El girasol gana terreno

P. V.
-

La campaña se cerrará con unas 100.000 toneladas más que el año pasado tras incrementar la superficie sembrada en más de 15.000 hectáreas, aunque los agricultores muestran su malestar por los bajos precios que se están pagando

La sequía condicionó las decisiones del año pasado sobre la conveniencia o no de sembrar ciertos cultivos y cambió el paisaje de las tierras castellanas y leonesas. La falta de agua obligó a los agricultores a optar por otras plantaciones como el girasol en lugar del cereal, por lo que la superficie de este cultivo ha crecido en Castilla y León en más de 15.000 hectáreas con respecto al año pasado cuando se contabilizaron 266.100, según datos del Ministerio de Agricultura y Ganadería.

«Este año todos vimos en sementera como un problema la sequía y entonces se sembró algo menos de cereal y se trasladaron para el girasol», señala el coordinador de la Alianza UPA-Coag, Aurelio González, que añade que las previsiones de cosecha, «que ya está muy adelantada aunque faltan algunas zonas amplías de regadío», apuntan a que se van a recolectar unas 100.000 toneladas más que el año pasado cuando se recogieron en torno a las 281.000.

Una opinión compartida desde Asaja, que asegura que «los cultivadores de la Comunidad se están resistiendo a abandonar el girasol por las escasas posibilidades de cultivos que existen en la meseta y también porque el girasol es una buena alternativa agronómicamente, puesto que las labores se realizan cuando el cereal ya está cosechado, y porque por sus características contribuye a un buen estado de las parcelas». Sin embargo, las reiteradas pérdidas que soportan los agricultores hacen temer una reducción progresiva de la superficie, «porque los precios que se pagan no lo hacen rentable y apenas cubren los gastos de producción, incluso sumando la ayuda por hectárea que recibe como oleaginosa», apuntan desde esta organización.

Desde Asaja consideran que los desajustes del mercado están causados principalmente por la entrada masiva, bien como pipa o directamente como aceite, de girasol procedente de los países ribereños del Mar Negro. «Años atrás estas importaciones se derivaban en buena parte a la producción de biodiésel, que hoy por hoy está en declive, con lo cual el destino principal del aceite es el consumo humano», indican.