La contaminación acústica es un problema que se ha generalizado en Valladolid. El ruido del tráfico, de los locales de ocio, de las terrazas, de las obras en la vía pública, de los vecinos molestos, de los trabajos de carga y descarga, de las fiestas y eventos callejeros... se han convertido en una pesadilla para muchos vecinos. De hecho, el ruido ambiente y el tráfico son los aspectos peor valorados por los vallisoletanos cuando se les pregunta por la calidad de vida en la ciudad. Una situación compleja de afrontar por las administraciones públicas porque son múltiples los factores que contribuyen a que en todas las estaciones medidoras ubicadas en distintos puntos de la ciudad se superen los límites legales.

El Ayuntamiento está revisando el Mapa de Ruido, que se realizó en 2008 y se actualizó en 2014, para conocer las condiciones actuales y específicas de ruido ambiental en las diferentes áreas de la capital. La Unión Europa obliga a las entidades locales de más de 250.000 habitantes a tener estos mapas y en la Ley 5/2009, de 4 de junio, del Ruido en Castilla y León se contempla que los deben revisar y, en su caso modificar, al menos cada cinco años desde su fecha de aprobación. Por lo que Valladolid debe afrontar esta evaluación global de la exposición de sus vecinos a la contaminación acústica y contrastar la efectividad de los planes de acción que se han puestos en marcha para prevenirlo o reducirlo. La Concejalía de Medio Ambiente ya está trabajando en ella y está previsto que esté lista para su aprobación inicial el próximo mes de diciembre y después proceder a su exposición pública y recogida de alegaciones.

En los mapas anteriores, el paseo de Zorrilla y la avenida de Zamora aparecen como algunas de las vías con más contaminación acústica, mientras que Las Delicias y Parquesol son los barrios con más vecinos afectados por exceso de ruido. Una situación que también afecta a todos los centros hospitalarios y la mayoría de colegios, que soportan niveles por encima de la Ley. 

En esos estudios también se apuntaba que entre el seis y el siete por ciento de los vallisoletanos soportan ruidos por encima de lo recomendado, un porcentaje que se eleva al 13,7% por la noche. En términos absolutos, la masa de población asciende a casi 21.000 personas en el primer caso, y poco más de 44.000 en el segundo. 

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