No le ha ido a Corinna Larsen como pensaba, la Justicia británica ha determinado que el Rey Juan Carlos cuenta con inmunidad en ese país hasta el momento de su abdicación en 2014 y, aunque podrá juzgar los hechos acaecidos después de esa fecha, las acusaciones más graves a las que tenía que enfrentarse el rey padre se habían producido durante su etapa como Jefe de Estado: el presunto registro del apartamento de Corinna en Mónaco por parte de agentes del CNI, y las amenazas que le habría proferido el entonces director de los servicios de inteligencia, el general Sanz Roldán, durante el encuentro mantenido en el hotel Connaugh en Londres.
Por otra parte, Larsen tendrá que asumir las costas del juicio, que superan ampliamente el millón de libras. Muy mala noticia para Larsen, pues a través de sus muchas declaraciones y del podcast que ofrece estas últimas semanas por capítulos para desacreditar a quien fue amante durante varios años, se hace muy evidente que el dinero es uno de los asuntos que más le mueven. De hecho, en la demanda que presentó en Londres pedía que el tribunal británico dictara una orden de alejamiento de D. Juan Carlos y una compensación económica por las consecuencias de su ruptura sentimental.
En esa compensación subyace la polémica en torno a los 65 millones de dólares que le transfirió D. Juan Carlos a Larsen antes del 2014, que según Corinna en una primera versión eran un regalo como demostración del amor que se profesaban y, en otra versión posterior, se trataba de un dinero que le había dado el Rey Juan Carlos para no ser declarados a la Hacienda española.
Lo más preocupante para Larsen es que la Corte de Apelación británica determina que tanto Sanz Roldán como los agentes del CNI eran "agentes del Estado español" y si en las causas que quedan pendientes y se verán en el futuro, se determinara que efectivamente sufrió acoso del CNI, como dice, sería atribuible al Estado español.
D. Juan Carlos no ha tenido un "comportamiento ejemplar", la terminología que él mismo utilizó con el caso Urdangarín. Pero es evidente también que Larsen trata de sacar provecho económico a una relación que se prolongó durante varios años, y que ella ha mantenido muy viva con declaraciones que, por numerosas, inciden en contradicciones, como le dijo el juez británico ante el que compareció durante la apelación. Su situación no es cómoda, porque si se mantiene el juicio, podría encontrarse con testimonios que desmienten hechos que ella da por ciertos, y otros que la dejarían en una delicada situación desde el punto de vista económico.
No cuenta con excesivos amigos dispuestos a acudir en su ayuda. Entre los que más daño le pueden hacer, y ya le está haciendo, aparece su primer marido, que hace unos días, en plena polémica por el podcast, dijo su ex mujer es una persona desequilibrada y mentirosa.