Después de varias semanas acumulando polémicas y críticas negativas, Ousmane Dembélé reaccionó a su manera con una actuación tan decisiva como imprevisible que propició el empate del Barcelona ante el Atlético de Madrid el pasado sábado en el Wanda Metropolitano.

Nada de lo que hay alrededor del delantero francés es normal. Ni en su vida deportiva ni en la extradeportiva. Como tampoco fue normal cómo obtuvo una tregua a una situación más que difícil. Su técnico, Ernesto Valverde, lo castigó hace dos semanas excluyéndolo de la convocatoria al no presentarse a un entrenamiento alegando una gastroenteritis de la que muchos dudaron. Pero al entrenador culé no le quedó más remedio que recurrir a él a 11 minutos del final del partido ante los colchoneros. Y el delantero contestó con el gol del empate. Una diana que llegó a su manera: realizando un quiebro quizá innecesario dentro del área y definiendo entre las piernas del arquero Jan Oblak. Discutido desde que llegó, su calidad y olfato de cara a puerta alivian cualquier duda sobre un jugador instalado siempre en el foco.

Se comentó su inadaptación y compañeros como Gerard Piqué o Luis Suárez le recordaron que debe ser más profesional, tanto dentro como fuera del campo. 

Valverde le levantó el castigo en Madrid, aunque seguramente fuera por necesidad, y el francés recordó a su afición que es un futbolista con enormes condiciones, con talento y con cosas diferentes a muchos otros jugadores. «Dembélé tiene cosas, desparpajo, uno contra uno, disparo con las dos piernas y tiene personalidad. Tiene un gran talento y tenemos que ayudarle a que lo saque. Durante la temporada pasan muchas cosas y estamos en boca de todo el mundo, como le ha pasado a él últimamente. Esperamos que en el juego nos dé mucho, como esta demostrando», apuntó el ‘Txingurri’ tras el encuentro.