Rubi, dialogante, metódico y currante

Manuel Belver
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Desde Girona y Vilasar de Mar no han olvidado al hoy técnico del Valladolid. Trabajo, vídeo, claridad, directo en sus instrucciones... al entrenador cuyo apodo llegó por el color de su pelo le recuerdan igual desde que era jugador

Rubi.

«Rubi transmite cercanía, amabilidad, naturalidad y sencillez». Dicen de él en las oficinas del José Zorrilla. «Estudioso, analista, metódico», añaden desde Girona. «Una magnífica persona», relatan desde Vilassar de Mar, club que le vio crecer como futbolista desde benjamines y hasta el primer equipo, y donde dio sus primeros pasos como entrenador.

Así definen a Joan Francesc Ferrer Sicilia, más conocido como Rubi por el color de su pelo, algunas de las personas que han pasado y están pasando por su vida (Mariano Mancebo, el periodista Marc Brugués o su excompañero Xevi Ramón). A Villasar llegó con su familia y allí, en el colegio, le pusieron ese apodo al parecer noruego, como él mismo siempre recuerda. En esa localidad de la comarca de El Maresme, a 24 kilómetros de Barcelona, se crío el que hoy es el mandamás del banquillo del Real Valladolid.

Entró en el club que hoy preside un amigo suyo, Xevi Ramón, en benjamines. Ya en cadetes logró ganar un torneo internacional en Francia. Y en infantiles fue elegido mejor jugador. En juveniles jugó en el Premiá y en L’Hospitalet antes de volver a su club, ya en el primer equipo. «Era goleador, no es muy alto, pero tenía buenas piernas y era solidario con los compañeros», recuerdan.

Con el L’Hospitalet.Con el L’Hospitalet.

Manlleu, Espanyol B, L’Hospitalet, Pontevedra y Terrasa, todos en Segunda B, vieron jugar a este delantero. Él recuerda que también jugó en Vitoria, mientras hizo la mili, en Preferente. Con 31 años, en 2001, seguía marcando goles de nuevo en su Vilasar. Y entonces le surgió la oportunidad de hacerse con las riendas del primer equipo... pero desde el banquillo. Era el capitán y ya entrenaba a las categorías inferiores (de hecho debutó con un benjamín en la campaña 86-87). En su regreso a Vilasar se encargó del infantil y el cadete, donde empezó a fraguar su amistad con Xabi Gil (era la campaña 2000-01), actual preparador físico del Real Valladolid. Xevi Ramón, padre, fue el impulsor de todas esas categorías inferiores y seguro que Rubi tomó referencias de él.

Desde el primer momento dejó claro cuáles eran sus intenciones como entrenador: apuesta por la cantera y ambición hasta el final. «El equipo tiene muchas ganas y no quiere renunciar al play-off de ascenso», señalaba en una entrevista en El Punt sobre las opciones de ascender a Segunda B.  Poco después comenzaría su andadura por otros clubes, algunos más poderosos. Pero en todos los clubes se mantuvo su forma de entender el fútbol. «Lo conozco de su época del Benidorm. Le iba a ver entrenar. Es igual que ahora; supongo que más preparado. Pero igual de metódico, abnegado en su trabajo. Un adelantado a su tiempo. Todas las tareas las explica con un argumento», analiza sobre él Braulio Vázquez, el director deportivo que en su presentación dejó claro que le hubiese fichado para cualquier club en el que él hubiese estado. «He estado en máximo nivel y para nada tiene que envidiar al resto», añade.

«Me exijo la presión desde el primer día. Mi intención es que la gente disfrute viendo el fútbol ofensivo que me gusta. Me gusta el fútbol de ataque», decía el propio Rubi en su presentación con el Sabadell. Ese año fue destituido. Luego vendría el éxito del filial del Espanyol, el fiasco de Ibiza, el Benidorm... y la nada.  «Estuve un año en blanco y es cuando dije que si no salía nada es que no valíamos o... y tenía la posibilidad del negocio familiar (una mayorista de viajes) y entonces me llamó un amigo y un buen profesional, como Raúl Agné», recordaba en estas mismas páginas como llegó al Girona cuando estaba a punto de dejarlo.

En su etapa de jugador en Vilassar. En su etapa de jugador en Vilassar.

Comenzó como experto en la estrategia, luego como segundo entrenador cuando salió Agné y la temporada siguiente como primero. Todo llegó de golpe. Y él lo cogió y triunfó, rozando el ascenso a Primera. «En función del rival trabaja la semana», recuerda Jofre, exblanquivioleta que le tuvo como técnico en el Girona y que añade que los vídeos solían ser muy largos y el propio Rubi se disculpaba por ello: «Me parece muy acertado. Aparte de lo currante, lo bien que ve a los rivales y la capacidad de corregir en positivo. Es extraño que pega bronca. Es natural..».

«El trato fue inmejorable», dice Marc Brugués, del Diari de Girona. Allí no era normal los entrenamientos a puerta cerrada pero los había. Y vuelve el tema de los vídeos: «Es un loco de las nuevas tecnologías. Estudios, análisis, informes. Él y Xabi Gil eran capaces de montar un vídeo en un viaje en AVE desde Madrid».

Tras su éxito en el Girona llegó su paso por Can Barça. Allí estaba su amigo, Tito Vilanova, al que ya había dicho que no en dos ocasiones (una para ir al Figueres y otro para el Barcelona). Pero apenas duró un mes en el puesto que le iba a tocar. Su nombre se llegó a barajar como tándem para dirigir al primer equipo, pero la llegada de Martino le relegó a un segundo plano.

En Girona con su ordenador.En Girona con su ordenador. - Foto: ANIOL RESCLOSA

Ese verano, Alberto Marcos lo tenía atado para el Real Valladolid por una cantidad económica sensiblemente inferior, pero al final Carlos Suárez se decantó por Juan Ignacio Martínez.

En el club azulgrana no perdió la ocasión de aprender y ver lo que significa un club grande (quizá por eso lo de los entrenamientos a puerta cerrada). Pero Rubi es entrenador de campo. Y como tal volvió a llamarle el Real Valladolid, ya con Braulio y ahora con el convencimiento de Suárez.

«Como profesional, Rubi transmite autoridad y se hace respetar por la claridad de sus conceptos y su facilidad a la hora de comunicarse con su interlocutor. No impone, te convence. Y dialoga con total naturalidad y escucha, de tal forma que si tiene que modificar su primer planteamiento, no tiene problema alguno», relata Mariano Mancebo, responsable de la Comunicación y Relaciones Externas del Real Valladolid. «Tiene las ideas claras pero no es cerrado, sabe escuchar a las personas que tiene a su alrededor», añade el jefe de prensa, Mario Miguel.

Con un cuaderno en la mano, en Mondariz no para de trabajar ni en el tiempo libre. Madruga, como todos, para desayunar a las ocho de la mañana. Y su poco tiempo libre es para su familia (su mujer y sus tres hijos).