Mi pueblo desaparece

R. GRIS
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Más de una treinta de municipios de la provincia corre riesgo de desaparecer al carecer de población menor de 30 años • Sus alcaldes están muy «preocupados» por el futuro

La despoblación es uno de los grandes problemas de la provincia vallisoletana. - Foto: M.G.M.

Cómo vivir en un pueblo sin servicios? ¿Qué futuro espera a esos municipios donde casi no existen jóvenes que puedan asegurar la existencia del municipio? Estas preguntas se hacen prácticamente a diario los alcaldes de las localidades vallisoletanas con muy poca población que están abocadas a desaparecer en el plazo de una o dos décadas. Se trata de núcleos con una población «completamente envejecida» y con casos aislados de vecinos menores de 30 años. En la provincia, según los datos que maneja el Instituto Nacional de Estadística (INE), existe una treintena de municipios con claros problemas en su pirámide poblacional.

Algunas comarcas de la provincia vallisoletana han visto como el efecto de la despoblación hacía una profunda mella en sus censos de población durante las últimas décadas. Esto ha hecho que en algunas localidades desaparezcan por completo los habitantes menores de 30 años. Se trata de localidades con cien habitantes o menos sin niños y donde prácticamente todos sus vecinos se encuentran en edad de jubilación.

El futuro de estos municipios está en el aire, aunque sus alcaldes lo tienen claro. En un periodo de una o dos décadas pueden terminar desapareciendo.  Llano de Olmedo, Aguasal, Barruelo del Valle, Ramiro, Villavelid, Bocos de Duero, Torrecilla de la Torre, Cabezón de Valderaduey, Corrales de Duero Cabreros del Monte, Velliza, Castrobol, Puras Cervillego de la Cruz, Fontihoyuelo, Gatón de Campos, Olmos de Peñafiel, Canillas de Esgueva, Almenara de Adaja, Cabezón de Valderaduey y San Salvador son solo algunos ejemplos de los municipios en peligro de desaparecer en el futuro.

El alcalde de Almenara del Adaja, Jesús Antonio Martín, lo tiene claro. «En diez o veinte años el pueblo puede no existir». El regidor destaca que «ahora» hay menores en el pueblo gracias a una familia de inmigrantes que se ha instalado en el municipio para trabajar en las labores del campo.

Los alcaldes tienen claro que el problema es «gravísimo» y que no tiene una solución fácil, que pasaría por atraer a parejas jóvenes «que volvieran a dar vida» a las localidades. «Gente es lo que necesitamos aquí, pero, ¿quién viene?». Una medida muy difícil de cumplir porque las localidades carecen de servicios y, sobre todo, carecen de empresas o negocios que puedan dar un puesto de trabajo a nuevos vecinos.

«Nosotros tenemos que ir a realizar la compra a Tordesillas porque viene una vez a la semana el pescado y la carne, pero normalmente los vecinos tienen que irse para hacer la compra grande de la semana», destaca el alcalde de Marzales, José Luis Rico.

Sin vecinos menores de 20. Por ejemplo, en el caso de Ramiro ningún vecino empadronado en el municipio tiene menos de 20 años de edad y solo dos tienen menos de 30. En Llano de Olmedo, de un total de 74 habitantes, solo cuatro tienen menos de 20 años, lo que hace muy difícil la regeneración de sus vecinos. De igual forma, en Canillas de Esgueva, con un total de 91 personas empadronadas, ninguna tiene menos de diez años. Y en Villasexmir tampoco hay niños menores de diez.  

Cualquiera que pasee por alguna  e estas localidades puede ver la imagen que ofrecen los municipios es similar. Calles prácticamente vacías durante todo el día y casas cerradas la mayor parte del año. Gatos andando tranquilamente por el centro del municipio, algún que otro vecino paseando, tejados caídos, coches abandonados... Pero por el momento, no hay solución.