Un banco es una máquina de gestionar riesgos

ISRAEL GARCÍA-JUEZ
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La reputación del sector financiero en España en la actualidad es deplorable

Queridos lectores. No deben olvidar nunca que los bancos no son sus amigos y por este motivo se dirigen a ustedes como señores clientes. Con tan solo esta sencilla regla tendrían mucho camino andado y se ahorrarían sufrimientos de todo clase. Y para que no exista ningún género de duda, el Colegio de Economistas de Madrid tuvo a bien presentar ayer las 31 claves para la gestión de riesgos en entidades bancarias. Un libro, elaborado por 31 sabios que han estado al frente o estudiado tanto a los bancos que, más que bancarios, se les podría calificar casi de banqueros. 
A pesar de que es su presidente, por parte de los economistas madrileños no habló Juan Iranzo, al que, periodísticamente, toda la vida le perseguirá la compra de un pijama de caballero y unas bragas para su señora con cargo a su tarjeta black de Caja Madrid. Fue su segundo de a bordo, Jaime Requeijo, el que pronunció un discurso sobre la fincabilidad bancaria, lo cual es muy de agradecer. Quizá porque alguno de los asistentes le echó el mal de ojo por tamaña disertacion, al bajar del escenario, el buen hombre, casi se despeña, aunque al final llegó a su sillita sano y salvo. 
Le tomó el relevó José María Espí, coordinador del libro, que reivindicó la figura del banquero como un oficio que ninguna escuela te enseña, solo los años y el sentido común, y pidió incrementar la cultura financiera de los españoles. Algo tan loable como complicado con la actual Educación que se imparte y peor con la que los estudiantes quieren que les ofrezcan. Por eso están en huelga, y porque no les gusta estudiar también. 
Juanjo Toribio, profesor emérito de la Escuela de Negocios de la Universidad de Navarra (IESE), habló del riesgo reputacional y obvió completa y sorprendentemente lo ocurrido con las cajas de ahorros. Que aunque estrictamente no son bancos, han puesto a toda España en contra del sector por sus desahucios, sus preferentes, sus trinques entre consejeros, sus tarjetas blacks y demás zarandajas. Calificó como infundadas las que yo llamo comisiones por casi todo y otras putaditas que hacen que no podamos descuidarnos un instante para evitar que el banco nos haga la cusqui todos los santos días. Sí reconoció Toribio que, aunque la opinión particular de los españoles sobre su entidad es buena, si les preguntas por el sector todo el mundo dice que es deplorable. 
Matías Rodríguez Inciarte, con el semblante tan colorado como su corbata institucional, habló del Gobierno Corporativo por el cual los consejos de administración aplican a los demás todo aquello que son incapaces de hacer para sí mismos. Despiden gente, rebajan sueldos, piden sacrificios mientras ellos, cada ejercicio, mejoran sus emolumentos millonarios. Aseveró, eso sí, que ahora el perímetro de los riesgos es tan ancho que cualquier bróker de medio pelo puede llevarse por delante una institución centenaria con tal de mejorar su bonus. Léanse, si no me creen, los casos de la Banca Barings o Societé Generale y el bueno de Jerome Keitel. O de un pichilla de la J.P. Morgan de Londres que le hizo un roto de 2.000 millones de dólares (unos 1.786 millones de euros) en operaciones con derivados a John Piermont. 
El presidente de la Asociación Española de Banca, (AEB), José María Roldán, aseguró que España cuenta con un marco regulatorio fantástico pero que el factor humano lo estropea todo. «Cuando se inventaron los frenos ABS, las aseguradoras pensaron que disminuirían los accidentes de tráfico, pero se incrementaron porque la gente iba más rápido», resumió.
Cuando muchos dormían plácidamente en los dulces brazos de Morfeo tomó la palabra el Gobernador del Banco de España, Luis María Linde, que, a traición, leyó un discurso sobre la economía española y el precio del petróleo. Pidió básicamente reducir el endeudamiento pero habló tan rápido y con tan poca dicción que las roturas cervicales se produjeron en cascada entre los últimos asistentes a este acto en el taurino Hotel Wellington de Madrid.
Entre el público asistente pude ver al que fue ministro para luego presidir una inmobiliaria en tiempos tan adversos. Ignacio Bayón, al frente de Realia, que sigue apostando por un sector que puede tener la llave para combatir el desempleo en nuestro país. También vi a José Luis Balbás, polémico socialista, economista y tertuliano en cadenas conservadoras, pues solo él sabe darle al PSOE donde más le duele según el momento del día.