Aguilar de Campos: prodigio mudéjar

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LA RUTA DEL FIN DE SEMANA por Ernesto Escapa

Aguilar de Campos - Foto: El Día

Aguilar de Campos despliega la cuadrícula de su caserío por la ladera de un cerro que cobijó sucesivamente a vacceos y romanos. En este proceso, cambió varias veces de nombre, hasta quedarse con el que le pusieron sus repobladores leoneses. Una cierta tradición erudita, respaldada por el entusiasmo pionero de Federico Wattenberg, emplazó en el promontorio terroso del que cuelgan sus calles la ciudad vaccea de Intercatia.

Aquella vaporosa Intercatia sufrió un ataque romano comandado por Lúculo en el año 151 antes de nuestra era. Luego, los nuevos colonizadores la bautizaron como Castro Mayor, y con ese nombre siguió hasta finales del siglo doce. Entonces conoce una profunda remodelación, impulsada por Alfonso VIII de Castilla, que convirtió la pendiente del cerro fortificado en un asentamiento con diseño geométrico.

Aguilar de CamposAguilar de Campos - Foto: El Día VENTA DEL RETABLO GÓTICO

Lo mejor del pueblo se encuentra cerca de la plaza de la Constitución, que es la del rollo gótico, presidida por la maravilla mudéjar del arco de San Andrés. En la parte baja se alza la torre de Santa María, que junto algunos restos de la cabecera es cuanto queda de la iglesia renacentista. El cuerpo del templo pertenece a la segunda década del siglo veinte. Aprovechando el revuelo de la ruina se evaporó el retablo mayor, un ejemplar magnífico de la primera mitad del siglo dieciséis. En realidad, fue vendido por diecisiete mil pesetas, que ya era dinero para la época. En el trato tomaron parte unos anticuarios de Zamora, pero enseguida se dio salida al material por ferrocarril, parece que con dirección a Zaragoza, donde radicaba el comprador.

Las calles de Aguilar conservan algunos ejemplos de la magnífica arquitectura tradicional que dio lustre a la villa. En la calle Beato Apolinar puede verse el antiguo pósito, de adobe y ladrillo, con entrada por un noble arco de piedra, y de camino hacia la plaza se encuentra la casa consistorial, de fines del diecinueve.

LA PENDIENTE DEL CERRO

El recinto de la plaza enlaza el cerro del castillo con el poblado extendido hasta la campiña. Su disposición inclinada realza aún más la imagen de San Andrés, desprovista ya del pórtico que cobijaba sus entradas. Este templo se hizo en el primer tercio del siglo quince, bajo el patrocinio del almirante de Castilla. Su fábrica es de aparejo toledano, a base de ladrillo y mampostería. Una actuación reciente descubrió la armadura mudéjar que cubre la nave central, cubierta por bóvedas barrocas, y consolidó el exterior del templo, muy rico de volúmenes. La portada principal, de clara filiación musulmana, es una de las más hermosas y desde luego la más inolvidable de nuestro arte mudéjar. Un grabado de Parcerisa reproduce con detalle el pórtico desaparecido, que daba al templo un efecto escalonado que ahora en buena medida ha perdido. Se derribó en 1868 y sus piedras se usaron para tapiar las capillas laterales abiertas al pórtico, mientras los elementos decorativos se desperdigaron por casas y pueblos de alrededor.

LA PLAZA DEL ROLLO

La eminencia del cerro fortificado, que a espaldas del caserío se escalona en varias terrazas de cultivo, llevó a los repobladores leoneses a cambiarle su nombre de Castro Mayor por el todavía más exagerado de Aguilar. En su homenaje hay que ascender por la plaza inclinada de San Andrés hasta el mirador de los trogloditas, desde donde se aprecia el derrame geométrico de su caserío, que baja hacia el surco fluvial del Navajos organizado en torno a siete calles diáfanas y sin recovecos. Las viviendas rupestres aparecen enmascaradas por apósitos de bodega o chiringuito urbano. Así que lo aconsejable es entretenerse con el horizonte paisajístico, cuyo vuelo concluye en el juego de volúmenes de la iglesia de San Andrés, que asoma al pie.

Desde la portada mudéjar se aprecia la verticalidad del rollo gótico, aupado sobre una grada circular de seis escalones. A partir de aquí, el paseo prosigue hacia la ermita de Fuentes. El camino sale de la plaza del Rollo y desciende a la vaguada que agrupa las instalaciones deportivas. Luego, ofrece a su derecha la subida a un molino de viento restaurado. Desde su mirador se aprecia la silueta mocha de la ermita de Fuentes, que es lo que se salvó de un antiguo convento, primero jerónimo y después franciscano. En ese lugar se apareció la Virgen a una pastorcilla, que sólo a la tercera consiguió que los vecinos atendieran su relato de la visión y la súplica de la Virgen, que pedía un templo donde cobijarse.

DATOS PRÁCTICOS

Llegar. Hasta Aguilar de Campos se accede desde la N-601, entre Berrueces y Ceinos, por el ramal de la VP-5506.

Comer. En Aguilar, El Pajar (983 730 009). En Ceinos, Mesón Ceinos (983 760 014). En Santa Eufemia del Arroyo, Caserío de Santa Bárbara (983 716 098). En Valdunquillo, Pikú (983 754 141).

Turismo rural. En Morales de Campos, la Casa de las Bolas (983 722 097). En Palazuelo de Vedija, Fuerte de San Gregorio (618 497 632) y La Huerta (983 303 301). En Becilla de Valderaduey, El Cantón (983 746 145). En Bolaños, La Huerta Mantilla (983 757 302).