Como si de un bucle se tratara, la situación en aguas del Mediterráneo se vuelve a repetir. Un barco de una ONG con cientos de migrantes a bordo espera permiso para atracar en puerto seguro. Italia se lo deniega y asegura que la nave está en aguas de Malta y que es ese país el que tiene que responsabilizarse. Pero las autoridades de La Valeta descartan que eso suceda.
Pasó la semana pasada con el Aquarius y ahora con la embarcación de la organización alemana Lifeline, con al menos 240 personas rescatadas en el buque y que el pasado miércoles recibió la negativa del Gobierno de Roma.
Según indicó ayer el ministro de Infraestructuras y Transportes transalpino, Danilo Toninelli, el barco, con bandera holandesa, está actualmente más próximo a las costas maltesas y, por tanto, tiene que ser este país «el que abra sus puertos».