Pateos y protestas para 'Lucifer' en la Seminci

César Combarros (Ical)
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La película está rodada en Tondoscope, un formato creado por su director de fotografía que limita el fotograma a un encuadre redondo e incluye planos de 360 grados

Fotograma de la película de la Sección Oficial ‘Lucifer’, de Gust Van den Berghe. - Foto: Ical

 El joven realizador belga Gust Van den Berghe regresó hoy a la Seminci, cuatro años después de participar en Punto de Encuentro con ‘El pequeño niño Jesús de Flandes’, su ópera prima, para participar en la competición de la Sección Oficial con ‘Lucifer’, su tercer largometraje y la coda final a un tríptico sobre “la pérdida natural de la inocencia” cuya segunda entrega fue, en 2011, ‘Blue bird’. La recepción a su película no pudo ser más desfavorable en Valladolid, donde el público abandonó parcialmente la sala antes del final, y quienes se quedaron lo hicieron para dedicarle silbidos y sonoros pateos tras el desenlace.

Como las dos anteriores entregas, ‘Lucifer’ está rodada asumiendo grandes dosis de riesgo y una apuesta formal radical. Cabe recordar que ‘El pequeño niño Jesús de Flandes’ estaba rodada en su país natal, cediendo el protagonismo a personas con síndrome de Down y adaptando una pieza teatral navideña escrita en 1924 por Félix Timmermans; y que en ‘Blue Bird’, el cineasta se desplazó hasta Togo, en pleno África, para rodar su particular adaptación de la obra teatral homónima de su compatriota Maurice Maeterlinck, en una película grabada por completo con un filtro azul que absorbe las tonalidades cromáticas.

En esta ocasión la película se filmó en México, cerca del Paricutín, el volcán más joven del mundo, y la radicalidad estética de su apuesta pasa por la utilización exclusiva del Tondoscope, un formato desarrollado por su director de fotografía, Hans Bruch Jr., para plasmar en imágenes la concepción filosófica que el realizador tenía de su historia. Valiéndose por tercera vez del esquema de la parábola, ‘Lucifer’ desgrana la historia de Lupita, una pobre anciana que tiene dos nietos huérfanos a su cargo, y un marido postrado en la cama desde un accidente cuatro años atrás.

El director belga Gust Van den Berghe, presenta su película 'Lucifer', de la Sección Oficial de Seminci.El director belga Gust Van den Berghe, presenta su película 'Lucifer', de la Sección Oficial de Seminci. - Foto: Rubén Cacho (Ical)

La familia vive en un mísero poblado rural, ajeno aún a la inminente globalización. La religiosidad se respira en cada rincón, en un entorno donde los vecinos y el sacerdote local están empeñados en construir un templo colosal que les acerque un poco más si cabe a Dios. Estructurada en tres actos (Paraíso, Pecado y Milagro), la película arranca con la llegada a la villa de un extranjero a quien los más necesitados confunden con un ángel enviado del cielo.

El rodaje

A su llegada hoy a Valladolid, tras presentar el estreno mundial del domingo en Roma, Van den Berghe explicó que los tres largometrajes que ha rodado hasta la fecha “son historias sobre humanos”. Según detalló, el origen de ‘Lucifer’ surgió cuando estaba en México promocionando ‘Blue Bird’: “Tenía la historia, vi el volcán, y lo incluí”, resumió.

En su opinión, “la película se desarrolló de una forma muy natural, una vez que defines la ubicación, pasas a lo siguiente, que son los actores. Si trabajas allí, tienes que hacerlo con gente de la zona, pero aquel lugar era muy extraño, está en Michuacán, en la región purépecha. Tienen una cultura fantástica, pero es un pueblo que incluso cuando entró en erupción el volcán en los años 40 se negaron a marcharse. Son muy tercos. La gente de la zona, como los de México en su conjunto, vive condicionada por la meteorología, con condiciones muy duras, pero esta gente parece que se niega a ir con los tiempos. Se visten con atuendos tradicionales, y en casi todas las casas hay postes altísimos con altavoces, y durante todo el día no paran de anunciar cosas, como la llegada de un autobús o si hay un cumpleaños. Cuando entras allí, entras en un lugar muy violento y muy pacífico a la vez”.

Tras definir el espacio en el que transcurriría la acción, decidió que fuera su “amigo” Gabino Rodríguez quien encarnase al Lucifer del título, que no es sino su alter ego en la película. “En cierto sentido, le pedí que me interpretara a mí. Le di información que nadie más compartía. No me gusta que mis intérpretes sepan demasiado, prefiero que estén perdidos pero al mismo tiempo confíen en mí, y como él era el que más sabía, era capaz de manipular a los demás”, apuntó.

Cuestionado sobre las conexiones bíblicas de sus tres largometrajes, aseguró que ese libro refleja “una de las más hermosas jamás contadas”. “Me gusta tocar sus temas e imágenes, e intentar arrojar luz nueva sobre ellas. No hago cine para convertir a nadie al catolicismo, pero todo eso está en la raíz de nuestra cultura y civilización: en la pintura, en la música y también en el cine, hay toda una tradición. Para mi generación la religión en principio no es algo relevante; quizá sea más fácil decir que eres homosexual que que crees en Dios. Por eso me fascinaba coger estos temas e intentar arrojar luz nueva”, detalló.

La película, en cierta manera, refleja el conflicto que supone la irrupción de un extranjero en un lugar extraño.  “Todo el personaje de Lucifer puedes verlo como un equipo de rodaje que llega a un lugar extranjero. Es un viaje de aventura. Lo que importa es que nadie sabe con antelación si la película saldrá bien o mal”, argumentó.

Además, explicó la decisión de incluir a Rosellini en los agradecimientos finales asegurando que le adora.  “No tengo un maestro vivo en el cine, pero él me enseñó mucho. Vi ‘L’amore’, donde Fellini hace de pastor y seduce a una chica, cuando yo estaba escribiendo esa misma escena. Al ver la película no pude evitar robarle algunas frases”, comentó.

Sobre la decisión de adoptar el formato de Tondoscope,  señaló que “cuando estás contando una historia en el cine, no sólo eres el narrador, sino también el traductor”. “Yo me veo a mí mismo como un traductor, en el sentido de que traduzco una historia en un planteamiento visual. Pensé cómo podía traducir el paraíso o un estado mental al cine sin caer en estereotipos. Se trata de una historia muy famosa, y hay estereotipos sobre el paraíso e intenté eliminarlos y prescindir de ese poderoso lenguaje visual que hemos heredado”, concluyó.