Nadadora de granja

R. GRIS
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Henar Alonso-Pimentel aprendió a nadar en una piscina familiar en una explotación agrícola de Sardón de Duero, y de aquí saltó a los Campeonatos de Europa y del Mundo

Tímida. Henar Alonso-Pimentel se muestra cohibida en un primer momento. Nació en Valladolid en 1963. Es la tercera de siete hermanos. A los tres días de nacer ya estaba en Sardón de Duero, su pueblo. Su familia era propietaria de Granja Sardón, una explotación agrícola y ganadera donde residían más de cien personas. Iban a clase a la capital, pero los fines de semana, el verano, las vacaciones..., todos los días que podía estaba en el pueblo. «Esto es una gozada». Al principio, no sabe hacia dónde ir, pero recuerda un mandato que le ha dado su madre y que no quiere dejar de mostrar. «Vamos a la iglesia, aunque lo típico es el canal, con una ruta que han hecho que es preciosa».

Se retrotrae a los veranos de su niñez. «Yo la pasé en Granja Sardón. El primer año de escuela fui aquí, en Sardón. Incluso fui a una escuela unitaria antes de marchar para Valladolid». Cuando se encamina hacia la iglesia, de repente cambia de dirección porque hay algo que quiere mostrar. Cuenta que la granja fue heredada por dos de sus bisabuelos, Millán y Rafael, de manos de una tía que se llamaba Eugenia. Aún conserva la entrada a un molino, con un gran arco que lleva su nombre. «Ya no pertenece a nuestra familia. Ahora está cerrado, pero sí hacíamos alguna trastadilla aquí de pequeños».

Se encamina hacia el puente sobre el río. «Mi madre me ha dicho que os cuente que fue de los primeros de hormigón armado que se hicieron en España y que trajo a mucha gente a trabajar al pueblo».  Parece que una vez que llega al río se le cambia la cara. «Íbamos a Abadía Retuerta a jugar, pero claro, estamos hablando de otra cosa. También entrábamos en Vega Sicilia y ahora ya no es lo mismo, ha perdido parte de ese encanto que tenía antes».

La ruta del canal transita junto al río. El agua siempre ha sido un elemento fundamental para Henar. «Una de mis hermanas nadaba mejor que yo, pero al final lo dejó». Todo empezó gracias a una prima suya que iba a nadar a la piscina Zorrilla, era la única existente, en la década de los 60. «Allí fui un día y me vieron y desde entonces no dejé de nadar». Desde ese momento, la carrera de Henar Alonso no paró de crecer hasta competir en los Campeonatos del Europa y del Mundo. «De pequeña todo lo que fuera meterme en el río me encantaba. Nos metíamos incluso en los remolinos».  

Pero el origen de todo no estuvo en Valladolid, sino en Sardón. En la piscina que construyó su padre en la granja. Una piscina de 20 metros de largo por diez de ancho. «No vale para entrenar, pero aquí aprendí yo a nadar de muy pequeña».

Del río quiere regresar de nuevo al pueblo. Quiere visitar la iglesia y ver el centro del pueblo. «A mi padre no le gustaba nada la natación. Decía que no iba a tener privilegios por nadar. La primera prueba en la que participé gané y luego hice un récord infantil en braza, pero tuve una pequeña infección y mis padres me retiraron». Pero su insistencia hizo que volviera de nuevo a los 12 años. Tenía que entrenar dos veces al día, pero mis padres continuaban sin querer. «La primera vez que fui campeona de España absoluta me llamó mi padre y me dijo: Creo que no voy a ser capaz de convencerte de que lo dejes».

A los 17 años se marchó con una beca de la Federación de Natación a Estados Unidos. «Allí era entrenar y estudiar, nada más». Aunque fue para un cinco años, finalmente se quedó 19. Hizo una carrera, un master, un doctorado y dos postdoctorados. Un accidente de tráfico le ocasionó problemas de salud y regresó a España para recuperarse.  Tiene claro que su futuro está en Sardón de Duero. Tiene una casa en el pueblo donde piensa retirarse para pasar su jubilación. «Lo que más echaba de menos en Estados Unidos era la Granja Sardón. No creo que me desligue de Sardón en la vida. El amor por este sitio es enorme».

Quiere ver la iglesia de San Juan Bautista. Pero enseguida se encamina hacia el coche para ir a la Granja, situada a un kilómetro y medio del centro del pueblo. Conduce con seguridad por los senderos. Se encamina hacia el centro de la granja, compuesta por multitud de edificios, naves, incluso una ermita donde fue bautizada y tomó la primera comunión.

Ni más ni menos que 73 hectáreas que continúan perteneciendo a la familia. Más de 100 miembros con casas, parcelas, zonas de juegos, y una fábrica de quesos. «Un auténtico paraíso». El paseo por Sardón termina en la piscina, en ese emblemático lugar donde empezó todo. Esa piscina que aún hoy se utiliza por los más jóvenes de la familia. Esa piscina donde aún hoy Henar Alonso continúa nadando.