Una madre asesina a puñaladas a siete hijos y un sobrino en Australia

Christiane Oelrich (DPA)
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La mujer, de 34 años, acabó con la vida de los menores de edades comprendidas entre los 18 meses y 15 años y, al parecer, se intentó suicidar, ya que tenía cortes en el cuello y el torso

OCHO NIÑOS ASESINADOS A PUÑALADAS EN EL NORESTE DE AUSTRALIA - Foto: ROMY BULLERJAHN

Unos pocos días después de la toma de rehenes y la muerte de dos de ellos en un café de Sídney, la capital de Australia, por un radical islámico, que también perdió la vida, el país volvió a conmocionarse ayer por el hallazgo en una casa de los cadáveres de ocho niños asesinados y el cuerpo de su madre herida por cortes de un arma blanca.

La Policía halló los cadáveres de los pequeños, cuyas edades oscilaban ente los 18 meses y 15 años, en su domicilio en las afueras de la ciudad de Cairns, en la costa noreste del país. Todos ellos habían sido apuñalados.

Según confirmaron fuentes de la investigación, siete de los menores eran hermanos y el octavo chaval podría ser su sobrino. La mujer, madre de los siete y de 34 años, fue trasladada al hospital e interrogada, sin que al cierre de esta edición se conocieran los detalles sobre su declaración. Lo que sí trascendió es que sufrió heridas en el cuello y el torso.

La imagen que se encontraron los agentes que acudieron a la vivienda de la calle Murray debió ser terrorífica, ya que los vecinos del barrio aseguraron que escucharon cómo los policías chillaban y se lamentaban al acceder a la escena del infanticidio.

Desde las Fuerzas de Seguridad, sin embargo, se limitaron a especificar que estaban ante «un caso muy, muy trágico», y dieron a entender que se trataba de un episodio de violencia en el ámbito familiar. «No hay indicios de peligro para el resto de los residentes de la zona», especificó el inspector de Policía Russell Miller en declaraciones hechas en las inmediaciones de Manoora, un vecindario de clase media de la ciudad. Asimismo, reclamó a todos los que hubieran tenido contacto con la familia en los últimos días que se presentaran a declarar.

Una joven de 13 años que había acompañado a una de las niñas a casa después de una visita a un centro comercial aseguró que la madre hablaba de forma incoherente la tarde anterior a la tragedia. «Hablaba de Dios y cosas así», señaló la joven. Al parecer, la mujer argumentaba que era una guerrera a la que Dios había hecho tan fuerte que podía hacer cualquier cosa.

Los servicios de emergencias fueron alertados de lo que estaba sucediendo en la casa por alguien que aseveraba que había una persona herida en la casa. Al llegar, los agentes se encontraron con los niños muertos y la presunta homicida llena de heridas y ensangrentada, si bien la Policía no quiso concretar quién había hecho la llamada. También había allí un hombre que fue llevado al hospital, aunque se desconoce si es el novio de la supuesta criminal, que vivía también en la casa. Los investigadores y los forenses permanecieron en la zona durante horas intentado reconstruir lo que pudo suceder en la casa y, sobre todo, lo que pasó por la cabeza de la presunta autora de las muertes para llegar a esta masacre. Una de sus vecinas recalcó que había oído gritos en las inmediaciones por la mañana, pero reconoció que no hizo nada al respecto. La Policía cerró la calle y levantó una valla para impedir la visibilidad dentro de la casa. Mientras, otras personas que habitaban en las inmediaciones explicaban que ella era una persona cariñosa a la que siempre se le veía ocupándose de sus hijos.

«Con el corazón roto». El primer ministro del país, Tony Abbott, determinó que es una noticia que rompe el corazón. «Estos días nos estamos enfrentando a duras pruebas», comentó.

El barrio de los asesinatos es una zona típicamente australiana, con sus chalets rodeados de jardines. Algunas construcciones están algo descuidadas, pero no es un barrio pobre. En la casa de la tragedia, con una antena satelital en el blanco techo, la ropa recién lavada aún seguía tendida.

Lisa Thaiday, una prima de la madre de los niños, afirmó a la prensa que fue un hijo mayor de la asesina, de 20 años, quien descubrió los cadáveres. Es llamativo que una mujer de 34 años tenga un vástago de 20, pero no es imposible, comentaron los medios. La familia procede, según Thaiday -como muchas en esta zona- de las Islas del Estrecho de Torres, al norte de Queensland, donde es habitual que las féminas tengan hijos muy jóvenes.

El país aún está conmocionado por la toma de rehenes en Sídney el pasado lunes, cuando un extremista retuvo a 17 personas en un café durante 16 horas. Al final la policía asaltó el local y murieron dos rehenes y el secuestrador.