La coalición de Gobierno en Alemania comenzó con dificultades. La canciller, Angela Merkel, tardó cerca de medio año en cerrar un acuerdo con los socialdemócratas para poder conformar un Ejecutivo que le diera la estabilidad suficiente para poder dirigir la primera potencia europea. Pero ahora los aprietos le llegan desde un lado inesperado: sus tradicionales socios, los bávaros de la CSU han abierto una guerra interna por la reforma migratoria que quiere poner en marcha su líder, Horst Seehofer, que también es ministro del Interior. Un plan ante el que Merkel se ha plantado y que está fracturando la alianza en Berlín.

Seehofer, que había anunciado la semana pasada su intención de poner en marcha, con o sin apoyo de la mandataria su programa para frenar la entrada al país de refugiados previamente registrados en otros países europeos, decidió, sin embargo, dar ayer un ligero respiro a la dirigente conservadora, concediéndole las dos semanas de tiempo que ésta reclamaba para poder cerrar acuerdos bilaterales con naciones como Italia en el marco de la cumbre europea del 28 y 29 de junio. Eso sí, dejó claro que si no se alcanza una solución a nivel comunitario, su idea se pondrá en marcha a principios de julio.

De momento, adelantó que se comenzará «inmediatamente» a impedir el paso en la frontera alemana a los inmigrantes que tengan prohibido entrar en el país o residir en él, algo a lo que se mostró abierta Merkel la semana pasada.