Podemos teme a Ciudadanos

BENJAMÍN LÓPEZ (SPC)
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La formación de un Gobierno en Andalucía está en manos de los futuros movimientos del partido de Pablo Iglesias y el de Rivera

¡Por fin es lunes! La semana se presenta interesante desde muchos puntos de vista y en flancos diferentes. Uno de ellos es Andalucía, una casilla del tablero de ajedrez político en la que Ciudadanos y Podemos se juegan mucho. Dos partidos que, como las piezas blancas y negras, son iguales y a la vez antagónicos. Los dos pelean por ganar la partida, los dos tienen un rey por encima de las demás figuras y los dos están meditando el siguiente movimiento en tierras andaluzas. Pero ambos siguen estrategias muy diferentes, casi opuestas. 
Uno, romper el reglamento y destruir el juego ; el otro, cambiarlo desde el respeto a las reglas. Y ya se sabe que mover un peón de más, enrocarse a destiempo, sacrificar una pieza o equivocar la apertura puede decidir la partida, otorgarndo una ventaja al rival que, en pocos movimientos, se acabe convirtiendo en jaque mate. Y eso es lo que se dirime ahora. ¿Quién pactará con Susana Díaz?
El juego lo abrió Pablo Iglesias en las elecciones europeas. Eligió una apertura muy agresiva y sorprendente. En pocos movimientos se apoderó de buena parte del tablero y parecía imparable a medida que pasaba el tiempo (tic-tac, tic-tac). Iglesias y su Podemos planteaban, en mitad de la partida, cambiar las reglas del ajedrez, romper el tablero y hacer uno nuevo y diferente a su medida. Cuestionó todo, la esencia misma del juego, aprovechando el hartazgo colectivo y la crisis galopante. No quería el bipartidismo imperante de blancas y negras. Ofrecía un color muy visto y antiguo, el rojo, que vendió como nuevo y capaz de traer felicidad e igualdad. El rey ya no mandaría más y el protagonismo pasaría a ser de las piezas más insignificantes, los peones, los que se sacrifican siempre para mantener al resto. 
Pero Pablo dudó. No quiso sacrificar a una de sus piezas clave, Monedero, al que pillaron con las manos en la masa. El rey con coleta se enrocó, envuelto él mismo, sus torres y hasta su reina, en casos oscuros de presuntas corruptelas. Ellos, los que venían a acabar con tantos alfiles corrompidos parecían también manchados. Y empezaron a retroceder, en medio de las sospechas, propuestas utópicas y arrogancia desmedida. 
Y claro, cuando uno cede posiciones, otro las toma. Ahí creció Ciudadanos, con su rey indiscutible mandando a las tropas. De manera muy inteligente, Albert Rivera aprovechó el camino abierto por Podemos pero, en lugar de ir a destrozarlo todo, propuso, simplemente, regenerarlo. El ajedrez es un gran juego, sostuvo, el reglamento es bueno pero necesita cambios profundos, sin necesidad de ahorcar al rey ni de hacer saltar el tablero por los aires. 
Su propuesta, de cambio ordenado, ha ganado posiciones frente a los partidos tradicionales y también frente al radicalismo de la formación morada. Iglesias lo sabe y teme a Rivera como a una vara verde. Por eso rehuye un debate con él y, de hecho, en las últimas semanas, sus ataques van dirigidos, sobre todo, a Ciudadanos, no tanto al PP y al PSOE que hasta ahora han sido el blanco de sus poderosas embestidas. El líder mesiánico es consciente de que el catalán le está ganando la partida movimiento a movimiento, llevándose a muchos de los peones a los que tenía ya convencidos pero que ahora prefieren apostar por un modelo constructivo y moderado frente al suyo, destructivo y radical. 
Ahora, ambos tienen en sus manos la llave de Andalucía. Y por eso estudian y meditan el siguiente paso con cautela, mirándose de reojo, sin prisas, calculando las consecuencias a corto plazo -elecciones municipales y autonómicas dentro de un mes- y a medio plazo -generales a final de año-. 
Que sus votos permitan gobernar a Susana Díaz, al PSOE, puede marcarle decisivamente. Probablemente más a Ciudadanos, cuya principal masa de apoyos procede de desencantados del Partido Popular que no verían nada bien que, al final, las papeletas naranjas que depositaron en las urnas sirvieran ahora para perpetuar el socialismo en Andalucía. 
Podemos, por el contrario, está empezando a mirar con buenos ojos la operación. La comienzan a vender como una victoria. Gracias a nosotros, dicen, se marchan Chaves y Griñán -aunque de momento no se vayan más que de boquilla-. Es un gran logro, aseguran, que demuestra que ellos pueden cambiar las cosas. Y también es una manera de presentarse como un partido moderado, capaz de garantizar la gobernabilidad de la región, frente a la imagen radical y antisistema que se han ganado a pulso. Es una forma de decir, voten a nuestro grupo que no pasa nada.
La partida se juega ahora en las casillas andaluzas del tablero. Ambas formaciones se disputan la hegemonía entre los nuevos partidos. Podemos partió con fuerza. Ciudadanos está dando la vuelta a la situación. En ajedrez se dice eso de que «las blancas juegan y ganan», que el que arranca el juego, lo acaba ganando. No siempre es así. Ahora las negras tienen ventaja.