Los farmacéuticos se formarán sobre el Champix y Zyntabac

Óscar Fraile
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Las farmacias harán un seguimiento de los pacientes a los que se les prescriba estos medicamentos para dejar de fumar, cuya demanda se ha incrementado desde que Sacyl empezó a financiarlos el 1 de enero

Los farmacéuticos se formarán sobre el Champix y Zyntabac

El comienzo de la financiación de la prescripción de los medicamentos bupropión (Zyntabac) y vareniclina (Champix), ambos para dejar de fumar, por parte de Sacyl ha provocado un incremento de la demanda, tal y como ha podido constatar en primera persona el presidente del Colegio de Farmacéuticos de Valladolid, Carlos Treceño. El Gobierno regional financia parte de este tratamiento desde el 1 de enero, fecha fijada tradicionalmente por muchos fumadores para comenzar su lucha contra la adicción a la nicotina dentro de los propósitos de año nuevo.

No obstante, no todos los fumadores se pueden beneficiar de estos medicamentos. Para hacerlo tienen que cumplir cuatro condiciones. La primera, haber formado parte de un programa de deshabituación tabáquica, ya sea individual o colectivo, que esté implementado en Sacyl. Además, tienen que demostrar que tienen una voluntad expresa de dejarlo y que tienen un consumo intensivo, es decir, de más de diez cigarrillos al día. Por último, su grado de dependencia también tiene que ser elevado. Para comprobarlo, se le somete al test de Fagerström, que determina el nivel de adicción a la nicotina. En esta prueba se le pregunta, por ejemplo, cuánto tiempo pasa desde que despierta hasta que se fuma el primer pitillo, cuantos cigarros fuma al día e incluso si lo hace cuando está enfermo. Si obtiene siete puntos sobre un total de diez posibles, se considera que el nivel de adicción es alto. Y solo en estos casos el médico de familia lo prescribirá. 

El tratamiento con Zyntabac dura nueve semanas y tiene un coste de 62 euros, y el de Champix, doce semanas y 287 euros. Sacyl no financia el cien por cien, el paciente tiene que pagar según su código de aportación, que viene determinado por su situación laboral y nivel de ingresos.

El presidente del Colegio de Farmacéuticos aconseja precaución a la hora de utilizar estos medicamentos. De hecho, asegura que los farmacéuticos tienen una «posición adecuada» para derivar al médico y que valore si el uso es correcto. «Por ejemplo, el bupropión (Zyntabac) en un paciente epiléptico, que tiene convulsiones, debe utilizarlo con precaución y ingerir una dosis más baja y, en el caso de la vareniclina (Champix), también deben tener precaución las personas con síntomas neuropsiquiátricos, antecedentes de trastorno psiquiátrico, embarazadas o con insuficiencia renal», explica. Por eso es partidario de que el médico o el farmacéutico haga un seguimiento del paciente.

Y para facilitar esta labor, el Colegio formará a los farmacéuticos. «Hemos consensuado un protocolo con la Administración para hacer captación y seguimiento del tratamiento, en coordinación con otros profesionales», asegura. El objetivo final es incentivar la motivación del paciente y, como consecuencia de ello, mejorar las tasas de éxito del tratamiento. Los profesionales también evaluarán aspectos como la adherencia, es decir, si los pacientes están tomando los medicamentos de forma correcta. El objetivo es que se transmite un mensaje «unívoco». Treceño añade que los efectos adversos que puedan provocar estos medicamentos no tienen mucha importancia respecto a la mejora de la salud que supone dejar de fumar para una persona.

La doctora Ángela Arévalo incide en que la eficacia de estos fármacos está demostrada, pero recuerda que son «una ayuda más», no una «pastilla milagrosa». La facultativa maneja estudios que demuestran que el porcentaje de recaídas en los seis primeros meses después de dejarlo se reduce más de un 30 por ciento con estos fármacos. Eso sí, su eficacia puede ser nula si el paciente no tiene la suficiente motivación y fuerza de voluntad. Por eso primero se analiza la historia clínica del mismo para ver los antecedentes. Además, Arévalo recuerda que, como el resto de medicamento, estos no están exentos de efectos secundarios. «Las náuseas sin típicas del Champix y el bupropión (Zyntabac) produce falta de sueño», explica. La médica reconoce un mayor interés por parte de sus pacientes desde que se conoció que Sacyl empezaría a financiar estos fármacos, una medida que, en su opinión, es una «muy buena noticia».

La Asociación Española contra el Cáncer (AECC) organiza terapias de grupo para dejar de fuman en las que no utiliza estos medicamentos. Según los datos facilitados a este periódico, el año pasado se realizaron nueve para un total de 86 personas con un porcentaje de abstinencia al finaliza el programa del 80,2 por ciento. Bien es cierto que ese porcentaje desciende a medida que pasan los meses, tal y como se desprende del seguimiento que hace la asociación, pero no excesivamente. De los 88 que se sometieron al programa en 2018, el 80,7 por ciento dejaron el tabaco al acabarlo y el 76,1 por ciento seguía sin fumar pasado un año. Es decir, tres de cada cuatro que lo intentan, lo consiguen.

Los participantes en este programa se iniciaron en el tabaco  a los 14 años y más de la mitad de ellos ya habían intentado dejarlo una o dos veces.

Manuela González: «Lo intenté con Champix y no dejaba de vomitar»

Manuela González tiene 64 años y fuma desde antes de cumplir los 20. En más de cuatro décadas lo ha intentado dejar varias veces, no siempre con el suficiente convencimiento personal. En una ocasión se decantó por el Champix porque se lo recomendaron en la farmacia, pero su experiencia no fue muy positiva. «Lo probamos a la vez mi marido y yo y nos sentó fatal porque nos revolvía el estómago e íbamos vomitando por las esquinas», recuerda. Pese al importante desembolso que supone este medicamento, ambos lo abandonaron a la semana de empezar y casi fue peor el remedio que la enfermedad. «Nos pusimos a fumar como locos», señala. Eso sí, hace casi dos meses que ha iniciado un tratamiento con otro medicamento, Elontril, que le está dando muy buenos resultados. «Me lo recomendaron en la Asociación Española contra el Cáncer y, aunque cuesta, no he fumado desde entonces», señala. Ahora recurre a caramelos y chicles para matar la ansiedad, que cada día es menor. En tan poco tiempo los beneficios han sido más que notables. «Lo he notado sobre todo en el olfato, ahora lo huelo todo», concluye esta exfumadora.

María Eugenia Pardo: «A mí me funcionó, hace cinco años que no fumo»

Cuando cumplió los 40, María Eugenia Pardo decidió emprender una batalla contra el tabaco. Llevaba fumando desde los 15 y los intentos que había hecho con anterioridad habían acabado en fracaso. Pero en ese momento decidió cambiar de sistema, consciente de la importancia de ganar esa batalla, ya que padece la Enfermedad de Crohn y la nicotina puede empeorar el desarrollo de la misma. Fue su médico y las trabajadoras de su farmacia habitual las que le hablaron de Champix, y se animó a probarlas después de que se las recetase el facultativo. «Necesitaba algo más que fuerza de voluntad y la verdad es que me fue genial porque, pese alguna contraindicación, nada grave, lo conseguí después de solo dos meses de tratamiento», señala. De eso hace cinco años y desde entonces no ha sufrido ninguna recaída. «Espero seguir así porque sé que con solo una calada caería otra vez, así que... ni eso», añade. El único contratiempo que sufrió al tomarlas fueron los gases y la imposibilidad de conciliar el sueño las mismas horas que antes de tomarlas. Pero el sacrificio valió la pena. De hecho, no duda en recomendar este medicamento a las personas que quieran fumar y puedan tomarlo.