Nueva técnica para prever el riesgo de cáncer de mama a 20 años

Europa Press
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Este modelo pionero, desarrollado por investigadores españoles, tiene en cuenta los antecedentes, la edad, lesiones benignas y la presencia de patrones sospechosos en pruebas de imagen previas

Médicos e investigadores del Hospital del Mar de Barcelona y del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (Imim) han desarrollado un nuevo modelo de riesgo para el cribado del cáncer de mama basado en cuatro variables, que permite por primera vez prever el riesgo de desarrollar esta patología a largo plazo, incluso a 20 años vista.

El trabajo, publicado en la revista Plos-One, revisa datos de casi 122.000 mujeres, que se han sometido a una mamografía de control en el Hospital del Mar y en el Hospital de Sant Pau entre los años 1995 y 2015, informó ayer el centro médico en un comunicado. Este estudio da continuidad a la línea de investigación de evaluación en cribado poblacional de cáncer de mama liderada por el jefe del Servicio de Epidemiología y Evaluación del Hospital del Mar, Xavier Castells.

Los modelos actuales permiten predecir como máximo a dos, cinco o a 10 años el riesgo de que una mujer desarrolle esta enfermedad y no estaban, en términos generales, orientados a las féminas participantes en el cribado de cáncer de mama.

La propuesta de los investigadores tiene en cuenta la edad de las mujeres y sus antecedentes familiares, así como los de lesiones benignas en la mama y la presencia de patrones sospechosos en pruebas de imagen previas para establecer el riesgo de desarrollar un cáncer de mama en un plazo que va de los dos a los 20 años.

«El modelo permite, por primera vez, predecir el riesgo de desarrollar la enfermedad en intervalos de dos años, hasta llegar a los 20, cuando, generalmente, los modelos anteriores tenían una capacidad de predicción de un solo horizonte temporal», explicó el autor principal del estudio, el matemático e investigador del Imim Javier Louro.

Este hecho puede permitir, según los científicos, adaptar el seguimiento de las pacientes en función de su riesgo, personalizando la frecuencia de las pruebas de cribado, que ahora se hacen cada dos años a todas las mujeres entre los 50 y los 69 años.