«Él venía por el bar, bebía y jugaba mucho y de vez en cuando me pedía que le fiara»

Europa Press
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El hostelero de La Flecha juzgado ayer por hostigar a un quiosquero vecino alude a una persecución de éste por deudas de juego

El hostelero de Arroyo de la Encomienda F.V.G., acusado de hostigar a los antiguos propietarios de un quiosco próximo a su bar a raíz de que éstos le denunciaran por tráfico de drogas, no sólo negó los hechos sino que se declaró víctima de una persecución por parte de los denunciantes, fundamentalmente del quiosquero J.J.A.F., de quien asegura que comenzó a ‘freírle’ a denuncias tras contraer con él deudas de juego.

 

Fue la versión exculpatoria del empresario durante la primera sesión del juicio iniciado ayer en el Juzgado de lo Penal número 4 de Valladolid -concluye el viernes- y que se expone a un conjunto de penas de entre cuatro años y dos años y nueve meses de cárcel que solicitan, respectivamente, las acusaciones pública y particular, como presunto responsable de tres delitos continuados contra la Administración de Justicia, amenazas, quebrantamiento de medidas cautelares y una falta de lesiones.

 

El acusado, quien regenta un bar desde 2006 en la plaza de España de La Flecha, a no más de treinta metros del quiosco que hasta hace unos meses explotaban J.J.A.F. y su esposa, sostiene que el primero de estos últimos inició contra él una campaña de denuncias tras contraer una deuda de 185 euros de las ‘tragaperras’.

 

«Venía por el bar, bebía y jugaba mucho y de vez en cuando me pedía que le fiara en las máquinas», explicó el hostelero, quien, añadió que a raíz de ello le prohibió entrar en su establecimiento y su deudor respondió mandándole a la Guardia Civil tras denunciarle por tráfico de drogas.

 

Por el contrario, el matrimonio denunciante ratificó ayer punto por punto los distintos episodios protagonizados por el hostelero y que tienen su origen en la inicial denuncia que J.J.A.F. presentó contra él después de que éste le confesara un día que guardaba en la trastienda 220 gramos de cocaína.
La denuncia derivó en un procedimiento judicial que obligó al denunciante a testificar en contra del denunciado. «Siempre se me dijo que todo iba a ser anónimo y que mi nombre no se iba a saber», declaró el ‘quiosquero’.
 

Vejaciones y amenazas. Desde entonces, J.J.A.F. asegura que tanto él como su esposa han sufrido todo tipo de vejaciones y amenazas por parte del hostelero, y ello a pesar de una orden de alejamiento dictada por el Juzgado de Instrucción número 5 y que, según sostiene, el acusado se saltó en numerosas ocasiones.

 

«Ha sido una constante, no se ha denunciado ni la milésima parte de todo lo ocurrido», declaró. Relató insultos, así como graves amenazas de muerte, llegando incluso a acabar lesionado en una mano al tratar de repeler una agresión directa.

 

Incluso el ‘quiosquero’ relató que un día las puertas de los colegios del pueblo amanecieron llenas de octavillas en los que se le acusaba de ser un pederasta, algo que, sin poder probar, está seguro de que es obra de quien ocupa el banquillo y a quien culpa de que finalmente tuviera que tomar la decisión de cerrar las puertas de su negocio.