Los gallineros de Puente Duero acogen desde hace un año a cien temporeros

Luis Amo
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El campamento ilegal crece con la llegada en los últimos días de otro grupo de rumanos a las viejas instalaciones de los Ruiz Mateos y que carecen de las mínimas condiciones de sanidad

Gallineros de Puente Duero donde se asientan los campamentos ilegales de rumanos. - Foto: J.Tajes

En condiciones de insalubridad viven más de cien rumanos en Puente Duero. Un nutrido grupo de temporeros han ocupado en los últimos días otra de las naves de los antiguos gallineros del barrio. Y, con este acomodo, falta de higiene para los residentes, acumulación de basuras, excrementos por cualquier lugar, fogatas descontroladas e incluso condiciones de vida infrahumanas. Se trata de un chabolismo más propio de estos nuevos tiempos y no tanto del clásico concepto de los chamizos, porque estos ciudadanos están adaptando las antiguas instalaciones de obra civil para diseñar en el interior sus nuevos hogares. Unos temporeros, los nuevos vecinos, que apuntan a ser de todo excepto trabajadores de carácter temporal debido a que fuentes policiales se muestranconvencidas de que estos rumanos harán en estas instalaciones de la ciudad parada y fonda. Lo mismo que el anterior asentamiento. Con todo, la portavoz de la familia propietaria de los terrenos colindantes, Eva María Rodríguez, expresaba ayer a El Día de Valladolid su «indignación» con las administraciones competentes por no actuar en varios sentidos: insalubridad, falta de escolarización y ocupación de propiedad privada.


La llegada de nuevos temporeros preocupa a los vecinos de Puente Duero. Otro grupo de rumanos, «los malos», según los asentados en el enclave desde hace casi dos años, están instalándose en los antiguos gallineros aunque en unas condiciones paupérrimas y sin luz ni agua. Esta situación, precisamente, provoca de vez en cuando paseos de estos ciudadanos al centro del barrio para acceder al río y lavarse allí o coger agua. Para las necesidades mayores y menores, por otro lado, el recorrido a realizar es mínimo, dado que el camino vecinal está invadido de excrementos de humanos y sus animales. Un nocivo ambiente para vivir donde, con los adultos, cabe destacar que están a sus anchas varios menores.


La convivencia de estos nuevos habitantes, asimismo, está alterando la tranquilidad del entorno por momentos dado que lejos de meterse con los paseantes por los alrededores, invaden con basuras otras propiedades o utilizan las vallas perimetrales para colgar ropa y enseres varios. Esto precisamente ha derivado en la denuncia pública de una de las dueñas del pinar anexo a los gallineros y quien reconocía ayer «no haber tenido mucho éxito con sus llamadas al Ayuntamiento, así como a las consejerías de Sanidad y Medio Ambiente. En concreto, a los primeros telefoneó, previas diligencias abiertas por el agente de barrio de la Policía Municipal, para alertar de los hechos a los servicios sociales, mientras que a Sanidad llamó ante las condiciones insalubres existentes y a Medio Ambiente para prevenir denuncias ante la acumulación de basuras en lo que es un pinar protegido. No obstante, mientras no haya denuncia de los propietarios de los gallineros (familia Ruiz Mateos), «nadie puede hacer nada o casi nada».


Fuentes municipales, precisamente, aclararon ayer a este periódico que una trabajadora social acude a la zona de vez en cuando para ofrecer recursos.