España muestra su mejor cara

Pilar Cernuda
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Ante esta tragedia que sacude al país, surge un espíritu de solidaridad y grandeza que obliga a afrontar el futuro con mucho optimismo

España muestra su mejor cara - Foto: Enric Fontcuberta

Se encuentra devastado este país. Siempre se piensa que las tragedias ocurren en otras partes, pero ahora se vive aquí, ha golpeado con fuerza y sigue golpeando. Hay historias que encogen el alma, porque la escasez de medios es estremecedora y meten el miedo en el cuerpo; pero en la vorágine dramática surge un espíritu de solidaridad que merece la pena poner en valor. No solo porque reconforta saber que en los momentos más graves los españoles saben estar a la altura, sino porque están demostrando una grandeza, una generosidad, una imaginación para superar las dificultades, que obligan a encarar el futuro con optimismo. 

Con el paso de los días se conocen reacciones ante las que no se puede pasar de largo. De la misma manera que se difunden historias que provocan lágrimas y rabia, también merecen ser contadas las que levantan el ánimo y nos hace sentirnos orgullosos de este país. 

Ha dado el do de pecho Amancio Ortega, y no extraña porque lleva mucho tiempo haciéndolo. Ahora ha puesto a sus empresas en posición de combate: fabricar mascarillas, ropa quirúrgica, traer material de China e importantes donaciones. 

Es emocionante cómo reaccionan colectivos ante el coronavirus. Los héroes están en la familia sanitaria, que arriesgan su vida para salvar las de los demás, trabajan de forma incansable en días que para ellos tienen 25 o 30 horas, y suplen como pueden la carencia del material que necesitan. Son, además, testigos directos de las escenas desgarradoras que se producen en las UCIs y en las habitaciones de los centros sanitarios. Todos los días a las ocho de la tarde reciben el homenaje sincero de centenares de miles de españoles que les aplauden en ventanas y balcones, hacen sonar el himno nacional o el Resistiré con el que han regresado Manuel de la Calva y Ramón Arcusa, nombres que son muy familiares para los que ya son abuelos. El Dúo Dinámico de los años 60 y 70.

‘Himno’ italiano

La música está siendo importante en estos días de soledades. Se canta de balcón a balcón. Ruth Lorenzo ha ofrecido un concierto en vivo y en directo desde el de su casa, y diferentes aplicaciones de internet facilitan gratuitamente conciertos y óperas de las mejores filarmónicas y compañías del mundo. Con una iniciativa que provoca lágrimas todos los días, lágrimas de emoción, Carlos Alsina ha convertido en símbolo de su programa Facciamo finta che, una antigua canción de Ornella Colli que dice algo así como pretendamos que todo va bien, y que envían cantada con su particular versión mayores, jóvenes y niños. Algunas familias han utilizado esa excusa para formar coros y entretener a los críos, que apenas balbucen unas palabras en italiano que no saben qué significa, pero que les hace más llevadero el encierro. Se ha convertido en un himno, como el Resistiré.

Además de los sanitarios, están dando ejemplo transportistas que no permiten el desabastecimiento , taxistas que no conocen la situación de los clientes, los que abren los kioskos todos los días, trabajadores del transporte público, farmacéuticos, empleados en supermercados y tiendas de alimentación... La lista de profesionales que se saben insustituibles es interminable, y no están fallando.

En Murcia, los responsables de una fábrica de sofás han puesto las telas de tapicería a disposición de Sanidad, la han distribuido por el pueblo, con patrones, para que la gente que pueda cosa batas y mascarillas. Además de ofrecer ese material, mantiene activos a quienes se encuentran confinados y con poco que hacer. Varias cadenas de alimentación rápida entregan menús, a diario, a familias con hijos que tenían becas de comedor en sus colegios, y también a sanitarios que no pueden salir de los hospitales. Miles de alumnos de los últimos cursos de Medicina y Enfermería se acercan a los centros para ofrecerse voluntarios a las órdenes de los profesionales y, en la Asamblea de Madrid, los parlamentarios han enviado a hospitales las mascarillas que tenían a su disposición en el servicio médico de la Cámara autonómica. Centenares de propietarios de viviendas en alquiler han llamado a sus inquilinos para decirles que no se preocupen de los pagos en estas fechas, que ya lo harán cuando puedan.

Mirar lo positivo

España vive momentos de incertidumbre y de dolor, con noticias desgarradoras. Pero vale la pena poner en valor lo positivo, aunque no sea más que para aliviar la angustia. 

Millones de niños han descubierto a sus padres. No son unos señores que salían temprano, los dejaban en casa de los abuelos y los veían solo por las noches. A veces ni eso, porque algunos había que les llevaban también a casa de los abuelos sábados y domingos porque necesitaban descanso. Hoy están con ellos, les hablan, les ayudan con los deberes, les preguntan por sus cosas, se inventan juegos, hacen gimnasia y pasan juntos más horas que nunca. A través del teléfono se charla sin prisas con familiares y amigos con los que nunca hay tiempo para hablar, y se descubren programas de televisión que se ven y se comentan en familia. Algunos, incluso, descubren que leer es un placer.

Empresarios hoteleros han puesto sus establecimientos a disposición de la Sanidad, y docenas de restaurantes mantienen a su personal metido en la cocina para enviar menús a personas mayores que no pueden salir de casa, o a residencias de ancianos, en muchos casos de forma gratuita cuando se trata de personas sin suficientes ingresos. Son infinidad los vecinos que llaman constantemente a quienes saben que están solos en uno de los pisos. Se ofrecen para lo que haga falta y hasta les suben la comida cuando saben que tienen miedo a salir a la calle en esta situación. Nunca como ahora se ha vivido la vecindad. Y eso ocurre en grandes ciudades en las que, en la mayoría de los casos, los vecinos son personas a las que se saluda en el ascensor y punto.

Sigamos en positivo. China y Corea del Sur llevan días sin que se produzcan nuevos casos, y su experiencia sirve para no cometer errores por ellos cometidos. China además envía expertos, investigadores y material sanitario a España, en una colaboración inexistente hasta ahora en ese terreno.

Y la buena noticia final. Estados Unidos y China rivalizan por ver quién pone antes una vacuna en el mercado. Lo que  les lleva a trabajar a destajo en esa investigación. De la que nos beneficiaremos los que ahora vivimos, al menos en España, un encierro del que sale lo mejor de nosotros mismos.