Santiago González

CARTA DEL DIRECTOR

Santiago González

Director de El Día de Valladolid


28-O, el día en que llegó el cambio a este país

30/10/2022

El 40 aniversario de la gran victoria socialista de 1982 no está pasando desapercibido en la sociedad. Los propios protagonistas, Felipe González y Alfonso Guerra principalmente, están recordando aquella jornada histórica, en la que el PSOE obtuvo una aplastante mayoría absoluta en las urnas, que le permitieron gobernar con 202 diputados de los 350 que forman el Congreso. Evidentemente, como se ha repetido hasta la saciedad, aquel resultado electoral supuso un antes y un después en la historia de España. El lema socialista 'Por el cambio' se hizo realidad y empezó de verdad la democracia, cerrando ya la puerta de una Transición que había sido ejemplar, pero que no se podía prolongar mucho más. La llegada de un partido de izquierdas, que pocos meses antes había renunciado ya al marxismo abrazando la socialdemocracia, abrió paso a una nueva generación de dirigentes que nada habían tenido que ver con la dictadura franquista.
Ya se ha escrito mucho sobre este aniversario y la importancia histórica de aquel día. Por supuesto, la ausencia de revanchismo y la puesta en marcha de un programa integrador, de reconstrucción nacional y de creación institucional de la democracia ayudaron mucho a paralizar el 'ruido de sables' y abrir nuestro país a Europa. Aunque como es lógico hoy todo es muy diferente a la situación de hace 40 años, quisiera pararme en dos aspectos que explican con cierta nostalgia quienes protagonizaban la sociedad de aquellos años 80. Sin caer en el tópico de que en esa década prodigiosa todo era mejor, la política de entonces nada se parece a la actual. La participación, de forma altruista e ilusionada en casi todos los casos, era abrumadora y desde los más jóvenes a los mayores acudían a pegar carteles, a los mítines o debatían apasionadamente en bares y cafeterías. Todo aquel interés se ha convertido ahora en indiferencia y en hastío de una clase política que no parezca preocupada por mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos ni por hacer de España un país mejor para vivir todos.
Otro de los aspectos que ha cambiado enormemente tiene que ver con los sentimientos. Hace 40 años existía un fuerte sentimiento colectivo, la inmensa mayoría de los ciudadanos pretendía alcanzar unos objetivos comunes. Tanto los políticos como la sociedad mantenían unos retos por los que trabajar y luchar, algo que hoy ya no existe. Precisamente, cuando vivimos en un mundo más global que nunca, los partidos se preocupan en exceso de su territorio o de su colectivo, sin afrontar un proyecto que pueda unir a los españoles e incluso a los europeos. Y no solo es un pecado de los políticos, también los ciudadanos cada vez más se miran al ombligo, se preocupan por su entorno más cercano sin contar con un reto de país en el que unir esfuerzos.
Todo ha cambiado mucho y no solemos encontrar soluciones echando la vista atrás. Sin embargo, tampoco resulta de más recordar que hay acontecimientos, fechas, momentos en que un país y una sociedad cambian, unas veces para mal y otras para bien. En este caso, el 28-O fue una cita electoral que marcó el inicio de la España moderna y democrática. Había mucho por hacer, prácticamente todo, y evidentemente no se pudo hacer todo en unos pocos años, pero ese camino emprendido no ha tenido vuelta atrás y ahora solo nos queda a quienes formamos parte de la sociedad, y también a nuestra clase dirigente, seguir avanzando y no retroceder. Echemos una miradita, aunque sea con el rabillo del ojo, y volvamos a ilusionarnos con acometer los proyectos y reformas necesarios en Valladolid, en Castilla y León y en España para dar otro salto y volver a apuntar una fecha en la Historia.
Desde aquí mi reconocimiento a esos políticos que hicieron posible esta España democrática y libre, no sólo a los socialistas, y a aquella sociedad que supo coger el camino correcto después de muchos años de oscuridad.