Pleitos a dos euros la hora

A. G. MOZO
-

Los casi quinientos abogados que integran el Turno de Oficio son voluntarios. Dicen que lo hacen «más por prestar un servicio público que por el dinero», ya que hay procesos por los que no cobran y la remuneración máxima a percibir son 300 euros

Cuando la Policía detuvo a Luis Antonio reventando (otra vez) la tragaperras del bar de al lado de su casa, sabía que en un máximo de tres horas, le visitaría en los calabozos uno de los casi quinientos letrados de oficio que hay en Valladolid. «Yo siempre intento ir cuanto antes, porque son personas detenidas y en una situación de inseguridad», explica Diego García-Quintana, uno de los abogados del turno de oficio. A pesar de que el presunto ladrón no pagará ni un euro por sus servicios, se le representará en la comparecencia ante el juez de guardia, durante la instrucción del caso y en el posterior juicio. «Con independencia de que esté mejor o peor retribuido, yo soy de los que piensa que hay que hacerlo lo mejor posible, porque no tiene que notar una merma en sus derechos por no tener medios económicos», argumenta el letrado.

Cuando Youssef fue sentenciado a 18 meses de prisión por un robo, no solo se exponía a pasarse una temporada en la cárcel, sino que la condena llevaba implícita también una orden de expulsión de España, una situación que su abogada de oficio, Ana Arranz, está tratando de evitar «por todos los medios»: «Se da la circunstancia de que es una persona marroquí y homosexual, por lo que si le expulsan a su país, allí se podría temer por su vida».

Fernando Rosat, del despacho Lean Abogados, consiguió demorar el «desahucio inminente» de una familia «sin apenas recursos, ni económicos ni intelectuales», que le llegó a través del turno de oficio y «condonar parte de la deuda».

Mercedes Rosón no se olvida del caso de «un chavalito de 16 años» al que le tocó asistir en el turno de Menores y que le dijo que prefería estar recluido en Zambrana que volver a casa con su familia y que «él iba a hacer todo lo posible por estar allí».

Carolina Arribas recuerda el «miedo» que pasó cuando iniciaba su andadura en el turno de oficio y le tocó defender a un acusado de agresión sexual. «Fue un asunto muy duro y complicado desde el punto de vista jurídico, pero más desde el personal porque no sabía ni cómo tratarle; sentía miedo».

BUENA VALORACIÓN. Diego, Ana, Fernando, Mercedes y Carolina son cinco de los 489 profesionales que están apuntados a las diferentes especialidades del Turno de Oficio que tiene el Colegio de Abogados de Valladolid. «Se presta con unas altísimas condiciones de calidad, hasta el punto de que hay encuestas en que obtiene unas valoraciones superiores a las de los abogados de libre designación», defiende Javier Martín, vicedecano del Icava (el Ilustre Colegio de Abogados de Valladolid) y coordinador del Turno de Oficio.

Dicen que cuando se ponen la toga, no entienden de minutas. Que su «profesionalidad» está por encima de la cartera de sus clientes y que si continúan apuntados -es voluntario- es por su «vocación de servicio público», que les impulsa a representar a todas esas personas olvidándose de que, en muchas ocasiones, están trabajando por unas cantidades económicas que, tal como denuncian, «casi rozan lo indigno». O que son «ridículas», que es el adjetivo que prefiere emplear  el vicedecano del Icava: «En Valladolid nadie vive del Turno de Oficio, aquí el que se apunta es porque quiere echar un cable. El precio de mercado es hasta cuatro y cinco veces más que los módulos del Turno de Oficio. Hablamos de una media de dos euros por hora de servicio del abogado de oficio, lo que supone que es una cantidad absolutamente ridícula».

Esa misma media habla de que se cobra (y a los tres meses) unos 133 euros por cada asunto, si bien la cosa se puede ir a los 300 -es el tope- si, por ejemplo, el letrado representa a un cliente durante un procedimiento que termine en un juicio con jurado popular. Por 74 euros llevan un expediente de petición de asilo de un refugiado y hay supuestos en los que deben conformarse con una «aportación» del propio Colegio en concepto de desplazamientos porque lo que es el sistema de Justicia Gratuita lo tasa a cero euros. Gratis.

«Las minutas llevan estancadas desde 2003 pero se consiguió un compromiso de Catalá y parece que el nuevo Gobierno también lo va a respetar, subiendo el baremo entre un 30 y 35%», apunta Javier Martín, quien cree que, más allá de las retribuciones, «el sistema en sí es bueno, porque dota al profesional de independencia».

ASESORAMIENTO. Es más, Diego García-Quintana daría a los colegios la exclusividad también en todos los aspectos relacionados con la orientación jurídica: «Ahora hay determinados asesoramientos que se están encargando a oenegés o a asociaciones ajenas a los colegios de abogados. Y yo creo que sería muchísimo mejor que eso lo llevase directamente el colegio», apunta este letrado del Turno de Oficio.

Durante el primer semestre de este año, el Colegio de Abogados ya ha recibido 3.720 solicitudes de Justicia Gratuita, lo que lleva la cifra anual a la franja de los 7.000, con una media de unas 15 asistencias por letrado. «El Turno de Oficio en Valladolid goza de buena salud, pero por la profesionalidad y por la tremenda implicación social de los abogados. Como diría Sabina, goza de una mala salud de hierro».

El Colegio abarca actualmente todas las jurisdicciones a través del Turno de Oficio, con hasta nueve especialidades que, a su vez, tienen otras cinco materias específicas: penal (en el que está el ordinario, el de delitos graves y la jurisdicción militar), civil (que incluye también el matrimonial), menores, social, violencia de género, contencioso-administrativo, extranjería (con el de asilo) y el turno de vigilancia penitenciaria.

Ser abogado de oficio también implica no entender de horarios ni de fines de semana; cada noche, nueve letrados del turno duermen con el móvil de la guardia sobre la mesilla. «Yo, si una persona presa tiene un problema, lo dejo todo. Voy al centro penitenciario y me pongo a intentar solucionarlo», asegura la letrada Ana Arranz, con más de dos décadas de experiencia y a la que le llegan la mitad de los casos a través de Justicia Gratuita. «Aquí la primera motivación es la económica, pues ser abogado de oficio es un trabajo como otro cualquiera, pero hay también una motivación clave que es la de servicio público», tal como confiesa Arranz, que admite que «en Valladolid, no se puede vivir del Turno de Oficio», ya que «no está bien pagado».

MENORES. Mercedes Rosón es, de los cinco, la más veterana. Lleva tres décadas como letrada y todas en el turno de oficio penal, tanto en el de adultos como en menores, del que fue una de las impulsoras, a pesar de que «durante años» lo hicieron altruistamente. A ella le motiva «esa función social», más aún que lo que le suponga económicamente: «Sobre todo en el ámbito menores, donde el componente social es más amplio, porque la sociedad no se puede olvidar de estos chicos y se debe esforzar por tratar de ayudar a rehabilitarles. Debemos buscarles una solución a ese pequeño error que puedan haber tenido».

Para Carolina Arribas, pesa más también la «cuestión vocacional», pues «hay asuntos a los que solo se accede a través del Turno sobre todo en penal y en violencia sobre la mujer», según afirma esta letrada que compagina su labor jurídica con otra en la empresa privada y con ser madre: «Tienes guardias que no paras, que puedes llegar a tener 12 detenidos en un día y otras que no hay ninguno. Pero siempre que se organiza un día de guardia, lo dejo libre de planes y citas con clientes, porque no sabes cómo va a ser», apostilla esta abogada que recibe del turno de oficio el 90% de sus casos, pese a lo cual no duda en ponderar su valía porque defiende que no son «peores profesionales por ser de oficio».

EXPERIENCIA PENAL. Su colega Fernando Rosat también ve el Turno como una vía para ir obteniendo más experiencia, sobre todo, desde el punto de vista penal, ya que «el 80% de los procedimientos penales que se tramitan en Valladolid van por turno de oficio». «Si uno quiere llevar asuntos penales del tipo a un hurto o un robo, tienes que estar en el turno de oficio».

Rosat quiere acabar con el mito de que «el abogado de oficio solo va al juicio a pasear la toga»: «Desde que asistimos a un detenido ya nos encargamos de todo el proceso. Se va a todas las actuaciones, le vamos a asistir en todas las declaraciones que tenga, nos vamos a entrevistar con él en nuestro despacho o en el centro penitenciario, estudiamos su caso, hacemos el juicio... es decir, le tratamos como un cliente normal», aunque, en su caso, supongan no más del 25% de los asuntos que hay sobre su mesa.

Para Diego García-Quintana, que ya cumple una década en el Turno, suponen en torno al 35% de los casos que lleva cada año: «Cuando empiezas es una forma de conocer la profesión, de tener asuntos, de conocer clientes... y, según va avanzando el tiempo, hay una doble motivación, por un lado está la económica y, por otro, la de la recompensa personal, de dar un servicio público», confiesa. Este abogado está apuntado a todas las especialidades del Turno menos a asistencia a víctimas de agresiones sexuales y es uno de los expertos del turno en el área de extranjería. «La particularidad ahí es que esas personas no están detenidas como tal, sino que solo han cometido una infracción de tipo administrativa, que es la estancia irregular. Ahí creo que prima más todavía la necesidad de asistirles cuanto antes, porque se encuentran en un calabozo sin haber cometido un delito y hay un desconocimiento total de a lo que se enfrentan».

García-Quintana admite sentir «frustración» cuando no se puede evitar una expulsión de un país que él entiende injusta. «El año pasado conseguí paralizar una en aras del arraigo que me hizo una ilusión especial porque era una buena persona, un padre muy integrado y que se lo merecía», concluye.