Castilla y León sino de fuera de España?

A pesar de ser una exposición no oficial, una exposición fan, tenemos muchas muchísimas piezas. Hay figuras como el Rancor o una nave enorme que tenemos en el patio, que sabemos que van a despertar mucho interés. Esto está generando muchas expectativas, más allá del ámbito solamente de Valladolid o de Castilla y León. La verdad es que aquí todo el mundo va a ser bienvenido, sean como sean, si tienen tres cuernos o cuatro ojos, procedan de la galaxia que procedan.