La última reunión de Kiko

A. G. Mozo
-

Los padres de las víctimas del pederasta, incrédulos al principio, expulsaron de la asociación al exprofesor cuando se confirmaron las sospechas policiales · La investigación sigue abierta

Barrio de Arturo Eyries. - Foto: J. Tajes

Sorprendidos al principio, hasta incrédulos. Tajantes, después. Los padres de las últimas víctimas del pederasta detenido la semana pasada viajaron de un extremo al otro en cuestión de horas. Fue su viaje más triste, el que hicieron desde que la Policía les llamó y les puso en alerta hasta que, una vez que se confirmaron las sospechas de los investigadores, reunieron a Francisco I.F. -conocido por todos como Kiko- y le comunicaron que estaba expulsado de la asociación gracias a la que había llegado a sus hijos y, presuntamente, abusado de cinco jóvenes de entre 13 y 15 años.

Este profesor de Secundaria ya jubilado había traicionado su confianza y la de todo un grupo de personas que le había abierto la puerta de su asociación. «Afable, cordial, simpático...», son algunos de los adjetivos con los que estos padres definían a Kiko. Porque él era Kiko para todos los miembros de esta agrupación -vinculada a una comunidad religiosa- cuyo nombre continúa sin ser público, con el fin de evitar «más daños a los menores», tal como explican a este periódico fuentes del caso.

Una condena que bajó de cinco a dos años. Francisco I.F. fue expulsado de la asociación y luego llegó su arresto. Y toda una operación policial que se había iniciado a raíz de que llegase a las dependencias de la Comisaría de Valladolid una información que alertaba a los investigadores del Servicio de Atención a la Familia de que Kiko, un viejo conocido  del SAF, «podría haber entrado en contacto con chicos jóvenes por una asociación». Este grupo de la Brigada de Policía Judicial que le detuvo cuando abusó de un niño de seis años en las duchas de la piscina del antiguo matadero se puso manos a la obra y confirmó que había cumplido ya los dos años de prisión en que dejó su pena el Tribunal Supremo (la Audiencia de Valladolid le había impuesto una condena de cinco años) por hacer una felación a aquel menor de edad en la piscina Benito Sanz de la Rica. Estaba en libertad.

Los agentes del SAF hablaron entonces con algunos padres, que, según confirmaron estas mismas fuentes, reaccionaron con una mezcla de sorpresa e incredulidad. La Policía les instó a que tratasen de hablar con los chavales para tratar de confirmar las sospechas y, poco a poco, la fachada de Kiko se fue viniendo abajo. Al menos cinco de los menores que había llevado a dormir fines de semana a su casa del pueblo admitieron los episodios de tinte sexual que allí se vivieron y uno reconoció que Francisco I.F. le había llegado a agredir sexualmente. Lo siguiente fue ya su arresto.

No quiso declarar. Kiko estuvo en los calabozos de la Comisaría de Las Delicias casi tres días y acompañó a los agentes a los registros de sus dos casas, la del barrio de Arturo Eyries y la de un pueblo de la provincia, pero no abrió la boca. Ante la Policía y el pasado viernes en el Juzgado de Instrucción 3, el pederasta de 72 años se acogió a su derecho a no declarar. No importó mucho, los interrogatorios a los chavales eran concluyentes. El juez ordenó su ingreso en prisión sin fianza, bajo la acusación de cuatro delitos de abuso sexual.

La Policía le había imputado uno de corrupción de menores y otro de agresión sexual, pero, en cualquier caso, tal como explican fuentes judiciales, esto se irá concretando a medida que avance la instrucción.

¿Más casos? Y mientras Kiko duerme ya entre rejas, la Policía continúa con la investigación para «redondear este caso». Ahora se está analizando todo el material informático que se encontró en sus dos viviendas en busca de más pruebas. Y también se encuentran a la espera de que, ahora que se ha hecho público su arresto, puedan conocerse más casos, algo que por ahora no se ha producido.