La alargada sombra del 'diez'

AGENCIAS
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Desde que Maradona dejó la albiceleste, Argentina solo acumula decepciones en los grandes torneos internacionales

Ni en Maracaibo, ni en Río de Janeiro ni en Santiago. Leo Messi sufrió el pasado domingo su tercera gran decepción con la selección argentina, con la que sigue sin poder repetir los éxitos que logra en Barcelona. Cabizbajo, esperó solo, sentado en el césped, la entrega de premios tras la final mientras los jugadores chilenos, el estadio Nacional y todo el país celebraba la conquista de la Copa América. El ‘10’ de la albiceleste se levantó para recoger su medalla. Fue el primero en hacerlo, pero en cuanto se la colgaron, se la quitó. Otra vez miraba la copa de reojo.

La selección argentina de fútbol tropezó el pasado domingo en los penaltis (4-1) contra la anfitriona Chile durante la final de la cuadragésimo cuarta edición de la Copa América y acumula 22 años sin ganar un título absoluto desde que conquistara la Copa América en 1993 en tierras ecuatorianas.

Antes de eso, la albiceleste, cuyo único éxito reciente en el palmarés son unos Juegos Olímpicos en Pekín en el año 2008, perdió sobre el césped la magnífica oportunidad de cicatrizar las heridas, al volver a quedarse a las puertas de la gloria frente a una Chile que conquistó el primer título de toda su historia.

A lo largo del siglo XXI, los argentinos han llegado a cinco finales y no han ganado ninguna de ellas. Es en la Copa América donde más ocasiones ha tenido, terminando como subcampeones en las ediciones de 2004, 2007 y 2015. Siguió el mismo camino en la Copa Confederaciones de 2005, donde Brasil le ganó la partida con suma contundencia. Y se quedó con la miel en los labios durante el último Mundial, sucumbiendo al postrero gol de Mario Götze.

La patología que responde a los fracasos de Argentina encuentra como origen la figura de Diego Armando Maradona. El célebre ‘10’ fue el último futbolista que condujo a la albiceleste al triunfo, conquistando el Mundial que se jugó en México durante 1986 con cinco dianas y firmando un tanto contra Inglaterra que ha pasado a la historia. ‘El Diego’ es santo y seña de su país, referencia en lo deportivo y modelo para muchos argentinos. Y desde que diera positivo en el Mundial de Estados Unidos por efedrina, se convirtió también en un elemento de ansiedad que ha obligado a su selección a convivir continuamente con la necesidad de cosechar éxito tras éxito.

Argentina ha vivido a la sombra de todo lo que ha ganado Maradona por y para el país. Sin ‘El Pelusa’ y con Batistuta como principal activo, lograron sumar la Copa América en 1993. Nada más.

De hecho, tiempo después, el seleccionador Alfio Basile precisó del ‘10’ para la repesca contra Australia que confirmase su presencia en el Mundial de 1994.

  El mito ‘maradoniano’ es tal que Argentina recurrió a él en 2008, un año después de ser internado en el Sanatorio Güemes debido a sus excesos con las bebidas alcohólicas, como solución de urgencia para el banquillo tras el paso testimonial que dejaron José Pékerman y Alfio Basile durante un período de cuatro años. Sin experiencia en la dirección técnica, llevó a Argentina a la Copa Mundial de Sudáfrica en 2008 y quedó apeada de la competición tras caer (0-4) contra Alemania en cuartos.

El hechizo que embruja ala albiceleste acumula dos décadas en las que no conoce la gloria que un día Maradona dibujó con sus pies. El argentino sigue anclado, viviendo del mito y comparando su actual fútbol con el que un día propuso el ‘Barrilete Cósmico’. Es presa de una tragedia que se ha cobrado dos generaciones incapaces de engrosar el palmarés de un país que encuentra su mayor motivación y desolación por partes iguales en el fútbol.