Escudo frente al sol

SPC
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La mitad de los españoles no protege bien frente al astro rey a los recién nacidos, que no deberían estar expuestos directamente a los rayos hasta que cumplen un año de edad

Tras el largo invierno y un período intenso de lluvias se acerca el buen tiempo y con él las ganas de disfrutar de actividades al aire libre. La exposición al sol tiene múltiples beneficios para la salud, como el fortalecimiento de los huesos, la estimulación del sistema inmune o la mejora de la calidad del sueño. Sin embargo, los rayos del sol también pueden repercutir negativamente en la piel si no se toman las precauciones debidas. 

En este sentido, es especialmente importante proteger a los más pequeños de la casa de los efectos nocivos del sol, ya que su piel es más sensible que la de los adultos. Por ello, es esencial no exponer directamente a los menores de un año a las radiaciones solares. Se trata de una regla de oro que tan solo tienen en cuenta la mitad de las familias españolas, según el IV Estudio CinfaSalud sobre Percepción y hábitos de salud de la población española en torno a la fotoprotección, elaborado por Laboratorios Cinfa y avalado por la Academia Española de Dermatología y Venereología.

Susana Mezquita, experta del Departamento Científico del laboratorio, explica que «los niños cuentan en su piel con menos mecanismos de defensa naturales que los adultos porque su barrera cutánea no ha terminado de desarrollarse». Así, cuanto más pequeños son, mayor riesgo corren de sufrir daños tras la exposición solar, como enrojecimiento, pigmentación o quemaduras solares. Asimismo, hay otro tipo de efectos nocivos a largo plazo como el envejecimiento o el riesgo de sufrir melanoma cuando crecen. 

Por este motivo, ahora que llega el verano, es necesario extremar las precauciones en torno a la fotoprotección infantil, y más sabiendo que, por el tipo de actividad que realizan al aire libre, los niños pueden recibir hasta el triple. 

«La mejor manera de proteger su piel es evitar o reducir el tiempo de exposición solar, sobre todo con los bebés. Si tienen menos de un año, nunca podemos exponerles de forma directa a las radiaciones solares. A partir de esa edad y hasta los tres años podemos plantearnos que les dé el sol, pero siempre limitando el tiempo, evitando las horas centrales del día y con las correctas medidas de fotoprotección», dice la experta.

Uno de los principales motivos que impide que los recién nacidos estén bajo el sol, es que no es recomendable aplicar fotoprotectores a los bebés menores de seis meses y una vez cumplen el medio año de vida deben utilizarse productos formulados y testados especialmente para estas edades tempranas. De hecho, Mezquita aconseja «elegir un fotoprotector pediátrico con un índice de protección solar alto (SPF 50+), capaz de proteger frente a los rayos UVB, UVA e infrarrojos (IR-A) y que contenga filtros físicos en lugar de químicos». Además, las cremas deben ser aplicadas cada dos horas y después de cada baño, al igual que se recomienda en el caso de los adultos.

Por lo demás, con los niños y bebés han de seguirse las mismas pautas que con los adultos, quienes, como recuerda la experta de Cinfa, «debemos ser el mejor ejemplo para nuestros hijos y poner en práctica todas las medidas a nuestro alcance para una correcta fotoprotección.