Nicasio Pérez y su Teatro Cervantes

Jesús Anta
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'El Chirigato' creó una asociación que dio origen a este espacio referente de la cultural local

Nicasio Pérez y su Teatro Cervantes

El Chirigato' era el apodo por el que se conocía a Nicasio Pérez Moreda. Fue una persona que alcanzó enorme popularidad entre sus convecinos del barrio de San Juan, y en toda la ciudad. Una popularidad que siguió viva aún después de fallecido pues era el abuelo materno del famoso doctor Montero, pediatra destacado por sus modernos tratamientos. Por ejemplo, para hacer frente a determinadas enfermedades montó una playa artificial en su consulta de la plaza de España, en la que los niños jugaban en bañador bajo grandes focos de rayos uva.

Aunque Juan Agapito y Revilla calificara a Nicasio Pérez de persona de pocas luces, pero de buenas intenciones, lo cierto es que la vida y obras de Nicasio no concuerdan bien con esa opinión. Nació en Valladolid el 14 de diciembre de 1849. Sus padres eran personas de humilde condición y apenas asistió a la escuela, pues tenía que ayudar en casa trabajando, pero acabó convirtiéndose en un próspero comerciante e industrial: tuvo un colmado en la calle Verbena 14, una fábrica de jarabes en la calle Santa Lucía 9, un establecimiento comercial en la calle Esgueva haciendo esquina con la de Moros,  un almacén de piensos en la calle Penitencia (actualmente Nicasio Pérez), y una fábrica de harina en Piña de Esgueva, que disponía de modernas máquinas de vapor y de la que se desprendió en 1901. 

Desde 1880, durante veinte años fue alcalde del barrio de San Juan (nombrado y relevado en dos ocasiones). Relata el cronista de Valladolid, José Delfín Val, que durante su mandato organizó, pagadas de su bolsillo, verbenas y fiestas religiosas y profanas, y durante las fiestas de San Juan instalaba dos fuentes, de una de las cuales manaba vino y de la otra leche.

Nicasio Pérez y su Teatro CervantesNicasio Pérez y su Teatro CervantesCreó una entidad denominada 'Asociación Cervantes de declamación y baile', y con su dinero, construyó un teatro en los bajos de una de sus casas de la calle Santa Lucía: el teatro Cervantes. Lo inauguró el 2 de febrero de 1896. Posteriormente hizo una ampliación y lo reinauguró el 13 de noviembre de 1897. Tenía 360 butacas amplias y cómodas. La intención de aquella iniciativa era crear grupos de teatro para la chiquillería y para los adultos, así los primeros no pasaban tantas horas en la calle, y los otros en las tabernas. También organizó un batallón infantil que, uniformado y con banda de música, a imitación de la milicia, desfilaba por las calles de Valladolid y entrenaba en los descampados de San Isidro, con el fin de enardecer el espíritu patriótico en los tristes años de la guerra de Cuba, mas, al parecer, la idea no gustó nada entre la gente ilustrada de la ciudad.

Una muestra más de las iniciativas bienhechoras de Nicasio Pérez, es que desde agosto de 1887 puso a disposición de sus convecinos una camilla con todos los útiles necesarios para conducir enfermos al Hospital, y cuatro pobres de la casa de Beneficencia para transportar la camilla. Esta camilla, estaba disponible en la calle Santa Lucía 8 a cualquier hora del día y la noche.

Le fue concedida la Cruz de Isabel la Católica por su activa participación en ayudar en la grave epidemia de cólera de 1885.

Falleció el 8 de diciembre de 1929, y el 24 de junio de 1930 el Ayuntamiento descubrió la lápida que dio su nombre a una calle de San Juan (antigua Penitencia), en medio de un multitudinario homenaje, pues fue una persona muy querida por la gente del barrio. Su nieto Nemesio Montero también da nombre a otra calle del barrio. En la fotografía, Nicasio Pérez, con corbata, junto a los trabajadores de la fábrica de harinas.

El teatro

Los grupos del Teatro Cervantes, aunque aficionados, alcanzaron buena calidad en sus representaciones, hasta el punto de que algunos actores terminaron siendo profesionales. El teatro alcanzó fama tanto entre sus convecinos como en el resto de la ciudad. Hacían funciones con cierta regularidad, muchas de ellas con fines benéficos: para las familias de los soldados del barrio llamados a filas, para atender a familias necesitadas, recaudar fondos con los que socorrer situaciones catastróficas, como las recurrentes riadas, atender las necesidades de los soldados destacados en el Riff o para recaudar fondos en favor de las fuerzas armadas de Cuba, o para repartir donativos entre los niños pobres del barrio en la fiesta de Reyes Magos, fecha en la que también recogía juguetes con la misma finalidad. Para el teatro disponía de un gran número de trajes, un amplio atrezo e instrumentos musicales que, además, se podían alquilar para cabalgatas, fiestas, comparsas, etc. en el almacén de Santa Lucía 9. De él se surtían grupos de teatro incluso de las provincias del norte de España.  Fue un negocio que estuvo activo hasta finales de los años veinte.  El teatro cerró el telón definitivamente en noviembre de 1924, y hasta que se derribó la casa donde estaba, en la fachada quedó instalado un bajorrelieve con el rostro de Cervantes.