La recuperación de la quinta ola se extenderá durante un mes

A. G. Mozo
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La pandemia toca techo tras multiplicarse por doce la incidencia en 22 días. Hasta la segunda quincena de agosto no se volverá a las tasas previas a la eclosión. Julio suma casi tantos contagios como los 5.999 acumulados entre marzo y junio

Gente en terrazas de la calle Claudio Moyano. - Foto: Jonathan Tajes

La quinta ola inicia su descenso tras 22 jornadas y después de anotarse 5.716 positivos, 178 hospitalizados y 16 fallecidos por covid-19. Valladolid doblegó este jueves la ‘curva’ de este último ciclo pandémico y se encuentra ahora en una fase de ‘meseta’ y pensando en un descenso que en la Consejería de Sanidad pretenden que sea tan intenso como lo fue la escalada, que, en poco más de tres semanas, ha multiplicado por doce la incidencia acumulada en la provincia: de los 68,38 casos por 100.000 habitantes que se registraban el 28 de junio a los 817,83 del 20 de julio. Este jueves la IA al fin empezó a bajar, al caer a 813.

El ascenso de la pandemia en la quinta ola ha sido casi tan intenso como el de la tercera ola, por lo que ese parece ser el espejo en el que mirarse para intentar calcular cuando volverá todo a la situación que había a finales de junio, a los días en que se produjo esta quinta explosión que frenó la última fase de la desescalada antes de entrar otra vez en la ‘nueva normalidad’. Ahora, lejos de aquello, la Junta ha tenido que volver a una especie de nivel 2, al cerrar nuevamente las barras de la hostelería, prohibir el consumo de pie, reducir a diez los comensales por mesa y clausurar el interior de las discotecas.

Estas medidas estarán vigentes hasta los primeros días de agosto, en principio. Los cálculos hablan de que, si se repite lo vivido tras la tercera ola, se necesitarán 27 días para devolver a la provincia a las tasas de incidencia acumulada que había, por lo que no se recuperaría esa relativa normalidad hasta la segunda quincena de agosto.

En la tercera ola, la subida duró 27 días (cinco más) y la incidencia se multiplicó por 14, de los 113 del 30 de diciembre a los 1.534 del 26 de enero. Desde ahí, Valladolid necesitó 33 jornadas para que la IA regresara al punto inicial, aunque esa bonanza se prolongó durante dos meses, bajando finalmente hasta los 85,85 casos por 100.000 registrados el 18 de marzo. 

Eran días en que la incidencia acumulada provincial estaba en una fase de valle, pero pronto se iniciarían unos leves repuntes que se ganaron el apelativo de cuarta ola pese que a la tasa vallisoletana solo alcanzó un pico de 179,2 a día 20 de abril. Y a las tres semanas de iniciarse el descenso, llegaba una especie de quinta ola vallisoletana; un rebrote muy localizado, en el que influyó el puente de San Pedro Regalado, la reapertura del interior de la hostelería de la capital y el fin del estado de alarma. Este fue un repunte de similares características a la cuarta ola, con un pico de 176 de incidencia a fecha 2 de junio. 

EL FIN DE CURSO

El descenso de aquella ‘ola’ fue más lento, pero lo suficientemente sostenido como para marcar ya los registros más bajos de incidencia desde agosto de 2020, llegando a esos 68 casos. La radiografía epidemiológica no era tan buena como la del verano pasado ni los hospitales estaban tan bien, pero parecía solo cuestión de tiempo, puesto que la vacunación iba a toda velocidad.

Todo se estropeó en la última semana de junio por un cúmulo de factores (el fin del curso, los viajes de estudiantes, la reapertura del ocio nocturno, el fin de la obligatoriedad de uso de la mascarilla en espacios exteriores...) que provocaron una explosión de infecciones que, en un principio, se concentraron entre los jóvenes de 16 a 29 años –por eso fue la ‘ola joven’– y que después se fue extendiendo a todos los grupos de edad, atacando fundamentalmente a las personas no vacunadas o con la pauta incompleta.

Y así, los contagios pasaron de los 22 diarios que se registraban la penúltima semana de junio, a los 108 de la última –la de la eclosión de la quinta ola–, saltando a 268 en la primera de julio y a los 312 de la siguiente –la peor–, para, ya en esta última empezar a descender, al bajar al menos de la franja de los 300. En todo caso, son unas cifras que no se dieron ni en la cuarta ola ni en su réplica posterior y que han llevado a julio a sumar, por ahora, 5.716 nuevos positivos. De esta manera, solo con los datos de este fin de semana, se superarán ampliamente los 5.999 contagios que se acumularon en los cuatro meses previos: marzo (1.255), abril (1.885), mayo (1.556) y junio (1.303).