Con una naturalidad fuera de lo común para alguien que lleva casi cuarenta años en Hollywood, y que desde los años 80 ha sido uno de los rostros más reconocibles del cine mundial, Matt Dillon llegó ayer a Valladolid para recibir la Espiga de Honor en la 63 Semana Internacional de Cine. En un distendido encuentro con los medios en el Museo Patio Herreriano, el protagonista de films emblemáticos como ‘Drugstore cowboy’ o ‘La ley de la calle’ aseguró con contundencia que “el cine, el negocio de hacer películas, es un medio de los directores”.

“Hay grandes guionistas y grandes intérpretes pero yo, como actor, solo puedo intentar crear una cierta verdad, una apariencia de verdad. El mayor don que tengo como actor es poder meterme en la piel de otras personas, pero yo solo puedo ser tan bueno como consigan los directores que me dirigen”, aseguró antes de situar a Lars von Trier “en lo más arriba” del ranking de cineastas con los que ha trabajado.

Dillon protagoniza ‘La casa de Jack’, la última película del polémico creador danés, que llegará a las salas comerciales españolas el próximo mes de febrero  tras su paso por Cannes, y señaló que la experiencia de rodar a sus órdenes fue “estupenda”. “Es un tipo brillante. La gente habla de él como alguien muy complicado para trabajar, como un tirano, pero mi experiencia es que es alguien encantador, muy creativo, y que consiguió crear un ambiente en el rodaje lleno de energía positiva. Si lo logró fue porque es capaz de generar confianza en torno a él, y cuando confías en alguien eres realmente capaz de asumir riesgos para llegar a lugares que ni siquiera sabías que existían”, argumentó.

Sobre su personaje en ese film, un despiadado asesino en serie señaló que “no puede ser más malvado de lo que es”, apuntó que aunque “hubo cosas que resultó difícil hacer, cuando ves la película completa te das cuenta de que es arte, que provoca una reacción, y que responde a su intención inicial”. 

Así, explicó que a través del cine se abordan “cuestiones relevantes de la sociedad actual”, y defendió que mucha gente ha criticado una secuencia del film donde él tiene un rifle con el que está apunto de matar a una familia entera, pero “esa misma gente prefiere mirar hacia otro lado cuando se suceden una y otra vez matanzas con armas en los institutos. En todo el mundo se están cometiendo injusticias y no les hacemos caso”.

Respecto a Donald Trump, ante las preguntas de la prensa destacó que considera que “hay un vacío de liderazgo”. “Todo el mundo se queja de ello pero nadie asume el liderazgo. Me preocupa dónde están los líderes que necesitamos para cambiar el mundo, ¿quién puede cambiar esta situación? Yo no soy político, pero necesitamos personas que se levanten a solucionar el problema”, exigió.

Por otra parte, cuestionado sobre si se decanta por el prestigio o por la calidad a la hora de elegir sus papeles, el actor neoyorquino señaló que no se considera “populista y que le importa la calidad”, si bien “tienes que ganarte la vida y tomar decisiones”. “Estar en una película que funcione en taquilla está bien, pero sentarte a ver la película que has hecho, como me pidió Von Trier que hiciera con él, y sentirte orgulloso de tu trabajo, es incomparable”, afirmó.

El salto al otro lado

Mucho ha llovido desde que en 1979, el director de casting de clásicos como ‘La guerra de las galaxias’ o la segunda entrega de ‘El padrino’ descubrió a un joven Dillon que apenas contaba entonces con catorce años en un pequeño colegio de secundaria en un pueblo del estado de Nueva York. “Desde entonces he trabajado con muchos directores. He sido afortunado porque algunos eran muy buenos, otros no tanto, pero estoy muy agradecido de todas las experiencias vividas porque me han ayudado a ponerme al otro lado y a dirigir mis propias películas”, sentenció.

“Realmente me gusta hacer películas. Dirigí un par de cortos y un largo de ficción (en alusión a ‘La ciudad de los fantasmas’, de 2002, la primera película rodada en Camboya por un equipo extranjero) y quizá es de las mejores experiencias que he vivido. Fui muy afortunado de tener gente increíble a mi lado, y contar con actores extraordinarios como Stellan Skarsgård, James Caan o Natascha McElhone. Fue difícil pero nadie me abandonó, y para mí fue una gran experiencia. Fue mi primera película pero seguro que no será la última”, deslizó antes de hacer una tibia alusión al documental sobre el músico cubano Francisco Fellove que está preparando. 

“Estoy trabajando ahora en un documental que no se mete en temas políticos ni mucho menos, y es sorprendente ver lo sensible que es la gente más joven; no quiere arriesgarse a decir nada por si ofenden a alguien. Es un tipo de censura o de autocensura muy peligroso. Ahora la gente tiene más educación, pero a la vez es más naíf”, señaló.

Matt Dillon viajó a Valladolid como uno de los actores de ‘Head Full of Honey’, la película del actor y cineasta alemán Til Schweiger que clausurará esta edición el próximo sábado, 27 de octubre. En ella interpreta a Nick, un hombre cuyo padre, Lucas (Nick Nolte), sufre Alzheimer, y que ve cómo su matrimonio con Sarah (Emily Mortimer) se resquebraja. Tras contrastar cómo ha pasado de encarnar a un terrible ‘serial killer’ a un apacible padre de familia en este proyecto, confesó ser “un gran admirador” de Nolte y afirmó que “ha sido un regalo trabajar con él”.

Según explicó, este film es un remake de otro homónimo dirigido por el propio Til Schweiger cuatro años atrás en alemán, donde ahora es Dillon quien encarna el papel que Schweiger recreó entonces. “La primera vez que hablé del proyecto con el director me dijo que no quería cambiar la integridad de la película original. Para él es una película muy personal, muy íntima, porque su madre murió de Alzheimer, y cuando acabó el rodaje estaba encantado porque la película había cobrado otra dimensión conmigo, con Nick y con Emily en el reparto. Al parecer ha descubierto cosas que él no esperaba y estaba emocionado con ello”, remachó.