«El futuro pasa por sacar lo covid de los centros de salud»

A.G.M.
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Ana, Mercedes, María y Esperanza -dos médicos, una enfermera y una auxiliar de cuatro centros de salud vallisoletanos- relatan su día a día durante esta sexta ola

Ana María del Olmo Tornero, médico en el centro de salud de Tórtola. - Foto: J. Tajes

«La sexta ola está provocando una sobrecarga altísima, aunque, afortunadamente, la patología que estamos viendo es mucho más leve. Pero la sobrecarga en atención primaria está siendo tremenda porque el nivel de contagios diarios que hemos visto en esta sexta ola no lo habíamos visto en toda la pandemia». Habla Ana María del Olmo Tornero, médico de atención primaria desde hace 21 años y que lleva los tres últimos como coordinadora del centro de salud de Tórtola, quien no tiene dudas de que «el futuro de atención primaria pasa por sacar toda la atención covid de los centros de salud».
«Hablamos de sobrecarga de trámites burocráticos (bajas, notificaciones de proceso...) en una época en la que los compañeros suelen disfrutar de sus días libres, con lo cual la sobrecarga que ha habido sobre todo en diciembre ha sido muy elevada». «Ahora estamos viendo una media de unos 50 pacientes diarios y nos parece un lujo, porque en diciembre y principios de enero hemos llegado a ver unos 75». «Es imposible prestar una atención adecuada con estos niveles de sobrecarga y, sobre todo, porque la frustración en el personal sanitario va en aumento, porque no podemos hacer el trabajo como nos gustaría».
«La esencia de la atención primaria se está perdiendo. Nuestra labor es el seguimiento del paciente, nosotros no somos especialistas hospitalarios que veamos dos veces al año al paciente, lo nuestro es hacer un seguimiento, estar al tanto de los posibles desajustes de los crónicos y eso no nos lo está permitiendo la pandemia. Prácticamente, nos hemos convertido en médicos de urgencias, porque no damos abasto», confiesa esta médica que apunta, además, «el cansancio del paciente, que quiere que se le resuelva todo rápidamente y lleva muy mal unas demoras que son inevitables».
«Las fuerzas en atención primaria están mal porque a esta situación le añadimos los cambios y los concursos de traslados que también generan inseguridad», apunta igualmente y ella es un ejemplo de ello, porque, pese a llevar 21 años en Sacyl, continúa «en situación de interinidad» y este mismo 31 de enero termina su contrato, a la espera de la resolución de la última oposición.

 


 

Mercedes Coloma, médico en el centro de salud de Portillo.Mercedes Coloma, médico en el centro de salud de Portillo. - Foto: J. Tajes

«No hay día que no te vayas con la sensación de que se te ha podido escapar algo» 

 

el excepcional repunte de casos provocados por la sexta ola ha llevado al límite por igual a los centros de salud urbanos y a los rurales. En uno de ellos, el de Portillo, trabaja desde 2016 la doctora Mercedes Coloma, quien no tiene dudas de que esta fase pandémica está siendo «la peor en cuanto a número de pacientes», aunque no desde el punto de vista de la gravedad: «La primera fue terrible. Era cuando los pacientes se te ponían malos de repente y les enviabas urgentemente al hospital y te ingresaban en unidades de críticos».
«Gracias a la vacuna, todos los casos que yo he visto en esta ola han sido leves, pero es tan contagioso que, por ejemplo, cuando ha entrado en una familia, ha sido difícil que no afectase a todos», señala la médica, que destaca la avalancha sufrida en atención primaria, también en el ámbito rural: «Hemos pasado de ver unos 30 al día a más de 50 o incluso 60». Además, destaca el papel jugado en la asistencia a las residencias de ancianos. 
Coloma recuerda que el problema de la sobrecarga asistencial no es solo por la avalancha de casos covid, sino también por la necesidad de seguir atendiendo la patología no-covid: «Hay pacientes que son crónicos y a los que hay que continuar siguiendo. Y personas que pueden sufrir un problema agudo, tiempo dependiente y que tiene que ser abordado. Y, claro, con las agendas tan forzadas como ahora, no hay día que no te vayas a tu casa con la sensación de que se te ha podido escapar algo».
«El problema del covid es también que te encuentras con pacientes que llevan un mes con un síntoma no-covid y que te dicen que no han venido antes porque piensa que teníamos mucho jaleo o por miedo al contagio», comenta la doctora Coloma Pesquera.
Asegura que ahora el gran problema de los casos covid es la burocracia, una sobrecarga que se une a la que llevan años sufriendo cada vez que un compañero se va de vacaciones o se coge una baja, «y toca repartir sus pacientes entre el resto» porque «hay un grave problema de déficit de profesionales».

María Cáceres, enfermera en el centro de salud de Huerta del Rey.María Cáceres, enfermera en el centro de salud de Huerta del Rey. - Foto: J. Tajes

 


 

«Duele que te insulten, que te digan que somos unos vagos... y eso te derrumba»

Esperanza Alonso, auxiliar administrativo en el centro de salud de Peñafiel.Esperanza Alonso, auxiliar administrativo en el centro de salud de Peñafiel. - Foto: J. Tajes

 

Esta sexta ola está siendo un poco diferente a las demás, porque esta sexta ola no está siendo una ola, sino un tsunami. Porque nos desborda la información, los protocolos, las estrategias… Es para volverse locos». María Cáceres es enfermera en el centro de salud urbano de Huerta del Rey, donde trabaja desde 2014, si bien lleva «toda la vida» en Sacyl: «Entré cuando era Insalud...».
Asegura que lo peor es al principio de cada fase pandémica. «Lo peor es siempre cuando empieza la ola, porque se desborda todo, desde las consultas de respiratorio a las de atención primaria y el laboratorio. Todo lo que tiene la enfermería, que tenemos muchísima labor asistencial, se desborda en cuanto empieza la ola. Es de locura».
«La sexta está siendo como todas. Quizá un poquito más de desbordamiento en la consulta de respiratorio, pero es que ya es difícil distinguir, porque estamos tan cansados, tan desmotivados...», reconoce María Cáceres en declaraciones a El Día de Valladolid. «Hay momentos en que te derrumbas. He visto a compañeras echarse a llorar, porque llega un momento en que no tienes fuerzas y tienes multitud de frentes abiertos», asevera.
El comportamiento de los pacientes tampoco ayuda: «La gente está muy cansada, muy enfadada con la atención. Tú estás dando el 100% y te dicen que no haces nada. Nosotros nunca hemos cerrado el centro de salud. No paras de ver gente, de llamar a pacientes...». «Duele encontrarte con gente que te insulta, que te dice que somos unos vagos, que no estamos haciendo nada y eso te derrumba, porque ahora estás como muy sensible por todo lo que llevas encima», reconoce.
María Cáceres explica que al principio «lo peor era el miedo al contagio, al desconocimiento», pero ahora los comentarios de los pacientes les hacen daño porque ellos lo dan «todo»: «Esta mañana me ha comentado un compañero que el otro día una señora insultándoles y grabándoles con la cámara del móvil, cuando ese compañero lleva una jornada en respiratorio, chupando frío porque tienes que tener ventilación... Y esto es a diario». 

 


 

«Nos hemos llegado a ir alas cuatro y media y los teléfonos seguían botando»

 

esperanza Alonso lleva más de dos décadas trabajando como auxiliar administrativo en el centro de salud de Peñafiel y no tiene duda de que la pandemia está siendo la «peor época» de su vida profesional: «Soy una persona a la que su trabajo le encanta y a la que siempre le ha gustado atender y ayudar a la gente, ponérselo fácil… Me considero una enamorada de mi trabajo pero esto del coronavirus lo ha desmangado todo».
Alonso recuerda que han tenido que «reinventarse», desviando gestiones a través del correo electrónico, «para que no se frenase la asistencia en ventanilla», una situación que se tradujo en «mucho más trabajo» para el equipo administrativo de los centros de salud: «Nos hemos llegado a ir a las cuatro y media de la tarde, los teléfonos seguían botando, porque eso no era llamar, era una locura… Hemos hecho muchos esfuerzos para intentar seguir ayudando a todos los pacientes», destaca esta auxiliar administrativo que lamenta la falta de empatía de muchas personas: «¿Cómo ha agradecido la gente todo ese esfuerzo? Pues exigiendo más, porque ellos consideran que es su derecho. La gente ha perdido las formas y ahora son todo exigencias y malos modos", censura en declaraciones a El Día de Valladolid.
«Dan positivo, no conciben que se tengan que quedar en casa y se ponen nerviosos. Y se quejan de que no les llaman, se ponen muy insistentes sin darse cuenta de que a lo mejor hay 20 personas delante de ellos», ejemplifica. «Somos la puerta de entrada a atención primaria y la gente vuelca en nosotros todos sus malestares. Nos llevamos cada chaparrón… Nos dicen auténticas barbaridades por teléfono».
A pesar de que ahora es cuando atención primaria está sufriendo la mayor avalancha de casos, Esperanza Alonso considera que «lo peor fue al principio», ya que «ahora ya está todo más organizado, con una nueva forma de trabajar hecha, con muchas aplicaciones nuevas».
«Muchas veces queda mucha insatisfacción en el paciente, pero también queda en nuestro trabajo, porque ves que no funcionan las cosas como deberían, pero todos hacemos todo lo que podemos».