La ribera de los monjes

Ernesto Escapa
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La ruta del fin de semana por Corcos de Aguilarejo

La ribera de los monjes

La entrada del Pisuerga en la provincia de Valladolid entretiene su andadura en un vaivén de meandros muy pronto colonizados, como demuestran los lugares de interés arqueológico repartidos por sus márgenes. Sotos prehistóricos, villas romanas y granjas monásticas. El río zigzaguea por un valle amplio que se extiende entre los páramos de Torozos y del Cerrato. Al otro lado del Pisuerga y antes de llegar al precipicio de los cortados de San Martín de Valvení, se suceden las granjas. La granja Muedra, que perteneció a los monjes de Retuerta y después al marqués de Camarasa, tenía en la ermita del caserío, dedicada a Santa Juliana, una interesante colección artística.

EL VALLE DE LOS CANTEROS.

Remetido en el Valle Benigno, San Martín conserva bastantes casas de hermosa sillería, algunas de ellas adornadas con vistosos escudos y las más con preocupantes signos de ruina. El anticuario catalán Federico Marés cuenta en sus memorias cómo en 1958 el obispo de Palencia reclamó su visita de negocios a San Martín de Valvení, para venderle la Adoración de los Reyes, un imponente alto relieve de Esteban Jordán, por el que se embolsó 36.000 pesetas. Alertados del expolio por los tanteos previos, los vecinos mostraron su hostilidad ante el despojo, pero sin perder de vista entre quienes se celebraba el negocio. Desde entonces la pieza luce en el Museo Marés de Barcelona. La iglesia cobija una valiosa colección de retablos y una caja de órgano vacía. Algunas ventanas conservan todavía restos de tracerías góticas. En la misma plaza destaca la casa rectoral, que se distingue por el reloj de sol de su fachada.

Saliendo hacia San Andrés, donde hubo un monasterio benedictino ya en el siglo once, llama la atención una casona que exhibe dos escudos con celada. A tres kilómetros y medio de San Martín, valle adelante, se encuentra San Andrés, que actualmente es una granja agrícola. A la derecha destacan las ruinas de lo que fue priorato y luego parroquia y ermita. Como en todo el valle, asombra la destreza en la cantería de los sillares. Entre la amalgama de techumbres vencidas del caserío llama la atención el muro de sillería de una casona de 1696, con un escudo abacial y otro de Castilla y León, perteneciente a los cistercienses de Palazuelos. El muro está abierto al vacío y sigue en pie porque lo sujeta una estructura de hierro.

San Martín ofrece un indudable porte señorial, si acaso perjudicado por la inclemencia de los expolios y el abandono. En su castillo consta que descansó el emperador Carlos V durante un viaje a Cevico de la Torre. Pero apenas quedan unos mínimos vestigios de la fortaleza. Hace alrededor de sesenta años, su dueño, el marqués de Camarasa, mandó desmontar y acarrear sus sillares para construir una pesquera y otras dependencias en la Granja de Quiñones, abajo junto al Pisuerga. Luego los propios vecinos enterraron otro buen resto de los muros supervivientes como firme de sus calles.

VESTIGIOS ROMÁNTICOS.

La orilla monástica del Pisuerga agrupa en Corcos de Aguilarejo la granja de Palazuelos el Viejo, con su llamativo neocastillo, la iglesia del monasterio cisterciense de Santa María de Palazuelos y, en sus alrededores peatonales, las sirgas del Canal de Castilla con el conjunto de la esclusa 40 y los vestigios de un jardín romántico. Ningún otro pastiche provincial resulta tan peripuesto como este palacio montañés de Aguilarejo, fabricado con piedras del castillo de Trigueros. El ensueño de construirse casas fuertes y palacios de cuento en las granjas desamortizadas alcanza aquí su cenit. Esta vega aprovecha la franja fertilizada por los meandros del río y queda entallada entre la frontera del Canal y los Cortados del páramo. La granja de Aguilarejo se distingue por la silueta inconfundible de su casa fuerte, que trasplanta a la Meseta el modelo torreado de palacio montañés. Es una construcción de los años veinte que tiene adosada una capilla neorrománica y haciendo corro, en torno al pedestal del Corazón de Jesús, las casas de los aparceros.

En la plazuela de la granja un monolito de tiempos de la guerra civil recuerda que aquel era el aeródromo usado por el general Mola en sus visitas bélicas a Valladolid, cuando todavía no existían las pistas de Villanubla. El paseo hasta los Cortados, que se desnudan al otro lado del río, discurre por un camino tranquilo y fácilmente transitable. Partiendo de la granja, la senda se interna en un tramo arbolado con evidentes muestras de haber sido jardín de recreo en los buenos tiempos de la finca. A la entrada, ya vencida por el abandono, permanece una lápida de mármol con los versos inolvidables del ‘Cántico espiritual’ de San Juan de la Cruz: “Mil gracias derramando / pasó por estos sotos con presura, /y, yéndolos mirando, / con sola su figura / vestidos los dejó de hermosura”.

MONASTERIO DE PALAZUELOS.

A pesar del agobio de las modernas comunicaciones, el emplazamiento del monasterio de Santa María de Palazuelos acredita el buen gusto de sus fundadores. Actualmente sólo conserva la iglesia, aunque queda huella de las dependencias y pabellones desaparecidos, que casi alcanzaban la orilla del río, y se visita con comodidad, gracias al empeño del ayuntamiento de Cabezón por rescatarlo del abandono. En 1213 el rey Alfonso VIII donó la villa de Palazuelos a Alfonso Téllez de Meneses, señor de Villalba, quien ese mismo año la entrega a los monjes de San Andrés de Valvení. Enseguida comenzó la construcción del nuevo cenobio, que se prolongaría desde 1216 hasta 1230. La iglesia tiene tres naves de cinco tramos cada una y cabecera con tres ábsides. Los tres tramos de los pies son obra del siglo dieciséis, hecha en 1585 por Juan de Nates en estilo herreriano.

Al sur tiene la sacristía, con entrada por el crucero, y una capilla. En el brazo norte se abre la capilla funeraria de la familia Téllez de Meneses. A este recinto pertenecen los sepulcros góticos depositados en el Museo Diocesano de Valladolid. La capilla poligonal adosada en el dieciséis al presbiterio conserva pinturas murales en grisalla con escenas de la Pasión de Cristo, obra del italiano Antonio Stella. Aunque las pérdidas del último siglo y medio han reducido el conjunto monástico al templo, Palazuelos fue un importante centro de poder medieval. En sus dependencias se reunieron Cortes y fue cabeza de la Congregación cisterciense de Castilla. El camposanto aledaño muestra algunas cruces de piedra traídas del viacrucis de la ermita del Castillo de Trigueros.

DATOS PRÁCTICOS

Llegar. Al monasterio de Palazuelos se accede desde la autovía de Castilla, tomando la salida de Cabezón de Pisuerga.

Comer. En Cabezón de Pisuerga, El Ciervo (983 500 156), Nuevo Siglo (983 501 080), Los Arenales (983 500 113), Los Vacceos (983 500 736) y San Roque (983 500 260). En Trigueros, Trasiego (983 585 922). En Cigales, Mesón Cigales (983 586 037). En Valoria, El Sueño del General (983 502 263) y El Castillo (983 502 215).

Turismo rural. En Cabezón, Pico el Águila (983 500 650) En Trigueros, La Casa del Valle (983 580 345). En Valoria, Posada Real Concejo (983 502 263), Pago de Cascajares (983 502 277), La Buchana (691 164 175) y El Mulladero (622 228 830).