Valladolid se juega hoy su futuro

Luis Amo
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La sociedad Valladolid Alta Velocidad debe aclarar hoy, dos años después de su última reunión, las dudas que penden sobre el soterramiento del tren

Estado actual de la construcción del complejo ferroviario en el Páramo de San Isidro. - Foto: César Minguela

El Consejo de Administración de la Sociedad Valladolid Alta Velocidad se reúne esta misma mañana tras dos años sin encuentros presenciales y con única obra en marcha:la construcción del complejo ferroviario. Se da la circunstancia, además, que este organismo integrado por el Ministerio de Fomento, la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de Valladolid, sería un auténtico superviviente de entre todos los existentes en el territorio nacional, cuya previsión es extinguirlos por orden gubernamental, incluidos los presentes en la región. Y es que, la operación ferroviaria de la capital vallisoletana cuenta con una importante ventaja sobre el resto porque a priori es la única viable a partir de su patrimonio: casi cien hectáreas de terreno liberado, casi la mitad en pleno centro urbano de la ciudad. Una operación que, con las cifras de hace un lustro, es decir, sin actualizar, suma 1.100 millones de euros.

Coser la ciudad. Todo, sin embargo, enmarcado en un escenario de crisis donde el sector inmobiliario ha caído a índices históricos, si bien técnicos, constructores, promotores e importantes sociedades de inversión coinciden en apuntar que Valladolid es la «excepción», que ese suelo es una oportunidad «única». «Seguro que se venderá a buen precio aunque sea más tarde de lo previsto» e incluso están convencidos de que el mercado «lo absorberá». Valladolid, en definitiva, se juega hoy su futuro: salvar una operación que además de financiera también es ferroviaria, urbanística y social. Pero también de generación de riqueza, de atracción de nuevas empresas y consolidación de las existentes, como puede ser el caso de dotar de más carga de trabajo a los talleres de Renfe, sus industrias auxiliares y otras.

Coser la ciudad es el propósito de la conocida como operación Rogers, donde en los últimos años se han dado los pasos preliminares:el soterramiento de casi un kilómetro de las vías del tren a su paso por el Pinar de Antequera y la construcción del nuevo complejo ferroviario en el Páramo de San Isidro, cuya fecha de finalización está prevista para en dos meses.

Reunión del TAV. El Consejo de Administración de la Sociedad del TAV, que se celebra esta mañana, se reúne con la intención de reestructurar el organismo de acuerdo al nuevo escenario económico y, por tanto, al avance de la operación ferroviaria. En concreto, los miembros del consejo acordarán la destitución del gerente actual,Cayetano Roca, cuyo salario anual supera los 120.000 euros, junto con el nuevo nombramiento y una reorganización del organigrama que supondría la eliminación de un puesto para quedarse la sociedad con cinco empleados, la reducción a la mitad del presupuesto (alrededor de 500.000 euros), así como cancelar varios contratos vigentes con empresas externas que «no servían para nada en los últimos tiempos» y la renegociación de otros, como la asesoría fiscal y jurídica del organismo.

Plan de negocio. En la citada reunión se marcará también un nuevo plan de negocio, que incluye sacarlo a concurso para que sea una empresa externa la que más allá de las tradicionales vías de financiación mediante la venta directa de parcelas, busque otras alternativas u otros inversores que puedan financiar parte del coste.

Sin noticias de Rogers y su plan

La modificación del Plan General Urbano (PGOU) de Valladolid con motivo del Plan Rogers fue publicada por el Boletín Oficial de Castilla y León hace justamente ahora tres años. Pero los vallisoletanos llevan escuchando hablar de este prestigioso arquitecto británico cerca de una década. Un periodo en que Richard Rogers y su equipo han visitado la capital vallisoletana en varias ocasiones, donde han plasmado en papel su concepto del Valladolid del futuro, su área de centralidad urbana, los hitos propuestos y los grandes espacios abiertos a través del eje ferroviario norte sur conocido como el corredor ferroviario, entre la antigua carretera de Renedo y la calle Daniel del Olmo. Asimismo, los ciudadanos pudieron ver en una carpa en Campo Grande el cambio de la ciudad que llegaría a partir de 2012. Una fecha, precisamente, que desde aquel mismo tiempova sumando días y meses en una ciudad donde la barrera ferroviaria continúa siendo un muro urbano y con varios pasos a nivel, con la peligrosidad que ello conlleva ante su inteso uso por conductores y peatones.

Así, lejos de entender esta nueva trama urbana con grandes arterias circulatorias, supuestamente existirán pocas y separadas entre sí para conseguir ganar el máximo espacio posible para el peatón. En concreto, el ámbito del PlanRogers comprende un diseño de ciudad sobre 100 hectáreas, además de la posible prolongación del soterramiento por el sur hacia Parque Alameda: abarca el mismo trazado de las líneas de ferrocarril Madrid-Irún y Valladolid-Ariza a su paso por la ciudad. Además de dichas líneas, se incluyen otros espacios ferroviarios, donde el arquitecto dibujó destacados hitos para hacer de Valladolid una ciudad reconocible «en todo el mundo»: la estación de Valladolid-Campo Grande, que se soterrará, la estación de la Esperanza, la estación de mercancías de Argales o la estación de autobuses, que también estará soterrada. Los terrenos ocupados por Redalsa también están pendientes de liberarse.