Educar para integrar

M.R.I
-

El colegio público Antonio Allúe Morer es ejemplo de los resultados que la educación puede conseguir en la integración de población en riesgo de exclusión social. En el centro casi el 80% de los alumnos son de etnia gitana y el resto, emigrantes

En Valladolid existe un centro educativo donde la mayoría es minoría y donde la educación se ha convertido en la medida más efectiva para conseguir la integración social de los niños procedentes de minorías étnicas e inmigrantes. De los 188 alumnos matriculados este año en el colegio público Antonio Allúe Morer casi el 80 por ciento son de etnia gitana, el resto proceden de un amplio abanico de nacionalidades y tres son payos.

«En este colegio no hay problemas de absentismo escolar, ni de conducta, ni con los padres, que respetan muchísimo a los profesores», sentencia Henar Rubio, directora del centro desde 2010. La docente explica que esta panorama casi inédito en un centro educativo se debe a que llevan «mucho tiempo» trabajando con las familias, con el centro de acción social municipal, las Ong y las asociaciones gitanas. «La Federación de Asociaciones Gitanas nos cede una trabajadora social, que hace de nexo entre el colegio y las familias», detalla Rubio.

El proyecto educativo que se desarrolla en este colegio necesita de mucha implicación personal del profesorado, aunque su directora repite que «de la verja verde para dentro es igual que el resto de los centros». Aunque hay muchos matices que hacen que el trabajo rutinario se convierta en un granito diario en el camino de la integración de estos alumnos e incluso de sus familias.

«Es básico el respeto», explica la directora. Esta directriz «ayuda» a trabajar y entender las carencias de niños procedentes de hogares «muy pobres». Henar Rubio explica que algunos niños duermen en el sillón porque viven en casas «minúsculas» y con muchos problemas de salubridad. Por eso ella, junto con otros voluntarios del Banco de Alimentos, distribuyen comida a estas familias. Además, gracias a Cooperación Internacional se ofrecen desayunos gratuitos con leche, cereales y fruta en el colegio. Esto y que el 70% de los chavales acuden al comedor escolar garantiza que sus necesidades nutricionales estén cubiertas.

El Allúe Morer es el único colegio público de Valladolid que utiliza uniforme, aunque en este caso es para «igualar» a los alumnos. Una medida que está en peligro porque, según explica la directora, la implantación del programa Releo ha acabado con las becas para libros, que las familias dejaban en el colegio y con las que se compraban los uniformes. «Ahora lo van pagando mes a mes, pero hay mucha gente sin recursos», detalla. El centro educativo también dispone de un banco de ropa para los niños más necesitados.

El poder de la música. Aunque una de las medidas más efectivas para conseguir la integración es la orquesta y coro In Crescendo. «Todos los miércoles los niños de Primaria van al cole», explica la directora. Y todos están orgullosos de pertenecer a un proyecto que ha permitido, por ejemplo, que familias de una barriada, de la que nunca suelen salir, se hayan puesto sus mejores galas para acudir al Miguel Delibes y sentirse orgullosos de ver a sus hijos en el escenario recibiendo los aplausos del público. Un reconocimiento social al que están poco acostumbrados y por el que ahora saben que vale la pena luchar.

 

La Orquesta In Crescendo se fundó en el curso 2011 gracias al área socio-educativa  del Auditorio Miguel Delibes y la Orquesta Sinfónica de Castilla y León. El proyecto combina la formación artística con una labor de integración y desarrollo personal de los niños de entre 5 y 12 años, como apunta la directora del colegio. «Hay niños que ahora no se quieren ir del barrio por seguir en el coro. Este año se ha dado el caso de una alumna que se ha trasladado a La Victoria y sigue acudiendo a los ensayos».