Generación hostelera en Montemayor

M.B
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Juan Carlos y Jesús Ángel Gutiérrez Bachiller nos abren las puertas del restaurante La Martina, conocido por su apuesta por las Jornadas y por los "mejores calamares del mundo mundial»

Carlos, en la cocina de La Martina de Montemayor. - Foto: Jonathan Tajes

Quizá sean conocidos por sus jornadas. Las de las Setas, entre octubre y noviembre, son las más veteranas, con 22 años de existencia (y en tiempos buenos con más de dos mil menús entre esos dos meses). Pero también tienen las de Los Puchero, del Espárrago de Tudela, el menú del verano... Su tradición hostelera les avala. Y ser la tercera generación. Porque Juan Carlos y Jesús Ángel, o Carlos y Suso, Gutiérrez Bachiller llevan el negocio en las venas. Hoy al frente de La Martina, un referente gastronómico en Montemayor, con un cuarto de siglo de existencia. Pero antes en La Bigornia, el Barcelona, La Pacheca, el Susi...

El origen o el primer eslabón se remonta al abuelo de ambos, Julio, que emigró a Argentina, donde trabajó como camarero; para regresar a Valladolid e inculcar el negocio a sus hijos: «Nuestra madre abrió el bar Julio y La Martina; y nuestro tío, el Americano». De aquello han pasado muchos años. El primer bar se inauguró en 1959; para que en los 70 llegase el Susi. Ya con los padres de ambos, Martina y Julio, al frente. «Empezaron como el clásico local de vinos aunque ya daban comidas», recuerdan sobre el primero de esos locales.

Si su abuelo y sus padres venían de la hostelería, los tres hermanos lo tenían claro. Así que Carlos, Susi y Francisco Javier, que falleció hace unos años, comenzaron en el Susi, luego en la terraza de verano La Pacheca en los años 80; para luego pasar a la discoteca Vértice poco después. También estuvieron en la capital, con La Bigornia y el Barcelona; antes de centrarse en su Montemayor y en La Martina, nombre en honor a su madre, que falleció hace un par de años.

«La Martina es un restaurante de cocina clásica castellana, aunque con algunas pinceladas modernas», empiezan explicando sobre lo que sale de sus fogones, al frente de los que están Carlos, Seven y Pablo; con Ana, Nicolás y Sara ayudando como camareros,

Abierto todos los días del año para las comidas y para las cenas (en invierno solo viernes y sábados; y verano, todos los días», cuenta con una capacidad para 70 personas en el comedor interior y con una terraza con doce mesas.

Aunque esas jornadas son las que les han dado mucho, el restaurante es mucho más. Cuenta con un menú diario por 12 euros, con cuatro primeros, cuatro segundos, más pan, bebida y postre; y una carta fija los fines de semana, con varios opciones fuera de la misma, en la que se suelen incluir pescados o platos de temporada. Aunque, como Carlos y Susi relatan, sus platos estrella son las patatas con nícalos y costillas, «nícalos, sin la ese; de Montemayor de Pililla, Valladolid, España; costillas de la tienda de Antolín y patatas mona lisa», una opción que es la clásica de las jornadas de las Setas: «Es el único plato que no ha cambiado en los más de veinte años»;y los calamares al estilo de la Martina.

Unos calamares con una historia por detrás: «Ya los hacía nuestra madre en el bar. En su momento, ella habló con el que era el cobrador del coche de línea, Lucio Rico, para que le dijese el sitio de la capital donde hiciesen unos buenos calamares. Se fue al local que le dijo, en la plaza España, y desde entonces los comenzó a hacer». La ración, que sale por unos 12-13 euros, tiene tanto éxito que hasta vecinos como Jésus Ángel lo tiene claro: «Son los mejores del mundo mundial».