Unas urgencias más amables

Óscar Fraile
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Las nuevas instalaciones del Clínico se estrenaron ayer con total normalidad en el funcionamiento y una buena acogida entre la mayoría de los pacientes, que destacaron la calidad de los equipamientos

Las nuevas instalaciones eran el principal tema de conversación entre los sanitarios. - Foto: Raquel García

No es plato de buen gusto tener que ir a Urgencias, pero si, vistos en la obligación, uno se encuentra con unas instalaciones adecuadas, limpias, cómodas y funcionales, el trago es mucho menor. Y eso es lo que les pasó a la mayoría de pacientes que ayer estrenaron las Urgencias del Clínico. Pese a los nervios propios de cualquier estreno, no hubo incidencias reseñables. Todo funcionó según lo previsto, con orden y, eso sí, con la comidilla de las nuevas instalaciones entre los pacientes y familiares que aguardaban su turno en la sala de espera.


Una sala que ha triplicado el número de sillas, aunque ayer por la mañana hubo momentos en los que había pocas libres. La gripe aprieta, y las necesidades asistenciales también.


Bien es cierto que este cambio todavía no ha calado entre toda la población. Buena prueba de ello es que algunos pacientes, todavía con la legaña en el ojo, intentaron entrar por el acceso anterior, el de la calle Ramón y Cajal. Y eso que en el inicio de la rampa había un cartel que ya avisaba que había que rodear el edificio. Para los más despistados, Sacyl colocó otro cartel justo en la entrada. Uno de ellos es Miguel López, que acudió con su mujer: «Nos ha costado un poco dar con ello porque no lo sabíamos, pero las instalaciones están muy bien, son muy modernas y están muy limpias». Por eso la espera de más de una hora -«es que hay mucha gente», decía Miguel- se le hizo menos dura.

Varios carteles informan del cambio de ubicación del acceso a Urgencias. Varios carteles informan del cambio de ubicación del acceso a Urgencias. - Foto: J. Tajes


Porque muchos pacientes no perdieron la oportunidad de criticar las antiguas Urgencias. Por ejemplo, un grupo de sanitarias que estaba en la puerta destacaban la amplitud de estas instalaciones frente a lo «cutre» que eran las otras. Aunque ellas eran trabajadoras de quirófano, vieron a sus colegas de Urgencias «muy contentos, porque lo ven todo muy amplio». Además, una de ella destacaba que el trabajo estaba muy coordinado en las primeras horas.


Pilar Blanco, una de las mujeres que esperaba su turno en la sala, también destacó «el aspecto es muy bueno». Y el servicio. «Vengo con una persona que estaba en una residencia y nos han atendido muy rápido», explicó.


El tema que sí que suscitaba división de opiniones fue el de la restricción de paso a los acompañantes de los pacientes. La propia Pilar, que trabaja en el Hospital Universitario Río Hortega, lo ve bien. «Me parece estupendo porque se suele preparar una en los boxes... con un familiar es suficiente», opina. Además, incide en que no habría que tomar este tipo de medidas si todos los pacientes tuvieran una actitud más cívica. «Si fuéramos respetuosos, se podría ser más flexible, pero luego la gente habla alto y molesta», concluye.


Lo mismo opina Valentín Vargas, a pesar de que él fue uno de los ‘damnificados’ por esta nueva política. «He venido con mi mujer, me han dicho que está estabilizada, pero no me han dejado pasar», explica. Pero lo ve bien. «Es mejor que haya un control porque antes era un desastre, así se molesta menos a los pacientes y los médicos trabajan mejor». También apoya la medida José María Martínez, que ayer se acercó por curiosidad a ver las nuevas instalaciones.  «Cuando yo he estado ingresado no tenía ganas de tener barullo, con un acompañante es más que suficiente», decía. No obstante, otro de los pacientes que esperaba en la puerta opinaba que debería haber más flexibilidad. «Si vienen los familiares, lo lógico es que quieran pasar».


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