Ángeles voluntarios para aliviar la crisis

M.Rodríguez / R. Gris
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El ejército de voluntarios de las ONG vallisoletanas trabaja estos días a destajo para cubrir las necesidades de las personas mayores que viven solas y los colectivos en exclusión social

Ángeles voluntarios para aliviar la crisis

El trabajo de los voluntarios de las ONG de Valladolid se ha incrementado estos días sensiblemente. Su altruismo y generosidad se ha convertido en el ejemplo a seguir por la sociedad civil porque están tejiendo una red de cobertura social para proteger a a las familias más vulnerables y a los enfermos y personas mayores que viven solos. Desde todos los ámbitos, en la capital y en los pueblos, la aportación de organizaciones como Cruz Roja, el Banco de Alimentos o Protección Civil ayuda a minimizar los efectos de esta crisis sanitaria.
 La directora de Voluntariado de Cruz Roja, Raquel González, explica que la organización manda a diario un correo a sus más de 3.000 voluntarios con la previsión de necesidades y ellos contestan en función de su disposición. Reconoce que hay muchas peticiones de ayuda, especialmente por parte de las personas sin capacidad económica para hacer la compra y los enfermos por coronavirus. «Gracias a los voluntarios podemos hacer esta labor», reitera.
Por su parte, el presidente del Banco de Alimentos, Jesús Mediavilla, asegura que han dejado de prestar algunos servicios para no poner en riesgo a los voluntarios. «Solo nos hemos quedado con el servicio de alimentos no perecederos y lo estamos sacando adelante con 18 voluntarios». Mediavilla pone de manifiesto que se han implantado «medidas de seguridad muy estrictas» para evitar cualquier contagio y eso ha incluido que muchos de los voluntarios permanezcan en sus casas y no acudan a la sede del Banco de Alimentos. 
El presidente de Cáritas, Gregorio de la Fuente, apunta que el único servicio que han mantenido esta semana ha sido la atención a personas sin hogar, ya que el resto de voluntarios «corría riesgo de contagio» y se ha adoptado la decisión de suspender las actividades y apostar porque los voluntarios permanecieran en sus casas. «La mayoría del voluntariado es personal de riesgo por la edad y hemos preferido que no vengan». Además, la organización se ha sumado ‘Cáritas ante el coronavirus. Cada gesto cuenta’, para recabar apoyo económico a los programas de ayuda para atender a las personas más vulnerables en esta crisis sanitaria pero también económica y social.
todos pueden ayudar. Desde el estallido de la pandemia y la declaración del Estado de Alarma decretado por el Gobierno se ha multiplicado la necesidad de voluntarios. De hecho, las propias administraciones públicas están solicitando la colaboración ciudadana y se encargan de gestionar las demandas. Así, por ejemplo, el Banco del Tiempo de Valladolid utiliza su red de socios para atender las peticiones de ayuda de particulares o instituciones. En estos días ha conseguido voluntarios para coser batas o mascarillas, pero también para hacer la compra o pasear la mascota de las personas que no pueden salir de sus casas.
En la provincia vallisoletana, el ejemplo de altruismo lo están poniendo los agricultores que han puesto a disposición de los ayuntamientos sus tractores para desinfectar las calles. Una imagen que se ha repetido en muchísimas localidades, donde sus máquinas han servido para limpiar con agua con lejía la calles, plazas y espacios públicos de uso frecuente. Otro voluntarios, coordinados normalmente por los alcaldes, se ocupan en otras localidades de llevar a los domicilios de las personas mayores los alimentos o medicinas que puedan necesitan en cada momento.

 

TANIA MARTÍN /  Voluntaria de Cruz Roja 

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«Es una gran satisfacción ver que puedes ayudar»

 

Con tan solo 27 años, esta estudiante de enfermería no ha querido quedarse de brazos cruzados en esta crisis ocasionada por el coronavirus. Es voluntaria de Cruz Roja desde finales de 2018 y esta semana se ha ofrecido para llevar la compra a personas mayores que no pueden salir de casa. «Primero decimos que estamos disponibles y luego nos trasladamos con un coche de Cruz Roja y subimos a la puerta de la vivienda, dejamos la compra y nos alejamos lo suficiente para que ellos pueda cogerla. Una vez que nos cercioramos de que la tienen nos vamos. Es una gran satisfacción poder ayudar». Dependiendo de esa disponibilidad, Cruz Roja organiza las tareas. De momento, solo lo ha hecho una vez esta semana , pero está animada a repetir. El hecho de ver la cara de las personas a las que ayuda le está trasmitiendo «mucha satisfacción» y  considera que se debe echar una mano cada uno en la medida de sus posibilidades. 

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TRINITARIO HERRERA /  Banco de Alimentos

«Dedico unas seis horas todos los días al reparto de alimentos»

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Trinitario Herrera es militar, aunque está en la reserva y dispone de tiempo para dedicárselo a los demás. Eso le hizo inscribirse hace cinco años como voluntario del Banco de Alimentos de Valladolid. Ahora, en plena crisis por el COVID-19, dedica todas las mañanas a su voluntariado para intentar que nadie se quede sin comida en la provincia. «Todos los días llegó a eso de las ocho y media de la mañana o las nueve y me voy a las dos de la tarde, como pronto». Su función no ha cambiado con respecto al papel que juega siempre, ya se dedica a labores administrativas. «Lo único que ha cambiado es que normalmente estamos más personas y ahora solo venimos unos 15 por las medidas de seguridad». Herrera lamenta que se hayan tenido que dejar algunos servicios sin cubrir, aunque al menos sí está trabajando en la recogida que bares y restaurantes están haciendo de productos perecederos. «Intento poner mi granito de arena».

 

ALBERTO IBÁÑEZ /  Protección Civil 

«Nunca habíamos vivido algo parecido.  Hay mucho trabajo»

 

Alberto Ibáñez forma parte del grupo de más de 30 voluntarios de Protección Civil en Zaratán. Él lleva casi una década trabajando altruistamente por los demás, pero destaca que nunca había vivido una situación similar a la actual. «Estamos con estrés porque tenemos la sensación de que no podemos atender todo el volúmen de trabajo que hay», destaca. Este grupo, que habitualmente trabaja los fines de semana, atiende a diario multitud de llamadas y se encarga de gestionar compras para personas mayores o enfermos que no pueden salir de sus domicilios. Además, reparten la comida que distribuye el Banco de Alimentos en la localidad y se dedican a la desinfección de las calles. «Vemos que la gente tiene respeto al virus y actúa con mucha precaución», apunta. Una precaución que él también extrema aunque asegura no sentir miedo. «Sé lo que hay y tomamos todas las medidas necesarias para evitar cualquier problema». 

 

ANA IGLESIAS / Aecc

«Ver que alguien se recupera es la mejor recompensa»

 

Lleva como voluntaria en la AECC casi cuatro. Llegó para apoyar un evento puntual, pero luego se fue involucrando más y más. «Hice los cursos de voluntariado porque hay que aprender muchas cosas y saber cómo afrontar determinadas situaciones», explica. Y de ahí pasó al voluntariado con pacientes oncológicos en los hospitales, tanto en las habitaciones como en el hospital de día. «En ambos casos se trata de charlar con ellos, siempre que les apetezca, e intentar darles ánimo», detalla.  Una labor de apoyo que también hacen con los familiares, pero que ahora con la crisis del Covid-19 se ha interrumpido. Aunque Ana se encarga de telefonear a una paciente nonagenaria de oncología, casi sin visión, que vive sola. «Se trata de ver que está bien, si necesita algo y charlar con ella para que no se sienta tan sola». Ana Iglesias reconoce que a veces este voluntariado es muy duro, pero que la mejor recompensa es el cariño de la gente y ver pacientes recuperarse.