La 'Parker' segoviana

V. Gómez / Segovia
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Bióloga, sumiller excelente de la Cámara de Comercio de Madrid y campeona regional de sumillería, la joven Laura Herraéz se prepara ahora para convertirse en enóloga

La sumiller Laura Herráez no disimula su vértigo. Parece que fue ayer cuando todos los vinos le olían igual y hoy su olfato es el más brillante de Castilla y León. En poco más de cinco años ha conseguido licenciarse en Biología; ser la mejor de la promoción del Curso de Sumilleres de la Cámara de Comercio de Madrid, uno de los más prestigiosos del país, y proclamarse vencedora del último Campeonato Regional de Sumilleres, en el que se quedó a las puertas de la victoria en 2012. Ahora, se prepara en Palencia para convertirse en enóloga. Reconoce que le ha ido «de maravilla», tanto que le asusta darse el golpe, pero ya no se imagina su vida sin el vino. «Estoy enganchada», confiesa. 
Laura Herráez (Segovia, 1982) está considerada una de las sumilleres castellano y leonesas con mayor proyección. El presidente de la asociación que agrupa a estos profesionales en el país, Pablo Martín, también responsable de la agrupación regional, cree que cumple todos los requisitos para convertirse en la campeona de España y seguir así la estela de Henar Puente, también segoviana, que se alzó en 2004 con el primer puesto en el Concurso nacional. «Está formada, es humilde y honesta, los tres valores que ha de reunir un buen sumiller», apunta Martín, que haciendo un ejercicio metafórico se refiere a ella como un ‘Vega Sicilia’ por ser uno de los mejores vinos del mundo, además de producto de Castilla y León. 
Su juventud y sus ganas de aprender también juegan a su favor. Ella misma asegura que lo suyo no es un don, sino pasión, y que por eso le cuesta poco ponerse a estudiar. «Siempre se dice que ojalá uno pueda hacer lo que le gusta, a mí me ocurre. Estudiar tiene sus sacrificios, pero me gusta mucho seguir aprendiendo. El del vino es un sector que está en expansión e incluye novedades continuas», señala. 
Su incursión en este mundo, sin embargo, no fue por vocación ni tiene atisbo alguno de romanticismo. Salvo en fechas señaladas, en su casa el vino nunca fue habitual y su primera visita a una bodega -la de Raíz de Guzmán, en la Ribera del Duero- la hizo cuando ya contaba con el título de Sumiller Excelente de la Cámara de Madrid. 
 
educar los sentidos. Según relata, para pagarse el carné de conducir comenzó con 17 años a echar extras en el restaurante La Concepción, en la Plaza Mayor de Segovia, donde servía cervezas y caldos por inercia, y fue allí donde conoció a su mentora, la sumiller gallega María Ferreiro. «Ella me enganchó. Me bajó por primera vez a la Asociación de Sumilleres de Segovia y comencé a asistir a las catas», recuerda.    
Por entonces aquel era un mundo de hombres y poca juventud que no le llamaba nada la atención porque el olor, el sabor y el color de los caldos le parecían todos igual -«¿quién, con 18 años, puede valorar la calidad de un vino?», se pregunta-. Pero fue todo cuestión de probar y con cada cata fue educando sus sentidos hasta lograr diseminar todo lo que había en la copa. «Todos tenemos esa capacidad pero tenemos que aprender a educar nuestros sentidos, y es también muy importante oler de todo. No puedes decir que algo huele a una cosa que nunca has olido», puntualiza.
Desde que ella ha aprendido a hacerlo, el entorno es para ella bien diferente porque los colores, los aromas y los sabores se multiplican. Cerca de un molino, en la ribera del río que da nombre al pueblo segoviano donde pasaba largas temporadas en su infancia, Santo Domingo de Pirón, los paseos y momentos de desconexión cobran ahora para Laura Herráez un sentido diferente. Ese lugar en el que antaño jugaba a cazar ranas o hacer presas es hoy, dice ella, «la calma, la tranquilidad, la nada» pero también un auténtico paraíso para los sentidos.
 
Cadena de éxitos. En su carrera, participar en el curso de la Cámara de Comercio de Madrid supuso para la sumiller un punto de inflexión. «Estaba rodeada de madrileños, siempre era la más callada, pero al final di la sorpresa», se sonríe al mencionar que fue la mejor de su promoción. Los éxitos profesionales, y también académicos, llegaron tras su paso por allí. Hace tres años que acabó sus estudios de Biología y que comenzó los de Enología y el pasado mes de marzo se proclamó vencedora del Campeonato Regional de Sumilleres, en el que se impuso a 34 profesionales procedentes de las diez asociaciones de Castilla y León.
Pese a sus logros como sumiller, esta joven segoviana confiesa que sus planes para el futuro no pasan por esta profesión, sino por aprender junto a un enólogo «que experimente y quiera hacer algo diferente». «Me conformaría con poder trabajar en una bodega a gusto y conseguir algo que guste a la gente», asevera Herráez, que se imagina también viajando por países como California o Nueva Zelanda, así como dentro de España, cuyos vinos, según señala, cada vez le sorprenden más. 
Los de Jumilla, El Bierzo o los de garnachas de Gredos son algunos de los que más le han llamado últimamente la atención, aunque no esconde su especial predilección por los caldos de Jerez. «Son una maravilla, aunque en España no encuentran el mismo reconocimiento que tienen fuera», lamenta. 
Los de Jerez son para ella lo más parecido al vino perfecto, aunque admite que no hay caldo que lo sea. «Ojalá pueda hacerlo yo, pero no existe», concluye.