Cronistas de la ciudad de Valladolid

Jesús Anta
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La localidad cuenta con unos cuantos 'diaristas' que día a día fueron dejando constancia casi notarial de lo acaecido en el tiempo que les tocó vivir

Cronistas de la ciudad de Valladolid

Es frecuente que a tal o cual escritor se le cite como cronista de Valladolid. Unos u otros, como Pinheiro da Vega, Manuel Canesi, Ventura Pérez, Juan Ortega Rubio, escribieron sobre el siglo XVIII y XIX. O el poco conocido Rafael Floranes (fallecido en 1801), cuyos artículos sobre Valladolid están aún por publicar. Se sabe que un tal Rodrigo de Verdesoto que en el siglo XVI anotaba los sucesos más sobresalientes de la villa.

Además de estos cronistas, la ciudad cuenta con unos cuantos 'diaristas' que día a día fueron dejando constancia casi notarial de lo acaecido en el tiempo que les tocó vivir. Ahí tenemos a Hilarión Sancho, Francisco Gallardo y Demetrio Martínez (los tres del siglo XIX), que nos han dejado un retrato de cómo era Valladolid cotidiano y de lo que ocurría en sus calles, iglesias y palacios. 

Junto a estos cronistas oficiosos, la ciudad, al menos desde mediado el siglo XIX, ha tenido cronistas oficiales, nombrados por el Ayuntamiento, que en la actualidad se eligen siguiendo las pautas indicadas en el Reglamento de distinciones del Ayuntamiento de Valladolid, en cuyo artículo 17 recoge que el título de Cronista de la Ciudad podrá ser otorgado a aquellas personas que hayan destacado por sus trabajos en las letras o en el periodismo, y mantengan una vinculación continuada con la vida local. Tampoco es que sea muy preciso.

Cronistas de la ciudad de ValladolidCronistas de la ciudad de ValladolidHasta esta regulación contemporánea, los cronistas se eligieron por criterios de oportunidad, como fue el caso de José Zorrilla (1817-1893), al que el Ayuntamiento nombró cronista en 1882 como una forma de acudir en sostén de tan preclaro vate que, como casi toda su vida, estaba en gran precariedad económica. El nombramiento llevaba aparejada una aportación económica de 4.500 pesetas, una cantidad notable para su época. Retribución que ya no tienen los cronistas más recientes. Es el caso que aquella asignación le hizo perder a Zorrilla una pensión que a su favor estaba tramitando el Gobierno, pues consideró que si ya tenía unos ingresos no necesitaba la pensión. Eran tiempos en los que las pensiones eran graciables, pues no existía ningún derecho previo para obtenerlas.

Antes que Zorrilla, segundo Cronista Oficial de Valladolid, lo fue Matías Sangrador y Vítores (1819-1869), nombrado cronista en 1862. La realidad es que hay una laguna en nuestra historia local por la ausencia de un detallado trabajo de investigación y divulgación de nuestros cronistas, por lo que el anteúltimo cronista, Teófanes Egido, recomendó al Ayuntamiento que de alguna manera se acometiera esa tarea.

Además de los citados, Valladolid ha tenido como cronistas a Emilio Pérez Ferrari (1850-1907) nombrado en 1891; Casimiro González García-Valladolid (1855-1928) nombrado en 1902; Narciso Alonso Cortés (1875-1972) elegido en 1912; Francisco Mendizábal García (1885-1976) cronista en 1920; y Luis Calabia Ibáñez (1904-1976) nombrado en 1978.

A esta relación hay que añadir dos cronistas que aún viven. Teófanes Egido López (1936) fue nombrado en 2001, veintidós años después de que hubiera fallecido su antecesor, Luis Calabia. Teófanes Egido solicitó en 2018 ser relevado como Cronista, y con su sentido del humor, dijo que lo hizo porque quería conocer en vida a quien le iba a sustituir.  En efecto, ese mismo año el Ayuntamiento nombró Cronista a José Delfin Val, nacido en 1940.

Más, no para aquí la relación de cronistas, pues el Ayuntamiento en el año 2013 nombró a José Miguel Ortega Bariego (1943) como el primer Cronista Deportivo Oficial de Valladolid. Algo que refleja el peso que ha adquirido el deporte en la sociedad.

No tengo sobrinos

En la misma época que Zorrilla, hubo un cronista ocasional nombrado por el Ayuntamiento para que cubriera la coronación, y todos sus fastos que se desarrollaron en Granada en 1889, cuando el Estado coronó como 'Poeta Nacional' a José Zorrilla. Como el cronista de la ciudad era, precisamente, Zorrilla, el Ayuntamiento envió a Mariano Martín Fernández (1866-1940), que solía firmar con el pseudónimo de 'Doctor Blas', para que levantara testimonio de aquel acontecimiento sin parangón en el mundo de las letras nacionales. El resultado de aquella encomienda fue que escribiera el libro 'Zorrilla y su coronación'. El nombramiento de Zorrilla como cronista produjo una curiosa anécdota: al año siguiente de saberse esta noticia recibió carta de un supuesto sobrino en la que tras felicitarle por su nombramiento, le pedía alguna recomendación para conseguir algún empleo. El poeta le contestó que no tenía sobrinos, pero que no le volvería la espalda y le ayudaría, «más ten presente -le escribió- que he vivido y vivo de mi trabajo, por conservar mi independencia salvaje, por no adular a nadie, ni servir a ningún gobernante, y no he tenido más parientes que cuarenta y seis años de trabajo».