Rajoy eleva la velocidad

PILAR CERNUDA
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El presidente usará todas sus fuerzas para evitar un Ejecutivo de Sánchez e Iglesias

Sin complejos. A Rajoy no le importa que le llamen oportunista a cinco meses de unas elecciones generales. Le son indiferentes los comentarios sobre la bajada del IRPFeste mes cuando estaba previsto en 2016. Yanunciará en breve más inversiones, la extra de los funcionarios e importantes medidas sociales. Está decidido a reaccionar con todas las armas legales para impedir que mande una fuerza política que cree que llevaría a España al desastre. 
Más que ganar los comicios, su obsesión es que no gobierne Podemos, y sabe que si el PP no tiene la mayoría absoluta, o no está cerca, Pedro Sánchez romperá con su norma no escrita, que gobernará el candidato de la lista más votada, y no dudará en ofrecer un pacto a Pablo Iglesias. Así, las condiciones estarán más cerca de Podemos. 
Cree el gallego que con el Ejecutivo se repetiría la fórmula a la que ha llegado el PSOEen los Ayuntamientos y Gobiernos en los que han sumado sus fuerzas: lo que impera es lo que ha impuesto Podemos. Se está viendo en Madrid, Barcelona -el PSC pudo cortar el paso a Colau-, Valencia y Vitoria, donde la negativa de los socialistas a apoyar al PP dio lugar a un alcalde de Bildu con el apoyo del PNV. Una operación de la que Javier Maroto había alertado hace meses a la dirección nacional que podría darse, pero no le creyeron en Génova ni en Moncloa. 
Rajoy siente una profunda decepción personal y política con Sánchez desde el 24-M. Considera que ha engañado a gran parte de sus votantes, y a él, que creyó que sus palabras eran sinceras. Ya se sintió mal cuando le escuchó decir que nunca pactaría con el PP ni con Bildu, porque le dolió que les colocara en el mismo plano, pero los acuerdos con los morados le han hecho perder el respeto político que sentía por el madrileño. Por eso va a por todas. 
El peso de la campaña va a llevarlo él. Es la razón de que haya elegido a Jorge Moragas como responsable. Se ha vendido la incorporación de nuevas caras como Maroto, Levy, Maíllo y Casado, pero lo elevante es el papel del barcelonés. 
 
Conferencia política. La idea de celebrar una Conferencia Política antes del verano ha sido de Rajoy, que pretende transmitir al PP, tanto a los cargos públicos como a los militantes, la necesidad de trabajar hasta la extenuación para lograr que el partido vuelva a ser lo que fue, que recupere el millón y medio de votos que se fueron a la abstención, y los casi 700.000 que emigraron a Ciudadanos. 
Así, todos deben ponerse a disposición del partido, pero el presidente más que ninguno. A la cabeza pero sobre todo con presencia constante en la calle, en el partido, en reuniones y con propuestas de Gobierno que animen al voto. Y va a echar el resto en agradecer el esfuerzo ciudadano ante el sacrificio que pidió el Gobierno para superar la crisis económica, quiere que los españoles comprendan que el presidente es sensible a la dureza; y también en que no tuvo más remedio que hacer lo que hizo. En caso contrario, hoy estaríamos en la ruina. Le veremos echar mano, con frecuencia, del ejemplo griego.
Le preocupa, y se verá en la campaña, todo lo relacionado con Cataluña. Las relaciones de Mas con ERC son muy malas. Podemos, que ha entrado con fuerza en esa región, no juega al independentismo, pero Rajoy se fía poco de la palabra de sus dirigentes. 
Cuenta con datos que aseguran un ascenso muy importante de Ciudadanos, que captaría la casi totalidad del voto del PP, que se hunde en Cataluña. Pero no es un asunto que preocupe a Rajoy, excepto en la imagen, porque le da importancia a que el voto que pierde se va a C’s, no a la abstención. En cuanto a Unió-Moncloa, mantiene el diálogo con Durán.
No se van a tomar decisiones de momento en el País Vasco, donde Arantxa Quiroga no lleva el partido como Génova esperaba. Se deshizo de personas sólidas del equipo de Basagoiti, tampoco ha mantenido una especial sintonía con Maroto, y no da excesiva cancha a Alfonso Alonso, íntimo amigo de Oyarzábal y Maroto. Es seguro que después de las generales se vivirán cambios en el País Vasco, como en el PP de Valencia o Baleares. 
Y, también, en La Mancha porque Cospedal será, probablemente, diputada nacional. Se abre en Castilla y León el proceso sucesorio de Juan Vicente Herrera, y en Madrid se celebrará el Congreso que llevará a Cristina Cifuentes a la Presidencia regional del PP-M. Rajoy ha establecido una muy buena relación personal y política con ella, cree que representa muy bien a la nueva generación. Pero puede asistir como invitada y dar opinión, y es lo que quiere el presidente, que, desde hace días, se viste con el uniforme de candidato. O de jefe de candidatos. Sin que le importen las críticas, sin que le hieran los comentarios por sus decisiones de Gobierno o por el tono agresivo que dedica a sus adversarios, sobre todo a Sánchez. Le tienen sin cuidado. 
Lo que quiere es impedir que Podemos gobierne por persona interpuesta, que es lo que cree que puede ocurrir si no consigue el PP un resultado que haga imposible el pacto Sánchez-Iglesias. No hay quien le quite de la cabeza que en eso está el líder del PSOE.