La moción de Vox impulsa al presidente

Pilar Cernuda
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El debate en el Congreso deja patente la complicidad de Díaz con Sánchez, con quien podría aliarse si no logra el aval de Podemos

El jefe del Ejecutivo felicita a su vicepresidenta segunda tras la intervención de la primera jornada - Foto: Eduardo Parra (E. Press)

No le ha podido salir mejor a Pedro Sánchez. Su sueño, su esperanza de mantenerse en la Presidencia tras las elecciones, se basaba en la unidad de los numerosos partidos a su izquierda. Seguía con preocupación máxima las tensiones entre Podemos y Sumar, porque era indispensable la unión, que no fueran a las elecciones con listas diferentes. La moción de Vox le puso en bandeja una operación que se diseñó en La Moncloa: la puesta de largo de Yolanda Díaz en ese debate parlamentario, única oportunidad para que la vicepresidenta segunda se presentara en el Congreso como una política de primera fila. 

Tenía que ser en la Cámara; su presentación en sociedad el día 2 como líder de Sumar era irrelevante frente a hacerlo durante una sesión plenaria que había provocado expectación máxima: nada menos que una moción de censura de Vox con Ramón Tamames como candidato a la Presidencia del Gobierno.

El discurso lo redactó ella con la colaboración de Enrique de Santiago, secretario general del PCE y político con experiencia. Esa es la versión oficial. La real, que se preparó en La Moncloa, donde el equipo de Sánchez, y hasta es posible que el propio Sánchez, le marcaron a Díaz la línea a seguir, con sugerencias que la vicepresidenta hizo suyas y desarrolló en una intervención que no fue especialmente impactante, pero que entusiasmó a los partidos dispuestos a sumarse a Sumar, valga la redundancia. Entre ellos Más País, Compromís, los Comunes y varios regionales. 

En las filas de Podemos la ira, más que la decepción, se refleja en los rostros de sus principales figuras. Se sienten traicionados por Díaz pero también por Sánchez, que ha puesto en el mapa a la gallega y deja en una situación complicada al partido de Pablo Iglesias, Irene Montero e Ione Belarra. Estos tres, cuya relación con Yolanda es manifiestamente mejorable pero disimulan lo que pueden porque la consideran necesaria para consolidar su proyecto, llevan tiempo con la sospecha de que la vicepresidenta podría negarse a una lista conjunta con los morados para las generales si el partido creado por Iglesias no consiguiera un buen resultado el 28 de mayo. 

Lo que se vivió el martes pasado en el Congreso convirtió la sospecha en certeza: Díaz y Sánchez manejaban ya una opción alternativa en caso de que no les conviniera que Sumar se aliara con Podemos. Esa opción sería que se produjera algún tipo de alianza electoral entre PSOE y Sumar o, si no, que desde Moncloa y Ferraz se ayudara a Sumar -a través de medios de comunicación, facilitar espacios para reuniones y mítines, idear alguna fórmula para proveer fondos- para potenciar esa plataforma y conseguir el mayor número posible de escaños… que pondrían al socialista en la mejor de las situaciones para mantenerse en la Presidencia.

En Podemos intuyen desde hace tiempo que Yolanda no les necesita, advertían acercamientos al PSOE que evidentemente tenían una finalidad. Tras su discurso en la moción, la intuición fue certeza. A no ser que los morados logren un magnífico resultado en mayo, Díaz volará sola, con las alas bien sujetas por Sánchez. Por tanto, la consigna es que a Sumar, ni agua. 

Han dado instrucciones a sus seguidores de que nadie acuda al acto de presentación de abril. Habrá que ver si a la hora de la verdad habrá desertores que decidan acercarse a la gallega aún a riesgo de ser expulsados de Podemos. 

Nuevo escenario

En Vox hacen como que se sienten muy satisfechos del resultado del miércoles pero, cuando consigues que alguien se exprese con sinceridad dicen abiertamente que «Santi» se ha equivocado y les preocupa las consecuencias. 

Puestos en declaraciones sinceras, en Ciudadanos, donde sigue el goteo de deserciones, más de uno y de dos confiesan que la famosa reestructuración del partido no ha salido bien. Echan de menos a Inés Arrimadas, que por lo menos tenía un proyecto y sabía defenderlo aunque no le acompañaba el ánimo de dirigentes y militantes, que tiraron la toalla mucho antes de que se demostrara que tenían razón los sondeos que auguraban la desaparición de Cs. 

Arrimadas pronunció un discurso de altura, demoledor para el Gobierno de Sánchez pero con un tono que se echa de menos en la política actual, donde lo habitual es la escasa entidad de argumentos y el trazo grueso en los ataques, faltos de profundidad, ingenio e ironía. Algo inimaginable en la actual presidenta naranja, Patricia Guasp.

A Alberto Núñez Feijóo la resaca de la moción le cogió en Bruselas, donde tenía una cena con la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen, y al día siguiente encuentros con varios comisarios comunitarios y reuniones con dirigentes del Partido Popular Europeo. Político de experiencia, con toda seguridad es consciente de que el debate promovido por Vox ha sido un revulsivo que cambia totalmente la situación de precariedad que vivía la izquierda, con un presidente desacreditado que todo el mundo daba por desahuciado de Moncloa a corto plazo, y una figura absolutamente sobrevalorada, Yolanda Díaz, a la que Feijóo conoce muy bien, y que precisamente por estar sobrevalorada era objeto de deseo por parte de Podemos pero también de Pedro Sánchez. 

Al socialista le interesaba sobre todo que hubiera pacto entre los morados y Sumar, para contar a su izquierda con más escaños que si fueran las dos formaciones por separado. Y no descartaba la idea de integrar a Yolanda en una lista del PSOE a pesar de que era una operación que no entusiasmaba en las filas del sanchismo. Porque eran conscientes de la sobrevaloración y temían que se descubriera antes de que se convocaran las elecciones generales. Por otra parte, si finalmente se llegaba a un acuerdo con Yolanda, no se le podía dar cualquier puesto en una lista, lo que perjudicaría a quienes aspiraban a puestos de salida en las elecciones que en principio se celebrarán en diciembre.

Giro total

Con el escenario político muy cambiado desde que el martes se inició el debate de la moción de censura, es probable que Feijóo se vea obligado a tomar decisiones que logren rebajar el entusiasmo actual que se vive en las filas socialistas, con un Sánchez, experto en resucitar cuando se le daba por muerto, como bien sabe Susana Díaz, o los que promovieron su expulsión de la Secretaría General de 2016. 

Feijóo se encuentra, o se encontraba, en pleno proceso de poner al PP en primer tiempo de saludo para aprovechar el impulso actual y hacerse con el mayor número posible de gobiernos municipales y autonómicos en las elecciones del 28-M, de manera que ese buen resultado llevara a los votantes a inclinarse en las generales por dar su confianza al partido más votado en mayo.

Sánchez ha dado un giro a la situación de precariedad que vivía, y además tiene por delante una importante agenda europea, que gracias a la invitación del presidente chino Xi Jinping, con el que se verá la semana próxima, se convierte en agenda internacional. Todo ello lo tendrá en cuenta el presidente del PP las próximas semanas, cuando después de Semana Santa se dé el tiro de salida para iniciar extraoficialmente la campaña electoral. 

Feijóo es de observar y escuchar antes de decidir, aunque habrá mucha gente que se sentirá tentada a sugerirle que aborde la nueva situación -porque es nueva, a Sánchez se le abren puertas que estaban cerradas, las de la reelección-, pero el líder conservador actuará según le dicte su propio criterio. Como ha hecho siempre, y no le ha ido mal. Aunque en esta ocasión en el camino que tiene por delante, que hasta el miércoles era de rosas, han aparecido espinas.