Más de 8.700 médicos eligen esta semana su plaza de residente en función de sus resultados en el examen MIR. Son jóvenes de la generación Z (1995-2000) que al escoger suelen dar prioridad a la calidad de vida y, por eso, uno de los asuntos que más preguntas suscitan son las guardias: cómo son, de qué tipo y cuántas se hacen. Esta preocupación por las guardias y su penosidad coincide con la propuesta de la ministra de Sanidad, Mónica García, de acabar con el modelo de 24 horas que funciona desde hace 50 años en el sistema sanitario y avanzar de forma gradual hacia guardias de 17 horas, sin sufrir pérdida de poder adquisitivo. Pero no es solo esto lo que preocupa al residente de primer año. El secretario de médicos jóvenes del Colegio de Madrid, Santiago Cotobal, señala que la supervisión y la capacidad de ser independiente y no un mero observador, la investigación y la posibilidad de rotar en el extranjero para ampliar la formación son otros de los intereses de los nuevos galenos.
Cotobal, que es residente de cuarto año en el hospital universitario Severo Ochoa, explica que el número de guardias que se hace está entre cuatro y seis al mes y siete como una excepción, si bien lo recomendable son cinco, «que es el número ideal para que el médico pueda aprender sin perder formación».
Las guardias se libran, obviamente, y se hacen en todos los centros salvo alguna excepción, y pueden ser guardias de hospitalización, de urgencias o en Atención Primaria y serán más o menos tensionadas en función de la carga asistencial o del médico adjunto que puede ver o no la opción de hacer diferentes turnos para que el residente pueda descansar un mínimo de horas, señala Cotobal. También se interesan estos nuevos médicos por el ambiente en el servicio y las salidas laborales de la especialidad preferida, que van fluctuando cada año. A la hora de elegir, este vocal y responsable de médicos jóvenes tiene claro que prima el materialismo sobre la vocación y pone de ejemplo dermatología y cirugía estética y reparadora, que son las especialidades que primero se agotan porque suponen «una supuesta mejor calidad de vida en la medicina privada».
Este año para elegir plaza el Ministerio de Sanidad ha habilitado un asistente virtual (chabot) para la resolución de dudas y la aplicación Simule, que permite a los solicitantes saber qué probabilidades tiene de obtener una determinada plaza, según las prioridades que han formulado los aspirantes que le preceden en número de orden.
Para resolver dudas y facilitar la elección, los hospitales activan las jornadas de puertas abiertas y recurren a las redes para potenciar sus puntos fuertes.
Captar a los mejores
El presidente de la Comisión de Docencia del hospital universitario Gregorio Marañón, Javier de Miguel, explica que las presentaciones cada vez son más atractivas y las unidades docentes organizan sesiones específicas, también online, «para llegar a más gente». De Miguel indica que los «puntos fuertes» del hospital que estos días están mostrando a los residentes son la excelencia, la innovación y la humanidad: «Ejercemos una medicina centrada en el paciente».
Afirma que el hospital atrae a los números más altos del MIR y en la pasada convocatoria más del 20 por ciento de las plazas fueron elegidas el primer día. «Atraemos a mucha gente, el Gregorio Marañón está entre los que eligen los 100 primeros del MIR y hasta los 10 primeros, eso da prestigio y lo llevamos a gala», añade. Y es que este centro, según De Miguel, está entre los tres preferidos por los médicos residentes. En 2023, les llegaron un millar de solicitudes de otros hospitales que vienen a formarse aquí en un área concreta.
También el hospital Vall d'Hebron, en Barcelona, es una referencia. La jefa de Docencia, Mónica Rodríguez, subraya que es un centro que da la posibilidad de entrenar habilidades técnicas y no técnicas como la comunicación, el trabajo en equipo y el liderazgo, pero además da la oportunidad de formarse en investigación.
Rodríguez explica que al hospital más que los números, le interesan médicos motivados y con ganas de formarse. «Hace unos años buscábamos a los mejores números, pero no siempre los primeros son los mejores residentes. La gente que ha llegado hasta aquí ha pasado por una formación muy dura, todo tienen un talento extraordinario» señala. Por ello, insiste en que el número viene determinado por un examen y el Vall d'Hebron «abre las puertas a gente que quiera aprender y formarse».