Un canal con alma, corazón y cuerpo español

Jorge Losada
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El 26 de junio se inaugura la obra más emblemática de ingeniería del siglo XXI, con el estreno del Tercer Juego de Esclusas construido por la compañía nacional Sacyr, que ha costado de 5.581 millones de dólares

 
Hace pocas fechas, durante la entrega de la medalla de Plata de la Comunidad de Madrid, el galardonado, el escritor Arturo Pérez-Reverte, señalaba que el Dos de Mayo, en alusión al levantamiento de los madrileños contra las tropas napoleónicas, es «una de las pocas fechas en las que es posible no avergonzarse de ser español». Si el académico estuviese, como ha estado Promecal, a los pies de la construcción del Tercer Juego de Esclusas del Canal de Panamá, ejecutada por la empresa española Sacyr, casi con total seguridad, también mostraría su orgullo de ser español.
Apenas quedan unos días (31 de mayo), para que el consorcio Grupo Unidos por el Canal, liderado por Sacyr, entregue a la autoridad panameña la mayor obra de ingeniería del siglo XXI y una de las más emblemáticas de la Humanidad. Sin duda, un reto sin precedentes en la historia moderna de las infraestructuras. Desde ese 31 de mayo hasta el 26 de junio, que se inaugurará oficialmente, comienza una cuenta atrás que empezó en julio de 2009 con la adjudicación del proyecto y en la que, durante casi siete años, se han tenido que superar numerosos retos técnicos, administrativos, logísticos y, sobre todo, de gestión.
La gran pregunta era, ¿por qué ampliar el canal? Ha pasado más de un siglo desde aquel 15 de agosto de 1914 en el que los americanos construyeron e inauguron esta vía marítima a dos océanos. 
Desde que se ejecutó la obra, Estados Unidos estuvo administrando la concesión hasta diciembre de 1999. Atrás quedarían los fracasos de los ingenieros franceses que lo intentaron a finales del siglo XIX y, aún más lejos, las ensoñaciones de Carlos I que fue el primero en sugerir la necesidad de excavar un cauce para acortar los viajes hacia Ecuador y Perú, obviamente la tecnología de la época lo hizo inviable.
Pero, ese 15 de agosto de 1914, marcaría un hito en la historia de la navegación. Desde su apertura, año a año, se veía cómo se aumentaban las operaciones y cómo se incrementaba el número de barcos que cada día transitaban desde las aguas de Pacífico al Atlántico, y viceversa. Así, hasta prácticamente el inicio de la Guerra de Vietnam en el que el volumen ya no podía crecer más, con lo que la ingeniería se vio obligada a construir barcos de mayor volumen para transportar más mercancías. 
De esa necesidad, y a partir de la fecha de 1999 en la que EEUU cedió la gestión al Gobierno de Panamá, en cumplimiento de los Tratados Torrijos-Carter, que reconocieron en 1977 la soberanía del país sobre su territorio, se llega a la ejecución de un Tercer Juego de Esclusas. Con esta licitación, ganada por el consorcio liderado por Sacyr por «ser la mejor técnica y la más barata», señaló su jefe de obra, José Peláez, el Ejecutivo local busca aumentar la capacidad de navegación, que había llegado a su límite máximo, duplicando el tránsito de mercancías de 330 a 600 millones de toneladas anuales y 16.000 servicios frente a los 12.000 actuales. Esta ampliación garantiza el paso de embarcaciones más grandes, los denominados Post-Panamax, de hasta 12.000 contenedores y adaptar el cauce al comportamiento de la flota marítima internacional, ya que la actividad, a través del mar, crece en el mundo a una tasa anual del 2,4% y el mercado de carga de contenedores lo hace a 8,4%.
En total, y tras estos años de obras, la construcción se finaliza con una inversión de más de 5.581 millones de dólares, frente a los 3.192 millones del precio del contrato inicial.
 
Cifras gigantescas. En este proyecto han participado más de 10.000 trabajadores de 40 nacionalidades distintas, con más de 70 empresas españolas. Pero estos son solo algunos de los faraónicos números de esta infraestructura que ha permitido la dotación de dos grupos de compuertas de tres alturas cada una, con tres tinas de reutilización de agua por nivel, una en el lado del Pacífico y otra en el Atlántico. Los nuevos depósitos doblan las dimensiones anteriores. Tienen 427 metros de largo, 55 metros de ancho y 18,3 metros de profundidad y para su ejecución se han empleado más de 4,5 millones de metros cúbicos de hormigón, 220.000 toneladas de acero o 62 millones de metros cúbicos de tierras extraídas.
La obra ha supuesto para Sacyr un gran desafío técnico, orográfico, geológico y climático pues, tanto antes de comenzar las obras como durante los trabajos, se han planteado nuevos retos que se han superado con innovación. «El Tercer Juego de Esclusas, en suma, ha transformado la compañía, que ha crecido en confianza, competitividad, capacidad técnica y de gestión. «La ampliación nos ha hecho definitivamente mejores», declaró el presidente, Manuel Manrique.
Actualmente, el Canal de Panamá es la principal actividad económica del país, aporta el 6% del PIB anual, genera 13.100 empleos directos y en 2015 alcanzó una cifra de facturación de 2.610 millones de dólares, aportando al Estado 1.030 millones. Con la ampliación se espera aumentar los ingresos en unos 12.500 millones en 10 años.