«La gente tenía hambre de procesión»

Luis Amo
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Los asistentes a los desfiles han reclamado 'in situ' más silencio, orden y respeto

El Encuentro de la plaza de Santa Cruz fue uno de los actos más multitudinarios de la Semana Santa 2014. - Foto: J.Tajes

Efectivamente, Valladolid tenía hambre de procesiones. El alcalde, Javier León de la Riva, es rotundo a la hora de hacer balance de la Semana Santa 2014, en alusión tanto a los vallisoletanos como a los turistas porque, entre todos, como él mismo ha comprobado dado que ha asistido a numerosos de los actos programados por las cofradías, las aceras estaban plagadas de gente, pero también los bares y restaurantes, además de los hoteles.


Un llenazo de público, de naturales y foráneos, que este año, además, ha reclamado especialmente en la calle la esencia de la fama que tienen las procesiones vallisoletanas, que es silencio, disciplina y respeto. Y es que se han vivido en numerosas ocasiones varios episodios de personas pidiendo callar a los demás, demandando ese silencio tan propio y característico de esta Semana Santa, pero también evitando que algunas personas cruzasen por el medio de una cofradía e incluso solicitaron a algún bar del entorno que bajasen el volumen de la música dado que tenían las puertas abiertas del local.


Este año, con más gente en la calle, lo cierto es que ha servido para hacer valer ciertas características de la Semana Santa de Valladolid que con el tiempo parecían un tanto relegadas, distinguiéndose además algunos aplausos únicamente como sentir y clamor popular al trabajo bien hecho de los cofrades.


La «plenitud» con la que se han vivido estos días, como ha señalado el prelado,Ricardo Blázquez, ha significado también que los vallisoletanos hayan valorado con su presencia la importancia y significación que tiene en nuestra cultura la Procesión General del Viernes, además de las otras más íntimas de cada hermandad. Pero, si duda, en el aspecto de la participación, ha tenido que ver, como señala el presidente de la Junta de Cofradías, José Miguel Román, «el hecho de que no ha habido cole toda la semana».