El Real Valladolid Promesas concluyó la pasada semana la temporada 2020-21. Lo hizo un poco antes de lo que le hubiera gustado, pero cumpliendo con creces los objetivos marcados por el club al inicio del curso. El filial blanquivioleta disputará el próximo año la nueva Primera RFEF, tercer escalón del fútbol nacional, una competición con 40 equipos divididos en dos grupos de veinte (establecidos por criterios geográficos aún por sin conocerse). Lo hará junto a históricos, como Deportivo de La Coruña o Racing de Santander, y junto a otros filiales, como los del Betis, Sevilla o Villarreal. Y aún faltan muchos rivales por conocerse, algunos que llegarán del playoff y otros, los que desciendan, directamente de la Segunda.

El conjunto que entrena Javi Baraja ha vuelto a firmar una buena campaña, acabando entre los mejores en la primera parte, dentro de su subgrupo en Segunda B, lo que le daba ya plaza para esa Primera RFEF; y luchando hasta la última jornada por jugar, por segunda ocasión, un playoff de ascenso a LaLiga SmartBank. Su triunfo del pasado domingo ante Unionistas no fue suficiente y con él concluyó su competición. «A construir un equipo que nos dé fiabilidad para jugar en esa nueva liga. Con la misma ilusión y a seguir formando para que todos tengan opciones de jugar en el primer equipo», señalaba el técnico tras el último partido.

La base la ha ido poniendo el técnico de Castronuño, con una plantilla muy diferente a la del pasado curso y con juveniles, como Castri o Maroto con muchos minutos en la categoría.

Además, otros, como Sergio López, Miguel Rubio, Lucas Freitas, Vilarrasa, Oriol, Zalazar y Benito han tenido minutos y experiencias con el primer equipo; y, como se recuerda desde el club, otra de las notas positivas fue el regreso de Apa, tras siete meses sin poder competir por lesión.

El Promesas ya piensa en la 2021-22, una temporada en el tercer escalón del fútbol nacional.