Goles entre rejas

M.B
-

El Centro Penitenciario de Valladolid cuenta desde 2013 con un equipo de balonmano, formado íntegramente por reclusos. Disputa una Liga federada, la Primera Provincial. Y siempre juega como local

Goles entre rejas - Foto: Jonathan Tajes

El sonido del bote del balón llega casi hasta la entrada de acceso. De camino al pabellón se reconocen los deslizamientos de las zapatillas, se escucha cierta algarabía e incluso alguna risotada. La calle está vacía.  Hace bueno y ha salido el sol. Tras tocar un timbre se abre la puerta, de chapa. Ahora sí, los sonidos son claros. Recuerdan a Huerta del Rey, Rondilla, Miriam Blasco... son de botes de balones, son de un grupo de jugadores, son de goles, son del silbato de un entrenador... se parecen... no, son. Es un equipo de balonmano. 

Tras cruzar el pasillo, allí están, en la pista, Víctor, Juanjo, David, Jorge, Juanma, Filipe... y otros tantos. «Suelen venir a entrenar entre 18 y 20, aunque federados tenemos a 16», señala su entrenador. Las gradas hoy están vacías, pero los domingos rara vez juegan solos. «Normalmente suelen acudir 15-20 personas a verles, depende», nos dicen?. El pasado fin de semana disputaron su segundo encuentro de la temporada, ante el Foyelsa 3Tiempo BM Arroyo. Perdieron. «El año pasado ganamos dos partidos y estuvimos cerca en alguno más», señala Pedro (nombre ficticio). «Jugar ante equipos de fuera es un aliciente, te quita de estar aquí», añade Juanjo, que el domingo metió 12 goles. «Este deporte engancha», apunta.

Ellos son algunos de los jugadores del equipo del Centro Penitenciario de Valladolid que, desde hace cinco años, botan tres días a la semana el balón. El deporte se lleva usando como medio de reinserción desde hace tiempo, con la implantación de gimnasios, con pistas de baloncesto, con frontones, con ligas internas de fútbol... «La actividad física te evade del hecho de estar privado de libertad. El deporte es fundamental, para cualquiera es un escape... más si estás privado de libertad», señala el director del centro, Carlos Blanco. La diferencia aquí es que este equipo disputa una competición federada, la Primera Provincial. «Empezamos hace cinco años a través de Cáritas y de la mano de Juan Antonio Barragán, que se ofreció a ello. Este año surgió la posibilidad de continuar a través del Recoletas Atlético Valladolid y aquí estamos», matiza Blanco mientras observa el entrenamiento.

En la pista no hay reclusos. Hay jugadores. Carrera continua, partidillo mezcla de balonmano y fútbol sala, táctica, nuevo partido, ya solo de balonmano, y lanzamientos. Made in balonmano de Valladolid. «Los entrenamientos son muy parecidos a lo que yo hago como jugador», analiza su entrenador, de nombre de sobra conocido, Fernando Hernández.

«Es top en todos los sentidos». «Es un privilegio tener un campeón del mundo aquí». «Estamos muy contentos con él. Es muy buen entrenador». Los elogios a Fernando llegan de sus entrenados, a los que durante dos horas, y dos días a la semana, busca mejorar, para llegar en las mejores condiciones al domingo. 

El equipo lleva desde primeros de octubre entrenando. Desde que el Centro Penitenciario y el Recoletas Atlético Valladolid llegaron a un acuerdo de colaboración. Fernando es el encargado de la parcela técnica de la plantilla y la Fundación Michelin colabora sufragando parte del coste económico.

«Tenemos jugadores que llevan los cinco años en el equipo, pero cada temporada hay gente que sale en libertad u obtiene el tercer grado. Por eso anunciamos en los módulos la posibilidad de formar parte y con los que lo solicitan se hace una selección», explica el director del Centro sobre la formación de este equipo. En él hay presos que tienen condenas de dos años y otros con más de 20.

En dos domingos volverán a vestirse las camisetas para jugar. Ya les esperan Balonmano Tudela, BM Delicias... y más adelante UVa Lourdes, Aula Valladolid, BMLaguna y HandVall. Siempre en casa, como locales.

«El balonmano es diferente. El trato con la gente... se parece al rugby, es más de grupo», señala David, que de momento no puede jugar por una lesión en el hombro. «Me gustan los deportes y siempre he sido aficionado al balonmano», añade Pedro. «Jugué en Angola y Portugal, de forma federada, tanto de portero como de central», matiza uno de los que ya sabía de qué iba este deporte, Víctor.

En la cárcel se modelan conductas y se consiguen objetivos a nivel terapéutico. El balonmano es una actividad más para este fin. 

El sonido del bote del balón, la algarabía, alguna risa y el silbato proceden del mismo sitio, del polideportivo que se encuentra en las instalaciones del centro de Villanubla. Aquí no hace falta seguridad. Aquí juegan al balonmano. Hoy son unos 20 entrenando. Pero cada vez quieren más. ¡Au, au, au!

Todo un campeón del mundo al frente del equipo 

Fernando Hernández dirige este año el equipo del Centro Penitenciario. Todos los miércoles y viernes entrena durante dos horas a unos jugadores que luego disputan una Liga federada. «La primera sensación al entrar fue la de no saber que me iba a encontrar, pero enseguida me acogieron a la perfección, con mucho respeto desde el principio» , señala el que fuese campeón del mundo en 2005. Reconoce que algunos de sus jugadores no sabían nada de balonmano y otros llevan cinco años jugando; pero su idea es la misma para todos: «Tratar de enseñarles los valores del deporte y acabar los partidos con sensación de equipo, con la cabeza bien alta». Llegó gracias a la parte social del Recoletas Atlético Valladolid: «Me lo ofrecieron y no me lo pensé».