Sinopsis oficial
Cuenta la historia de María, una bailarina joven, divertida y con ansias de libertad a principios de los años 70, una época que en España estuvo marcada por la rigidez y la censura, especialmente en televisión. Con ella descubriremos cómo hasta el más difícil de los sueños puede convertirse en realidad, y todo ello contado a través de los grandes éxitos de Raffaella Carrà.
Tras dejar a su novio plantado en el altar de una iglesia en Roma, María viaja a Madrid para descubrir qué quiere hacer con su vida y cumplir su sueño de ser bailarina. Junto a su inseparable amiga Amparo, María consigue poco a poco abrirse paso en el mundo de la televisión y pasa a ser parte del cuerpo de baile del programa de más éxito del momento, “Las noches de Rosa”, protagonizado por la gran Rosa, dirigido por Chimo un hombre con cierta tendencia a “intimar” con cualquier chica que se le ponga por delante, y supervisado por Celedonio, censor de la televisión.
Allí se enamora de Pablo, un trabajador de la cadena con quien empieza una maravillosa relación, pero quien no le cuenta toda la verdad sobre su trabajo. Pablo se enfrenta a su padre y, junto a María, deberán decidir si merece la pena romper las reglas establecidas y hacer un cambio radical en sus vidas.
La crítica -
Por Juana Samanes
Imitando la fórmula de Mamma Mía! (2008), este musical español enlaza argumentalmente los temas más pegadizos de la cantante italiana Raffaella Carrà, quien durante tres décadas fue una de las grandes estrellas de la televisión de nuestro país. Sus canciones no poseen la calidad de las del grupo ABBA pero destilan alegría.
A principios de los años 70, una joven llamada María llega a Madrid, procedente de Roma, tras dejar plantado en el altar a su novio italiano. Entre sus sueños figura el ser bailarina. Apoyada incondicionalmente por su amiga Amparo logra entrar en televisión y formar parte del cuerpo de baile del programa de más éxito del momento: “Las noches de Rosa”. Mientras, en su vida personal conoce a Pablo, del que se enamora, desconociendo que ambos trabajan en áreas de difícil encaje. Todo ello enmarcado en unos años donde la censura franquista ponía límites tanto a las imágenes emitidas en cine como de televisión.
El amor que sentía el director Nacho Álvarez por las canciones de Raffaella Carrà están en el germen de este proyecto de argumento pueril, frívolo, pero tremendamente gracioso. En el mismo se afronta con más colorido que veracidad la década de los años 70, y se menciona, con mucha gracia y más histrionismo, el control que se realizaba de la imagen, tanto de vestuario como de apariencia, de todos aquellos, sobre todo féminas, que salían por la pequeña pantalla.
En los tiempos de incertidumbre que vivimos, uno de los aciertos de la película es que colabora a que el espectador salga con “buen rollo” del cine y aparque sus problemas durante dos horas. A ello contribuye el envoltorio estilo “Kitsch” donde predominan unos los colores llamativos que dan a toda la trama un aspecto de historia más cercana a una especie de bombonera surrealista que a la realidad y donde no falta una imagen que rinde homenaje y recuerda a La La land, La ciudad de las estrellas, el mejor musical que se ha estrenado en los cines en los últimos años y donde también se jugaba con los tonos alegres.
El director también ha sido inteligente en la elección del reparto, que deben cantar y bailar (hacen mejor lo segundo que lo primero) y donde están estupendas tanto Ingrid García Johnson como Verónica Echegui, ésta última saladísima interpretando a la amiga del alma de la protagonista. Tampoco están mal Fernando Guallar, uno de los pocos actores españoles que tiene físico de auténtico galán, ésta es su apuesta más destacada en el cine, a su lado aparece el veterano Pedro Casablanc, aquí encarnando a un caricaturesco censor franquista.
Porque esta propuesta más que denunciar las deficiencias de una época, se ríe de ellas aportando romanticismo y, por supuesto, números musicales muy vistosos.