Tulio de Melo y Nivaldo fueron los últimos, pero antes pasaron por Valladolid algunos como João Vicente, Iván Rocha, Edú Manga o Julio César. Todos brasileños. Samba en el José Zorrilla. De todos ellos, más de una docena, Julio César fue el que más años vistió de blanquivioleta.
«Lo que prevalece es la relación humana de la ciudad y el equipo. Las propias paredes del vestuario hablan por sí solas de recuerdos de fantásticos», relata el propio Julio César de sus dos etapas en Valladolid. La primera, de 1996 a 1999, le hizo llegar con 18 años a la capital castellana: «Estaba en México. Me trajeron los mismos agentes que a Harold Lozano y Edú Manga». Había debutado en el CD Marathon de Honduras con 17 años aunque jugaba en el América mexicano. La segunda, en la temporada 2003-04, casi fue más por petición suya: «Estaba en Austria y, aunque lo ganamos todo, me sentía fuera del circuito del fútbol. Le propuse a Carlos Suárez venir a coste cero para jugar en el Valladolid, para volver a la elite de la Liga española».
Defensa central, se adaptó pronto a la ciudad y al equipo que entrenaba Cantatore y, pese a esos 18 años, fue uno de los habituales en el centro de la zaga del equipo que llegó a clasificarse para la UEFA: «Esa primera etapa fue mucho mejor. Llegué joven, con Vicente Cantatore, que acababa de salvar al equipo y mantenerlo en Primera. Me encontré con un grupo fantástico, de los mejores vestuarios de mi carrera, un grupo humano muy bueno, gente como el capi, Eusebio, Harold Lozano, Peña, Peternac... gente que encabezaba el equipo». De hecho mantiene contactos con muchos de ellos: «Con Harold Lozano, que es director deportivo de Cali, hemos hablado hace poco; Peña me visita siempre que va a Madrid; con Heinze también y cuando voy a Valladolid, veo a Marcos... son relaciones que entablas y son difíciles de perder. Son recuerdos que no se olvidan». Aunque firmó por 5 temporadas, pronto recibió llamadas del Barcelona y del Real Madrid, yéndose al club blanco en 1999 (en la época se llegó a publicar que por 300 millones de pesetas más los traspasos de José Antonio García Calvo y Manuel Tena al conjunto pucelano; además de la cesión de Ognienovic -no se hizo-, el colombiano Edwin Congo -se hizo- o el canterano Jorge López, Tote -llegó en 2001-). De la segunda etapa tiene un sentimiento de rabia: «No tuvimos tanta suerte, entre lesiones (Makukula), la destitución del entrenador y descendimos a Segunda. Es un sentimiento rabioso, por el hecho de despedirme así de Valladolid».
Julio César, que nació en 1978 en São Luís( Brasil), y que llegó a jugar en 16 clubes de 12 países (entre ellos, el Milan, la Real Sociedad, el Benfica, el Bolton o el Olympiacos), disputando 125 encuentros en España, entre el Valladolid y el Real Madrid, llegó a ganar una Champions y se retiró en 2013 en Toronto después de lesionarse del ligamento cruzado de la rodilla: «Tenía dificultad para jugar y decidí dejarlo».
Se quedó a vivir en Estados Unidos un tiempo por temas de formación, aunque su residencia desde 2000 está en Madrid. A Brasil va mucho. Ha estado en varios proyectos -como la apertura de un complejo deportivo, llamado Spaceball, en Belem, donde vivió cuando era crío- aunque regresó a Europa y empezó su formación como entrenador. Hoy es licenciado con el UEFA Pro: «Lo he sacado recientemente». Y está involucrado con varios proyectos del fútbol, colaborando con Asociaciones de Veteranos; con asesoría a clubes de fútbol, a directores deportivos, estructuras, metodología... además de ser embajador de la Fundación Real Madrid. «Vivo en Madrid desde el 2000; y no pienso en moverme», señala estos días desde su Brasil natal.
A Valladolid viene siempre que puede. Estuvo una semana antes del ascenso a Primera y ya piensa en regresar dentro de un mes. Además tiene en mente un partido entre el equipo de veteranos del Real Madrid contra el equipo de veteranos del Real Valladolid de su época: «Se está estudiando». Aquí dejó amigos del fútbol y de fuera, como Eduardo y María Jesús o, como él los llama, Veterano y Catedral.
Se bañó vestido en una piscina cuando fichó por el Real Madrid
Julio César jugaba en el Real Valladolid su tercera temporada seguida, quizá en la que menos estaba disfrutando. Durante una cena en casa de unos amigos recibió una llamada de sus agentes, en la que le comunicaban que se cerraba su traspaso al Real Madrid. Se bañó vestido en la piscina y obligó a casi todos a hacer lo mismo de la alegría.