Asados, celebraciones y mucha tradición

M.B
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José Manuel Rodríguez nos abre las puertas de El Hueco Restaurante, en Fuente Berrocal, especializado en lechazo, cochinillo... y bodas, bautizos y comuniones

David Martín, en el horno de El Hueco. - Foto: J.T.

¿Quién en Valladolid no ha ido alguna vez a El Hueco a una boda, un bautizo o una comunión? El restaurante, especializado desde hace años en la organización de celebraciones y convenciones, es uno de los clásicos de la ciudad y de la provincia, y cuenta con el aval de sus cuarenta años de historia (y alguno más). Porque, aunque abrió sus puertas en su actual ubicación, la plaza de la Ópera en Fuente Berrocal, en 1998, ya en los años 80 tuvo su primer establecimiento, en la calle Campanas.

«La historia de El Hueco es muy larga. El nombre viene de un restaurante que montó el tío de mi padre (Manuel), Hermenegildo, en Bajamar (Tenerife) en los años 40 o 50 del pasado siglo», recuerda José Manuel, hijo de Manuel, y hoy al frente de El Hueco.

Manuel Rodríguez, de Medina de Rioseco, estudió hostelería en Lausana (Suiza) y se fue a trabajar con su tío a Tenerife antes de regresar a casa. Aunque se dedicó a otros negocios, siempre tuvo el gusanillo de la hostelería entre ceja y ceja. Así que a mediados de los 80 abrió el primer El Hueco en el centro de la ciudad, en la calle Campanas: «Fue de los primeros sitios en dinamizar la zona de Coca». Ya trabajaba con el mismo estilo, como un asador: «Fue un gran éxito, llenando todos los días de la semana». Ese primer restaurante cerró a los 7-8 años y, tras un impás, Manuel volvió a la carga en 1998, trasladando el negocio a un incipiente barrio, el de Fuente Berrocal. Primero en lo que hoy es el club social, para ir ampliando espacios.

«Aquí no había nada. Se estaban vendiendo las primeras casas, apenas estaban dos o tres calles asfaltadas... mi padre se encaprichó del local y arriesgó, algo que igual otros no hubieran hecho», recuerda hoy su hijo, en honor a un padre que falleció en enero de 2021.

En 2000, ampliaron el negocio, con salones de boda, y entonces José Manuel, que estaba trabajando en Londres, regresó a casa para ayudar con el restaurante. Desde entonces hasta hoy, aunque entre medias tuvieron otro local unos años en la calle Ferrari.

«Aquí somos reconocidos por el asado, por el lechazo y el cochinillo. Por la comida tradicional, aunque nos vamos adaptando a los tiempos, con producto de mercado, verduras, pescados al horno o la parrilla; y carnes maduradas, que están teniendo mucho éxito», resume el actual dueño de El Hueco, que reconoce que son conocidos, sobre todo, por las celebraciones de toda índole.

Abre de martes a domingo para comidas y cenas, aunque en verano lo hará en horario ininterrumpido; y cuenta, además de con dos salones para esas celebraciones, con capacidad en total para 400 comensales, con el propio del restaurante, para 60 (que será reformado este mismo verano) y con una terraza, que pueda albergar entre 60 y 70, cubierta para evitar el sol y con mucho éxito de aceptación.

Con una carta muy reconocible, trabajan mucho con fueras de carta y con ese producto de mercado o del día. Tienen a tres personas en cocina y encargándose del horno, con David Martín al frente.

«El producto estrella es el lechazo. Eso está claro. Lo importante aquí es la calidad del mismo, churro, que compramos desde hace años al mismo proveedor; la mano del asador y el horno de leña tradicional», añade. Aunque también funciona el cochinillo, «aunque no sea tierra de ello», y todos los productos relacionados con el lechazo: chuletillas, riñones a la parrilla, caldereta...

Clientes del barrio (tiene bar y tapeo), habituales por trabajo o por ocio, y muchas paradas de la Autovía son parte de su clientela, con las ventajas de estar en las afueras, la tranquilidad y el aparcamiento; y las desventajas de no ser zona de paso y rotación.