Una cuestión de impuestos

BENJAMÍN LÓPEZ
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Cuando al inicio de la legislatura el Gobierno subió las retenciones a los autónomos y el IRPF le llovieron las críticas; las mismas que ahora le han vuelto a caer tras decidir bajarlos

¡Por fin es lunes! Comienza una semana en la que ya ha entrado en vigor la bajada del IRPF que tantas críticas ha recibido de algunos. Pero lo cierto es que no se puede criticar a Rajoy por subir los impuestos y también por bajarlos. Ambas cosas son incompatibles. Cuando al inicio de la legislatura el presidente del Gobierno, en un claro incumplimiento de su programa, subió el IRPF y las retenciones a los autónomos, le llovieron las críticas. Ahora que los baja, los que le despellejaron entonces vuelven a hacerlo.
Allá por 2012, el Gobierno se defendió con el argumento de que no le quedaba otro remedio ante una situación de emergencia en las arcas públicas, ya que la recaudación del Estado se había desplomado y necesitaba recursos para pagar, entre otras cosas, la Sanidad, la Educación, el paro y las pensiones. 
Y también para cumplir el objetivo de déficit, es decir, para no gastar mucho más de lo que ingresaba. Por los mismos motivos tomó decisiones duras como congelar el sueldo a los funcionarios e incluso confiscarles una paga extra en 2012, eso sí, con la promesa de reintegrársela cuando fuera posible.
La fórmula no ha ido mal. La situación económica, con todos los peros que quieran poner -que hay bastantes-, ha dado un giro de 180 grados y el 1 de enero de este año el Gobierno rebajó el IRPF al tiempo que anunció otra bajada para el año siguiente. Ahora, Rajoy ha decidido adelantarla al 1 de julio, seis meses antes de lo previsto. Y ha decidido también rebajar al 15 por ciento, cuatro puntos de un plumazo, la retención a los autónomos.
Y los palos han vuelto. Que si pone en peligro el cumplimento del déficit, que si beneficia solo a los ricos. Entre todas las críticas, una es especialmente llamativa. Dicen los detractores que la medida es electoralista. Puede, pero entonces tendrían que haberle reconocido que en 2012 actuó de manera antielectoralista. Además, también sería justo admitir que el PP lo llevaba en su programa electoral y que cuando subió los impuestos aseguró que los volvería a bajar en cuanto se dieran las circunstancias para hacerlo.
Ahora, asegura Rajoy, comienzan a darse las circunstancias con la economía creciendo a más del tres por ciento este año, según la última estimación. Es más, el propio presidente ha anunciado que estudiarán nuevas bajadas si la situación económica lo permite. Es decir, el PP cree que bajar los impuestos es bueno para la economía. No se puede decir lo mismo de los demás partidos. Desde luego no del PSOE, ni de Podemos, por supuesto.
Ambos defienden públicamente subir los impuestos, entre otras cosas porque proponen incrementar el gasto público de manera exponencial. Y una cosa es imposible sin la otra, salvo que estés dispuesto a aumentar aún más el déficit y la deuda. Los dos partidos reconocen pues que hay que gravar más a los ricos y a las grandes empresas. Y ahí está la trampa. ¿Qué se considera un rico? La realidad en la que coinciden todos los expertos es que para aumentar de forma sensible la recaudación a base de impuestos no queda otra que subírselos a las clases medias, es decir, al grueso de los contribuyentes. Lo demás son engaños, eufemismos, o ganas de no querer llamar a las cosas por su nombre.
En el fondo es una cuestión ideológica, una de las más importantes que se debaten en la actualidad. Por eso, los ciudadanos tenemos el derecho a exigir a los partidos políticos que se identifiquen ideológicamente. No es de recibo que la formación de Ciudadanos insista en que ellos no entran en el juego de ponerse etiquetas ideológicas. Detrás de la ideología hay principios.
Simplificando, la izquierda, el socialismo, apuesta por freirnos a impuestos porque entiende que nadie mejor que el Estado puede redistribuir la riqueza para lograr una sociedad más justa y próspera. La derecha apuesta por lo contrario: el dinero es de los contribuyentes y está mejor en sus bolsillos que en manos del Estado.
Ya lo decía la dama de hierro, Margaret Thatcher: «No olvidemos nunca esta verdad fundamental: el Estado no tiene más dinero que el dinero que las personas ganan por sí mismas y para sí mismas. Si el Estado quiere gastar más dinero, solo puede hacerlo endeudando tus ahorros o aumentando tus impuestos. No es correcto pensar que alguien lo pagará. Ese alguien eres tú. No hay dinero público, solo hay dinero de los contribuyentes».
En otras palabras, cuando el Ejecutivo le da dinero a alguien, se lo está quitando a otro. 
Cuando el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, promete luz, agua, calefacción y vivienda a los que no pueden pagarla, se lo está quitando a usted y a mí. Cuando asegura una renta mínima a los parados, sepa que nos tendrá que quitar más dinero a nosotros para pagarla, Si eso está bien o mal es, entre otras cosas, lo tenemos que decidir en las urnas.